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Información General |DIa Internacional de Lucha contra el VIH-sida

Pese a que las campañas los ignoran, son los hombres los que más mueren de sida

Las campañas contra el VIH fueron primero por los gays, los adictos y luego por los trans y las embarazadas. Sin embargo, son los hombres los que más mueren de sida aun hoy, en Argentina. En el país se investiga la cura y son optimistas. Los expertos insisten en hacer accesibles los test rápidos para toda la población. El testimonio de Enrique, un platense que tiene el virus hace 20 años

Por MARISOL AMBROSETTI​

1 de Diciembre de 2016 | 02:42

En 1990, la mortalidad por sida en varones de Argentina sextuplica la de mujeres: 237 muertes masculinas frente a 40 femeninas. En 2000, se notifican 348 muertes de mujeres y 1.099 de varones. En 2010, mueren 398 mujeres y 906 varones. En 2014, último año con cifras oficiales, se registran 500 muertes femeninas y 983 masculinas. La inmensa brecha entre ambos sexos se redujo mientras la epidemia avanzaba, pero ellos siguen a la cabeza de los diagnósticos tardíos y, en consecuencia, de las muertes. Analizar esta tendencia obliga a repensar la historia de un virus que cuando irrumpió, bajo el lapidario rótulo de “peste rosa”, era sinónimo de una sentencia de muerte.

Los expertos en salud pública insisten: hoy más que nunca, no nos podemos permitir llegar tarde al diagnóstico ¿Por qué? Los motivos abundan: 1°, en la actualidad el virus se puede detectar en 15 minutos; 2°, en Argentina, el Estado garantiza el acceso gratuito al tratamiento; 3°, hoy la terapia consta de un solo comprimido diario y no tiene los efectos tóxicos de los antiguos cócteles; 4°, con diagnóstico y terapia oportunos, la cantidad de virus se vuelve indetectable en sangre y es posible vivir con VIH sin ninguna enfermedad y con una expectativa de vida prácticamente igual a la de una persona sin el virus.

Enterarse tarde implica que ya existe un deterioro del sistema inmune que suele acarrear un repertorio variado de enfermedades: afecciones cardiovasculares, cáncer, hepatitis, neumonías o tuberculosis. Además, y en esto los expertos son insistentes, el diagnóstico tardío reduce las posibilidades de éxito del tratamiento.

Cuando el VIH apareció, en los 80, el sida era para el mundo un problema que afectaba a gays y adictos a drogas inyectables. El resto se sintió a salvo. Reforzaba el mito la seguidilla de muertes de homosexuales célebres, como el actor Rock Hudson y el líder de Queen, Freddie Mercury. La escena local sumó el fallecimiento de figuras emblemáticas del rock nacional: Miguel Abuelo y Federico Moura, ambos en 1988. Sin embargo, ya en 1983, se reportó el primer caso de sida en una mujer argentina. Pero parecía excepcional. Entonces la proporción era de 92 casos masculinos por cada paciente mujer.

Los datos del último boletín epidemiológico sobre VIH que acaba de publicar el ministerio de Salud de la Nación muestran que, en el periodo 2012-2015, el 32 por ciento de los varones argentinos llegó tarde al diagnóstico, 10 puntos porcentuales más que las mujeres.

La médica Adriana Durán es hoy la directora provincial de Programas Sanitarios del ministerio de Salud bonaerense. En 2014 obtuvo su título de magíster en epidemiología, gestión y políticas de salud en la Universidad de Lanús, tras presentar su tesis titulada “Mitos y realidades sobre la feminización de la epidemia del VIH/sida en Argentina”. Confiesa que su interés por el tema surge “de la recuperación de mi propia historia como médica”. Hace 30 años, como residente de un hospital público, asistía atónita y desconcertada a la emergencia del sida. “Ver morir todos los días a gente joven, en una etapa de formación personal dominada por la omnipotencia de curar, motivó en mi un interés particular por esta enfermedad, que se tradujo en una dedicación casi exclusiva por los siguientes 20 años”.

