Alberto Antonio Osaba

Solvencia profesional en un campo sometido a permanentes desafíos tecnológicos, compromiso y don de gentes caracterizaron la vasta trayectoria del analista de sistemas y especialista en informática Alberto Osaba. Su fallecimiento, a los 66 años, provoca pesar en los círculos institucionales, sociales y deportivos en los que esas cualidades fueron reconocidas y valoradas.

Unico hijo de Nélida González y Alberto Carlos Osaba, bombero, Alberto Antonio nació en la capital federal el 9 de agosto de 1949.

Su infancia transcurrió en tierras porteñas, y su temprana adolescencia en Mar del Plata, llevado por los avatares del servicio paterno; en el Instituto Peralta Ramos de la Feliz cursó la primera parte de sus estudios secundarios, que cumplidos los catorce años, y ya radicado en nuestra ciudad, completó en otro establecimiento marista: el Colegio San Luis.

Tras hacer parcialmente la carrera de Administración de Empresas en la Universidad Nacional, poniendo especial énfasis en los conocimientos vinculados con el análisis de sistemas, fue tentado por la firma IBM, a cuyo staff de expertos ingresó con apenas 27 años.

En 1982 fue designado gerente general del centro de cómputos del Banco Crédito Provincial; tiempo después creó su propia empresa, Megacomputer, con la que fue “business partner” de IBM en nuestro país. En tiempos recientes, se convirtió en socio de la consultora porteña Borderless.

Su desempeño en la administración pública, que trascendió el paso de varias gestiones de diferentes signos políticos, lo contó como director del Centro de Cómputos SPED del ministerio de Economía de la Provincia; director del Centro de Cómputos del gobierno bonaerense; y director del Banco Municipal entre 1987 y 1991.

Jugador de rugby en su juventud -inaugurando una tradición que continuaron su hijo y sus nietos-, integró a fines de los años ‘90 la comisión directiva del club San Luis marcando su impronta amable y cordial, componedora pero al mismo tiempo rica y firme en convicciones.

Avido lector y viajero, exploró libros y paisajes con interés por la historia, la cultura y las geografías. En el plano de las amistades entrañables, el encuentro periódico con sus compañeros de la X promoción del San Luis era una cita obligada.

En el terreno profesional, se mantuvo siempre en la cresta de la ola tecnológica que, computadoras mediante, marca el ritmo de la vida contemporánea.

Casado desde inicios de la década del ‘70 con Susana Cristina Becerra, consolidó el hogar familiar en el barrio aledaño con plaza Azcuénaga. Tuvo dos hijos, María Lucrecia y Juan Esteban, quienes se prolongaron en sendos nietos: Juan Pedro y Juan Francisco Maestri.