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Información General |PLATENSES POR EL MUNDO

A Eslovenia, por amor

Por MAURO LUGANO (*)

A Eslovenia, por amor

Mauro Lugano vive en Eslovenia hace un año y medio. Allí sigue preparando las empanadas con la receta que le enseñó en La Plata su abuela Irma

21 de Enero de 2012 | 00:00

"Qué contenta se va a poner la abuela Irma cuando abra EL DIA y me vea en una foto haciendo empanadas con la receta que ella me enseñó", pienso mientras estiro la masa.

abre comillasEslovenia es 137 veces más pequeña que Argentina. Y creo que tener una superficie tan reducida hace que inconscientemente se valoren y respeten mucho los espacios verdescierra comillas

Afuera cae la primera lluvia de este otoño. Quiere decir que ya hace un año que estoy aquí. Es linda la historia de cómo llegué a estar haciendo empanadas criollas en Eslovenia.

Mi vida es este viaje. Me había acostumbrado a andar por tierra, haciendo dedo, subiendo y bajando de trenes, micros y camiones a lo largo de toda la Panamericana, pero subirme a un avión con destino a Europa fue por aquel entonces la cuestión más inquietante para mí. Por suerte, a último momento, ya en el aeropuerto de Ezeiza, esa madrugada de primavera, cuando crucé la puerta de embarque y dejé del otro lado la familia y los amigos, sentí adentro una tremenda paz, y entonces supe que todo iba a estar bien. Acá me esperaba una mujer hermosa, Tina, y otra aventura.

Clic para ampliarNos habíamos conocido en Ecuador, yo "latinoamericanizado" hasta lo más hondo, aprendiendo de primera mano el valor de los pueblos de la patria grande. Viajaba rumbo norte con una compañía de artistas itinerantes llamada Delkiwi, con quienes haciendo talleres, videos documentales y tocando música en bares y esquinas, conseguíamos seguir viajando y aprendiendo con cada experiencia. Así, por ejemplo, lejos de nuestras casas y familias, descubrimos, paradójicamente, que el objetivo final de todas las luchas populares era poder mantener unidas a las familias.

Tina, por su parte, recién llegaba de Europa con una amiga, rumbo sur a descubrir las bellezas sudamericanas y practicar el español. El principal destino era una granja ecológica en la selva de Ecuador, y así, como por magia y arte de ese mismo destino, nos conocimos. Pero fue tanto y tan fugazmente que nos pudimos conocer, que nuestra historia no pudo cerrarse luego de despedirnos. Desde el primer beso hasta el beso de despedida al cabo de una semana, todos fueron con amor sincero, puro e infinito.

UNA NUEVA PARTIDA

Clic para ampliarRegresé a la Argentina después de casi un año de ausencia. Ella llegó hasta Bolivia y tuvo que regresar a Eslovenia porque se le cerraba el pasaje y ya no le quedaba dinero para seguir viajando.

De ahí en adelante, empezamos a charlar por Skype y fueron ocho meses de tomar decisiones, estudiar dónde queda Eslovenia en Wikipedia, tramitar la ciudadanía europea, trabajar para costear el pasaje y finalmente despedirme de todos otra vez. Con algunas personas recién nos estábamos volviendo a ver desde el viaje anterior y yo ya me estaba despidiendo de nuevo. Algo que me ayudó en este proceso fue recordar que siguiendo al corazón uno nunca se equivoca.

El viaje en avión fue más placentero de lo que pensaba. La espera de esos ocho meses devino, en el instante previo al despegue, en una serenidad indescriptible.

El primer suelo que pisé en tierra europea fue el de España. En el aeropuerto me esperaba Federico, que es como mi hermano. Con él vivimos juntos en Buenos Aires años atrás y compartimos mil platos de fideos y apilamos cientos de cajas de pizza en nuestra época de estudiantes. A él le dejé uno de los dos kilos de yerba que traía en la mochila.

Fede me llevó a conocer Barcelona, la arquitectura de Gaudí, comer unas tapas, pasear por las callecitas, y de repente, algo que ni él ni yo, ni la mayoría de los españoles se esperaban: el estallido de la crisis económica y la manifestación en las calles.

Antes de viajar, papá me recomendó ir a conocer la Iglesia Del Mar, pero no creo que tuviera en mente tales circunstancias para llegar hasta allí, guiado por una multitudinaria manifestación coreando protestas anarquistas. Todo marchaba armónicamente hasta que se prendió fuego un montón de basura en una calle y entonces la policía encontró excusa para reprimir. Súbitamente me encontré entre cientos de personas que corrían para todos lados y piedras que volaban en respuesta a los carros hidrantes.

Clic para ampliarEn medio de todo eso, me sentí de pronto reviviendo las manifestaciones del 2001 en la Argentina. Es que la crisis económica europea tiene las mismas raíces (desempleo y subordinación ante organismos bancarios) y consecuentemente las soluciones también pueden ser similares, como apoyar economías regionales que generen trabajo y que intenten ser autosustentables.

