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La Ciudad |UN ESLABON CLAVE DEL SISTEMA DE SALUD PUBLICA

El “abc” para producir los medicamentos que llegan a los hospitales se escribe en La Plata

En la facultad de Exactas funciona una unidad que desarrolla el “manual” para elaborar medicinas

27 de Marzo de 2016 | 02:36

En el Policlínico San Martín, en Hospital de Niños, en el Rossi, en cualquiera de los 75 hospitales públicos y centros de atención primaria de la salud de la provincia de Buenos Aires, pacientes con problemas de presión, colesterol, incontinencia urinaria, cefaleas y decenas de dolencias y patologías pueden estar siendo tratados con medicamentos concebidos íntegramente a pasos de 1 y 50, uno de los cruces más transitados de la Región.

Es que en 49 y 115, en un edificio de la facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata, funciona la denominada Unidad de Producción de Medicamentos, la UPM, donde docentes, becarios y alumnos desarrollan a diario el “paso a paso” para la elaboración y control de medicamentos. Ese manual es la “biblia” para quienes en el Instituto Biológico de Ringuelet producen los fármacos en grandes cantidades, que luego llegan a los hospitales para ser suministrados en forma gratuita.

Así, Ciencias Exactas se ha convertido en un eslabón clave del sistema de salud pública, a punto tal que “en la República hay pocos lugares como este, actualmente reconocido como el centro público en condiciones de desarrollar el know how (del inglés “saber cómo” o conocimiento fundamental) para la producción en escala de medicamentos en cualquier laboratorio del país”, dicen el profesor titular y director técnico de la UPM, el bioquímico y farmacéutico Arturo Hoya, y el director de la Agencia Nacional de Laboratorios Públicos (ANLAP), el vicedecano de la unidad académica, Patricio de Urraza.

MAS DE VEINTE AÑOS

Para que un grupo de profesionales, profesores y estudiantes llegaran a elaborar día tras día el “abc” de medicamentos que se proporcionan en los hospitales públicos, y hace poco más de un año hayan ganado un concurso nacional para desarrollar el procedimiento de medicamentos contra el rebrote de tuberculosis, corrió mucha agua bajo el puente. Epocas de vacas flacas, de obstáculos por doquier, pero siempre enfrentados en equipo con “esfuerzo y vocación plena por la investigación y el servicio público”, dice de Urraza.

Tanto es así que cuando corría el año 2013 y convocado por la facultad, Arturo Hoya no dudó un segundo en abandonar una carrera de 20 años en uno los más prestigiosos laboratorios privados para dedicarse al desarrollo público de medicamentos.

El también profesor adjunto de la cátedra de Farmacotecnia II se remonta en el tiempo para contar el origen de la actualmente reconocida UPM.

Ante todo, una aclaración. “La unidad no es de producción (fabricación en escala) sino de desarrollo de formulaciones y procedimientos de elaboración y control de medicamentos, es decir, el “cómo se hace”. Producción quedó en el nombre originario de la unidad, bautizada hace más de dos décadas”, apunta el bioquímico y farmacéutico.

Cómo es el proceso

La Unidad de Producción de Medicamentos de la facultad de Ciencias Exactas es, por definición, un programa de salud y medicamentos dependiente de la secretaría de Extensión de la unidad académica; un “centro de apoyo a la producción pública”.

“Nació en 1990 a partir de una idea original del centro de estudiantes. Luego fue impulsada por la secretaría de Extensión creada en ese tiempo. Y empezó a rodar de la mano de docentes y estudiantes de la carrera de Farmacia”, relata Arturo Hoya.

Los primeros pasos fueron duros. Todo a pulmón, como suele decirse.

DESDE EL SUBSUELO

“Comenzó a funcionar, ya denominada UPM, en el subsuelo de la cátedra de Farmacotecnia II, en el edificio de Química, con un docente a cargo”, rememora.

“No estaban dadas las condiciones edilicias ni tecnológicas ideales ni mucho menos. Pero se conformó un equipo que inició el camino del desarrollo de procedimientos para la fabricación de medicamentos. Fue el puntapié inicial”, subraya.

A poco de comenzar a andar, la unidad recibió una donación de equipos industriales por parte de un laboratorio. Hasta hoy conviven -aunque no se usan- con la moderna maquinaria que luce en el amplio espacio que la UPM pasó a ocupar en el 2004 en el edificio de Exactas conocido como Ex Liceo, en 49 y 115. Un inmueble construido en su momento para albergar al colegio universitario, cuando parecía imposible que ganara la batalla por la recuperación y puesta en valor de la histórica sede de diagonal 77 y 4.

IMPULSO Y REPLANTEO

“Un enorme espaldarazo sobrevino en 2011, cuando, tras años de pelea, se sancionó la ley nacional 26.688 de producción pública de medicamentos, vacunas e insumos médicos. Fue un impulso muy fuerte. Y desembocó en el replanteo integral de la unidad en 2013”, dice de Urraza, citando el año en que se convocó a Arturo.