En su investigación, Durán reconoce que en los años 90 se comprendió que el virus no dejaba a nadie exento de tomar medidas, sobre todo a la hora del sexo. A la luz de los nuevos casos, se hablaba de que la epidemia era “cada vez más joven, pobre y femenina” en América Latina. Sin embargo, “podemos pensar también, que la universalización de la oferta del testeo en embarazadas como estrategia de prevención de la transmisión de madre a hijo, pudo haber facilitado la detección temprana en mujeres y contribuir, de este modo, a la llamada feminización de la epidemia”, postula. Bajo esta hipótesis, la especialista sostiene que la protección de la mujer en tanto posible embarazada favorece, aun hoy, el diagnóstico temprano y la menor mortalidad por sida entre las mujeres en edad fértil.

El último boletín sobre VIH que publica el ministerio de Salud de la Nación corrobora esa postura. Explica que hasta hace una década se decía que la epidemia afectaba, cada vez más, a las mujeres. Este año, en cambio, “se aprecian tendencias claras de que estos procesos se han revertido. A pesar de que siguen siendo mayoritarios los diagnósticos en adultos de mediana edad -el 50% de los varones diagnosticados tiene entre 25 y 43 años y el 50% de las mujeres tiene entre 24 y 42 años-, los diagnósticos en varones de 15 a 25 años y en mayores de 45 años están aumentando”.

Pasemos en limpio los datos duros en Argentina al día de hoy: existen 120 mil personas con VIH, unos 6.500 diagnósticos nuevos por año en una proporción de 2 varones por cada mujer. Del total de casos, se estima que un 30 por ciento aún no sabe que tiene el virus. Por cada 100 mil habitantes, se registran 4,6 defunciones por sida en varones, exactamente el doble que las registradas entre mujeres (2,3).

La principal vía de transmisión es la sexual. Entre los hombres, un 46,9 por ciento contrajo el virus por mantener relaciones con otros hombres y un 43,2 por sexo con mujeres.

DIAGNOSTICO EN 15 MINUTOS

“Si en el mundo se emplea el test rápido desde el año 2000 ¿Por qué acá recién se empezó a usar en 2002 y solo para las embarazadas que llegaban a la sala de parto sin ningún control previo?”, se pregunta Horacio Salomón, uno de los investigadores del país que más sabe de VIH. Es el director del Instituto de Investigaciones Biomédicas en Retrovirus y Sida (INBIRS), un organismo que depende de la facultad de Medicina de la UBA y del Conicet, y es también el referente para América Latina de la Sociedad Internacional de sida.

En 1989 fue el encargado de realizar el primer aislamiento del virus Argentina, a pedido del Instituto Pasteur de Francia. En este momento, junto a su equipo del INBIRS, forma parte de una investigación internacional para encontrar la cura del sida. Cuenta con el asesoramiento de una eminencia en el tema: Francoise Barré-Sinoussí, premio Nobel de Medicina en 2008 por el descubrimiento e identificación del VIH.

En la Provincia de Buenos Aires, Adriana Durán también aboga por masificar la implementación del test rápido que al Estado no le cuesta más de 20 pesos por unidad. Para ella, lo ideal es que se realice a demanda en centros de salud barriales y en campañas en la vía pública. Este año, el ministerio de Salud bonaerense abrirá 17 centros de testeo rápido. En La Plata hay dos: uno es el centro “Sandra Cabrera”, de calle 1 entre 67 y 68, y otro el que funciona en la facultad de Ciencias Exactas de la UNLP (50 y 115).

La meta es simplificar y no segmentar el acceso, y que más gente se entere a tiempo si tiene VIH, sin tener que pedir un turno al médico y una orden de análisis para recién después ir a un laboratorio. El test rápido es similar al que se usa para confirmar un embarazo pero, en este caso, se emplean unas gotas de sangre de la yema de los dedos. La prueba detecta los anticuerpos que produce el organismo cuando contrae el VIH.

