Gimnasia se quedó corto en un partido que terminó sufriendo

Pegó de entrada, y pudo golear, pero falló, y en el segundo tiempo terminó aguantando el 1 a 0

Por WALTER EPISCOPO
COMENTARIO

Para Gimnasia, el partido de anoche frente a Quilmes fue el comienzo de una nueva página de su larga historia, con Gustavo Alfaro como entrenador. Y el punto de partida no pudo haber sido mejor. Dos semanas trabajó el equipo albiazul con el nuevo DT, y más allá de la intensa lluvia que cayó durante las horas previas, lo cual modificó las condiciones normales del campo de juego, el Lobo fue una verdadera ráfaga en los primeros 5 minutos.

En el primer intento, cuando apenas habían transcurrido 20 segundos, y tras un pelotazo desde el fondo, se juntaron Bou y Rasic, para que este definiera con todo a favor contra la figura del arquero, que tapó con lo justo. Apuró el conjunto albiazul, que insistió hasta que a los 5 minutos encontró el premio del gol. Llegó Castillón por la derecha y volvió a salvar Dulcich, aunque la jugada continuó, y tras una movida de Rinaudo, le pegó Castillón, y el rebote en el camino le dejó servida la apertura a Bou.

Gustavo Alfaro fue el único de los cuatro entrenadores debutantes esta fecha que ganó, pues Troglio y Falcioni igualaron al frente de Tigre y Banfield, mientras que Llop perdió con Rafaela en cancha de Boca

Seguro que fue la idea futbolística imaginada por Alfaro desde que se hizo cargo del plantel, pero la dinámica del juego hizo que ese magnífico tramo inicial pronto se modificara. No apareció el Quilmes que sorprendió con los triunfos contra San Lorenzo y Vélez, pero al menos cruzó la mitad del campo, y con un par de centros dejó ver que a la defensa todavía le faltan horas de trabajo en Estancia Chica.

Igual, la distancia que separó a los equipos que se cruzaron anoche en el estadio de 60 y 118 fue muy grande. La velocidad y precisión para desarrollar las jugadas marcaron una distancia grande a favor de Gimnasia, que después de un par de sustos, llegó a fondo con una proyección de Oreja, que salvó el arquero tapando con los pies, y un cabezazo de Bou, que salió muy cerca de un palo. Frente a un rival lento, sin claridad, y menos sorpresa, al que le costó muchísimo causarle peligro a Bologna.

No tuvo Gimnasia la misma frescura en el comienzo de la segunda etapa, pero le alcanzó para imponer condiciones y proyectar el trámite contra el arco de los visitantes, y como en aquella ráfaga inicial, la que desembocó en el 1 a 0 de Bou, Rasic y Castillón fueron los que se encargaron de dar las primeras señales, que Oliver Benítez reforzó cuando encontró un tiro libre que el arquero tapó abajo, junto al palo de su mano izquierda.

Todo bien para el Lobo, que de todas formas seguía apenas un gol arriba de Quilmes en un partido que por lo exhibido a lo largo y a la ancho del terreno, debía estar ganando por una distancia mayor.

Perdió el control la formación albiazul, que sin la dinámica con la que se había movido, a partir del cuarto de hora terminó entregando la iniciativa, con la esperanza de una salida en contragolpe. Le faltó imaginación a los encargados de organizar el juego para los visitantes, que buscaron algún tipo de solución con el ingreso de Elizari, y con poquito complicó a la defensa.

Javier Mendoza no pudo hacer que Gimnasia recuperara la aceleración que le permitió sacar un gol de ventaja, y después justificar la victoria, motivo por el cual rápidamente Alfaro buscó alimentar el ataque con Leandro Contín. Los dos se juntaron en una salida que el salteño definió al cuerpo del arquero, mientras el juvenil era bajado cuando acompañaba por el medio.

Para defender con más gente, a la cancha Pouso (por Rasic), y el final se hizo electrizante, porque Rescaldani arañó el empate con una pelota que pegó lentamente en la base del palo derecho de Bologna y se fue de la cancha, y a la vuelta Dulcich le sacó a Faravelli lo que hubiera sido el punto final a tanto sufrimiento.

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WALTER EPISCOPO

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