Un poco de historia
| 28 de Marzo de 2008 | 00:00

La parroquia San Luis Gonzaga de Villa Elisa se comenzó a construir entre 1910 y 1911 sobre un terreno donado por el hijo de Luis Castells (fundador de la localidad), ubicado en calle 8 (ex 15) entre 52 y 53.
El proyecto fue realizado por el ingeniero holandés Juan A. Waldorp (realizador del proyecto del puerto de La Plata, 1883). El arquitecto Valle continuó la obra, que finalmente fue inaugurada el 12 de octubre de 1913.
El 27 de octubre de 1939 fue erigida Parroquia por decreto de Monseñor Chimento. Desde ese momento hasta 1975 fue confiada a los padres Franciscanos Capuchinos. En 1953 el pintor Rinaldo Lugano realizó los murales de la cúpula.
El mural, en su momento, cubría la totalidad de las paredes del templo. En la actualidad, lo que queda de la obra cubre la totalidad de la bóveda, y pueden verse escenas de la historia de la orden franciscana, grandes figuras de santos obispos y profetas, la batalla de Miguel contra el Diablo y la Virgen Gloriosa en el cielo.
Como sucede con los grandes frescos del Renacimiento, muchas de las figuras representadas son personajes de la época: sacerdotes franciscanos, vecinos de Villa Elisa y parientes del pintor (su misma hija Livia se ve retratada en el rostro de la Virgen).
Es interesante desde el punto histórico, y según cita un catálogo del Museo Provincial de Bellas Artes, "la Iglesia de San Luis Gonzaga, de Villa Elisa, es la primera decorada por un artista argentino".
La obra es citada como de gran relevancia en muchas biografías del artista; entre otras en la "Gran Enciclopedia Argentina" que puede consultarse en la Biblioteca de Villa Elisa: "realiza sobre bocetos propios la decoración de la Iglesia de Villa Elisa con grandes paneles al óleo". Esta publicación, de 1958, reproduce, además, dos fragmentos del mural.
Esta obra se enmarca perfectamente dentro de una tradición que se remonta a la Edad Media, del templo cristiano como soporte visual del relato bíblico y testimonio de la historia de los santos y órdenes religiosas.
Asimismo, documenta la historia particular de cada comunidad. La obra de Lugano continúa esta tradición. La pintura respira la honda religiosidad de El Greco, de imágenes fuertes y estilizadas, flotando en una atmósfera vaporosa que también nos recuerda al genio de Miguel Angel. Sus figuras todavía nos hablan, desde el muro silencioso, de un pasado espiritual del que Villa Elisa fue testigo.
El proyecto fue realizado por el ingeniero holandés Juan A. Waldorp (realizador del proyecto del puerto de La Plata, 1883). El arquitecto Valle continuó la obra, que finalmente fue inaugurada el 12 de octubre de 1913.
El 27 de octubre de 1939 fue erigida Parroquia por decreto de Monseñor Chimento. Desde ese momento hasta 1975 fue confiada a los padres Franciscanos Capuchinos. En 1953 el pintor Rinaldo Lugano realizó los murales de la cúpula.
El mural, en su momento, cubría la totalidad de las paredes del templo. En la actualidad, lo que queda de la obra cubre la totalidad de la bóveda, y pueden verse escenas de la historia de la orden franciscana, grandes figuras de santos obispos y profetas, la batalla de Miguel contra el Diablo y la Virgen Gloriosa en el cielo.
Como sucede con los grandes frescos del Renacimiento, muchas de las figuras representadas son personajes de la época: sacerdotes franciscanos, vecinos de Villa Elisa y parientes del pintor (su misma hija Livia se ve retratada en el rostro de la Virgen).
Es interesante desde el punto histórico, y según cita un catálogo del Museo Provincial de Bellas Artes, "la Iglesia de San Luis Gonzaga, de Villa Elisa, es la primera decorada por un artista argentino".
La obra es citada como de gran relevancia en muchas biografías del artista; entre otras en la "Gran Enciclopedia Argentina" que puede consultarse en la Biblioteca de Villa Elisa: "realiza sobre bocetos propios la decoración de la Iglesia de Villa Elisa con grandes paneles al óleo". Esta publicación, de 1958, reproduce, además, dos fragmentos del mural.
Esta obra se enmarca perfectamente dentro de una tradición que se remonta a la Edad Media, del templo cristiano como soporte visual del relato bíblico y testimonio de la historia de los santos y órdenes religiosas.
Asimismo, documenta la historia particular de cada comunidad. La obra de Lugano continúa esta tradición. La pintura respira la honda religiosidad de El Greco, de imágenes fuertes y estilizadas, flotando en una atmósfera vaporosa que también nos recuerda al genio de Miguel Angel. Sus figuras todavía nos hablan, desde el muro silencioso, de un pasado espiritual del que Villa Elisa fue testigo.
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