Más allá del terror zombie

“The Walking Dead” retoma el subgénero de terror zombie, magistralmente desarrollado a lo largo de décadas por George A. Romero, y aprovecha la capacidad técnica de la producción televisiva actual en materia de efectos especiales y maquillaje para montar una historia del fin de los tiempos en la que cobra centralidad el tácito debate acerca de la verdadera naturaleza humana.

Ante las situaciones límite y el peligro constante, el mundo de la serie se divide, a veces de forma excesivamente estereotipada, en un esquema binario entre aquellos que buscan sortear sus diferencias y cooperar para no morir en las mandíbulas de los muertos vivientes, y los otros, quienes se ajustan perfectamente al caos reinante y utilizan a los demás para su propio beneficio.

En ese sentido, y aunque nunca faltan las escenas repletas de “gore”, con hordas de zombies desesperados por devorar las tripas de cualquier ser vivo a su alcance, los “caminantes” se transforman más en un paisaje, y son los otros seres humanos quienes suponen el verdadero desafío debido a su inherente capacidad para la crueldad en un mundo en el que la única ley vigente es la de supervivencia del más fuerte.

George
The Walking Dead

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