Pese a sus dos décadas de trabajo en uno de los más reconocidos laboratorios privados, el doctor Hoya admite que “en el momento en que se me presentó la oportunidad de trabajar en el desarrollo para la producción pública de medicamentos, dejé todo y me vine corriendo”, enfatiza.

Había pasado tiempo, y “producción” había quedado sólo en el nombre de la unidad, repasa.

“Nosotros no producíamos medicamentos. Una planta productora debe ceñirse a pautas y a una legislación muy rigurosas: dónde se ubica el laboratorio, exigencias en cuanto a la distribución de espacios, sistemas de aislamiento y de entrada y salida de aire impolutos y otra serie de requisitos, además de la logística (materias primas y recursos humanos en cantidad y un largo etcétera)”, vuelve a reflexionar tres años después el actual director técnico de la UPM.

Y, acto seguido, retoma: “Lo que nosotros teníamos era una muy buena instalación y los mejores recursos humanos dentro de la propia facultad para hacer desarrollo de medicamentos”, dice.

Tras la sanción de la ley de producción pública de medicamentos, vacunas e insumos médicos en 2011 y de la reformulación de la UPM en 2013, la unidad se convirtió definitivamente en centro de investigación, desarrollo e innovación que “elabora, hasta en el más mínimo detalle técnico, el know how (conocimiento fundamental) para la producción a escala industrial de medicinas”, subraya Hoya.

Añade que “aunque hasta ahora se ha trabajado, y se lo seguirá haciendo, con el Biológico, la UPM está en condiciones de elaborar el know how para cualquier laboratorio del país”.

LA ACADEMIA

Trabajan en la unidad tres docentes con dedicación exclusiva a la extensión, un becario de la Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia (CIC), dos docentes-profesionales y cuatro ayudantes alumnos rentados, al tiempo que participan estudiantes como voluntarios o realizando sus prácticas profesionales. “Ahí, el rol académico de la UPM”, destaca de Urraza.

El “cómo hacerlo” de un medicamento es, desde ya, uno de los trabajos más delicados en materia de desarrollo e investigación, más aún teniendo en cuenta que la producción en escala, como se indicó, es distribuida a todos los hospitales públicos y centros de atención primaria provinciales.

“Se especifican componentes, cantidades, procedimientos de elaboración, controles analíticos (principio activo, sustancia o droga con acción terapéutica)”, enumera, con trazos muy gruesos, el DT de la unidad.

Pero resalta que se trabaja ante necesidades concretas y planes del ministerio de Salud provincial. Y que en el Biológico deben recibir hasta el más mínimo detalle sobre qué hacer y cómo hacerlo.

También realza que en 49 y 115 solamente se desarrollan “cápsulas y comprimidos (la presentación del 80 por ciento de los medicamentos), no fármacos en formato líquido”.

Paracetamol, Maleato de Enalapril (para la presión), Albendazol (antiparasitario), Atorvastatina (contra el colesterol), Hidroclorotiazida (diurético, todavía en estudio), son apenas algunos ejemplos de desarrollos que, tras pasar por la “fábrica” de Ringuelet, llegan a todos los bonaerenses.

NUEVOS DESAFIOS

En la UPM hay maquinaria nueva. De punta. Y es que la facultad participó en el 2013 de un concurso nacional convocado por el ministerio de Ciencia y Tecnología -a través de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (ANCyT)- para adjudicar el desarrollo de medicamentos para combatir el rebrote de enfermedades como la tuberculosis, la rabia y otras.

“Según los médicos, la extensión de ciertas patologías infecciosas que provocan bajas en las defensas ha permitido su reaparición, así como los movimientos migratorios”, dice Hoya.

Lo cierto es que el ministerio lanzó la línea de financiamiento denominada Fonarsec (fondo argentino sectorial). La facultad se presentó y ganó. Por lo que en 2014 firmó un contrato por el que se le asignaron fondos por 30 millones pesos para investigación, desarrollo e innovación en medicamentos y vacunas. La UPM ya trabaja contra la tuberculosis.

Y el Centro de Investigaciones y Desarrollo en Fermentaciones Industriales (Cindefi), en vacunas antirrábicas.

“El Fonarsec promueve consorcios entre instituciones públicas; así se conformó éste que está integrado por la UNLP, la CIC y la facultad”, apuntan en la unidad académica del Bosque.

Finalmente, destacan otro “hito” en el campo de la producción pública de medicamentos: en 2014 se reglamentó la Ley 27.113 de Promoción de la Actividad de los Laboratorios de Producción Pública. La ANLAP (Agencia Nacional de Laboratorios Públicos) es presidida por el vicedecano de Exactas, Patricio de Urraza.

Desde aquella idea del centro de estudiantes de Ciencias Exactas en 1990 hasta hoy, corrió mucha agua bajo el puente.

Pero llegó a buen puerto. Y desde allí ha zarpado un barco que no conoce límites, pues está basado en la investigación y el desarrollo.

Todo ello, a dos pasos del enloquecido centro platense.

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