“Sabemos que los hombres difícilmente ingresen por prevención al sistema de salud. La mayoría de las mujeres tenemos el hábito de hacerlo, ya sea por la insistencia en el control ginecológico anual o bien por el embarazo”, explica Durán. Por eso, ve con buenos ojos agilizar el acceso a los test.

Para los especialistas, este método de diagnóstico es el primer paso para alcanzar las metas 90-90-90 que propone ONUSIDA para 2020 en América Latina y el Caribe. Consisten en que el 90% de las personas con VIH conozca su diagnóstico; que el 90% de los nuevos diagnósticos sean tempranos; que el 90% de los afectados reciban tratamiento y, también, que el 90% de las personas en tratamiento tengan una carga viral indetectable.

Pero ¿Qué tan confiable es el test rápido? La respuesta del doctor Salomón es precisa: 99 por ciento de efectividad cuando da negativo y 96 por ciento de certeza para los resultados positivos. En conclusión: es muy confiable. Si da positivo habrá que confirmarlo en un laboratorio y asesorar a la persona para que realice el seguimiento médico.

LA CURA

El mito según el cual el VIH tiene cura, pero la industria farmacéutica la mantiene oculta para vender más fármacos, provoca sonrisas incrédulas entre los expertos argentinos consultados: “Teorías conspirativas alimentadas por el cine”, coinciden.

Lo que ya es una realidad en Estados Unidos y algunos países de Europa son los tratamientos pre-exposición, un método de control de la epidemia que para buena parte de los especialistas significaría un triunfo de los laboratorios. Consiste en el uso de un medicamento unos días antes y después de la situación de exposición, es decir, de mantener relaciones sexuales sin preservativo con una persona que tiene VIH. El medicamento, está probado, disminuye las chances de transmisión.

Hoy un paciente que fue diagnosticado en forma temprana (aproximadamente hasta un año después del evento en el que contrajo el virus), y que realiza el tratamiento puede mantener una cantidad de virus en sangre ínfima, que se vuelve indetectable en los análisis y, por lo tanto, una calidad de vida normal.

Sin embargo, explica Salomón, el virus de inmunodeficiencia humana tiene el poder de mantenerse “acorazado” en algunas células que conforman lo que los científicos llaman “reservorios virales”. Allí permanece “acorralado” por la presión de las drogas del tratamiento actual. Pero si la persona deja de tomar la medicación, vuelve a “salir” y a replicarse en el organismo.

La cura que se estudia en el INBIRS explora esos reservorios, sus dimensiones y la posibilidad de reducirlos. A su vez, la ciencia investiga cómo lograr que el virus salga de esa suerte de “bunker” que son los reservorios para poder combatirlo con medicación.

“Hoy, pensar en cura es lograr que el individuo tenga el virus no detectable y soñar que en algún momento se podrá suspender la terapia antirretroviral”, explica Salomón.

Mientras la ciencia hace lo suyo, la llamada “cascada de cuidados” parece ser la llave para mantener la epidemia bajo control ¿De qué se trata? Diagnosticar a todos los afectados y tratarlos para que tengan carga viral indetectable. “El beneficio es individual y social: el paciente no se enferma y las posibilidades de que transmita el virus se reducen. “Esa es la estrategia de salud pública en la que tenemos que concentrar los esfuerzos”, insisten los expertos. En Argentina, de las 120 mil personas con VIH, el 70 por ciento conoce su diagnóstico. El desafío para los Estados y quienes deciden en materia de salud pública es lograr que los 36 mil afectados que ignoran su condición tengan voluntad de hacerse el test y acceso oportuno al diagnóstico. Salomón se ilusiona y repite: “No estamos tan lejos”.

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