De España, entonces, me llevé esa experiencia breve e intensa del brote de una revuelta social y la siguiente recomendación de mi amigo: "Negro, hace casi un año que no ves a Tina, bañate por lo menos, y llevale unas flores".

Le hice caso. Las flores que junté sobrevivieron al viaje en avión que me llevó desde Barcelona hasta Venecia. Y en el hall de ese aeropuerto, quizás alguna cámara de seguridad haya podido registrar el abrazo infinito que nos dimos con Tina después de tanta espera.

TODO NUEVO

Clic para ampliarViajamos dos horas a medianoche, desde el aeropuerto de Venecia hasta las afueras de Ljubljana, la capital eslovena, que -para dar una idea de proporciones- es más pequeña que La Plata y está fundada sobre la antigua Emona, una de las tantas ciudades del antiguo imperio romano.

Eslovenia es 137 veces más pequeña que Argentina (20.253 km² contra 2.780.400 km²) y esto es muy significativo, ya que las características geográficas condicionan la personalidad de sus pueblos. En este caso, creo que el tener una superficie tan reducida hace que inconscientemente se valoren y respeten mucho los espacios verdes. Hay montañas con nieve perenne, donde se practica escalada deportiva, alpinismo y esquí. Hay ríos que van desde la más pura transparencia a los verde esmeralda. Enormes cuevas subterráneas donde se organizan conciertos sinfónicos, y por donde sea que uno ande, hasta en pleno centro de la ciudad, puede encontrar bosques habitados por ciervos, zorros y ardillas. En otros más alejados también hay osos. De las variadas especies de árboles, el más comercializado a nivel internacional es el roble esloveno, aunque a nivel local las castañas, los frutales, los nogales y los arbustos de frutos son los más apreciados. Después de las lluvias, también es muy común salir a recoger hongos silvestres.

Aquí la naturaleza rige. Las cuatro estaciones se suceden bien definidas. Un primavera florida, con gran cantidad de oferta cultural en las ciudades, es también la época que se aprovecha para recolectar plantas medicinales en las zonas rurales. El verano ronda los 40º y es ideal para escaparse al Mar Adriático, que Eslovenia comparte con la vecina Italia, o para ir a visitar las islas de Croacia, antiguos compatriotas de la ex Yugoslavia.

En Eslovenia ya no quedan huellas visibles de aquella guerra que años atrás azotó y dividió estos países, y sólo en el recuerdo de las generaciones adultas permanece cierta nostalgia por la época del mariscal Tito.

El otoño tiñe el bosque de ocre y amarillo. Es la señal para empezar a hacer las conservas de hongos en vinagre, recoger las castañas, y los frutos para el invierno, que pronto llegará con las nieves a pintarlo todo de azul y blanco.

En cada jardín hay huerta, lo que mantiene la cultura culinaria en una línea de tradición y alimentación saludable.

TRABAJOSA ADAPTACION

Recuerdo con placer el agasajo de bienvenida que me hicieron cuando llegué. Inmediatamente después, comprendí que me esperaba un largo proceso de adaptación, y el punto más difícil iba a ser el lenguaje de raíces eslavas. Si bien no presenta caracteres cirílicos, como en Bosnia o Rusia, tiene letras extrañas para nuestro abecedario. Después de un año voy adaptándome al idioma, aunque todavía lo hablo como Tarzán y entiendo sólo un porcentaje de lo que escucho. Obviamente esto dificulta conseguir trabajos, y en el último año ya fui masajista, albañil, artesano y cocinero. Pero hay un detalle muy bonito que me anima a continuar aprendiendo el idioma esloveno, y es que tienen entre los pronombres personales la forma dual, que se usa exclusivamente para referirse a dos personas, lo que abre un universo de posibilidades más íntimas.

Esto es lo que puedo contar de mi experiencia aquí. Lo que aprendí es que al tomar distancia de lo cotidiano, uno puede ver la imagen general y reconocer qué es lo que nos caracteriza. Lo que nos diferencia, es a su vez lo que nos permite reconocernos como uno con el otro. Y se sacraliza el ritual, porque lo que antes era común, como el mate, ahora es excepcional.

Nunca antes me emocionó tanto escucharlo a Don Atahualpa. Y para ejemplificar esto, dijo Zitarrosa,"cuanto más lejos te vayas, más te tenés que acordar".

Y así pasa que uno se vuelve más humano al viajar, porque va reconociendo lo común más allá de las diferencias y termina por comprender que el sueño de la patria grande es más grande cada día, hasta que no queden fronteras divisorias ni dentro ni fuera de nosotros mismos. Porque nuestros pies pisan la misma Tierra, respiramos todos los mismos aires, vivimos gracias al mismo agua y a todos nos abraza con su luz la misma estrella.

Y ya que mencioné lo de caminar la misma Tierra, un detalle de esta cultura, que habla mucho sobre el respeto al lugar donde se vive, es que aquí en cada casa se dejan los zapatos a la entrada y adentro se usan pantuflas, y se reservan las más cómodas para agasajar a los huéspedes.


(*) Artesano, camarógrafo y masajista. 26 años. Vive en pareja. Reside en Dobrova, Eslovenia, desde hace 15 meses

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