Mecánica popular
| 23 de Julio de 2016 | 03:08

Por FRANCISCO LAGOMARSINO
Periférico en materia de popularidad pero central en ascendiente, como parte de Las Canoplas, Dintona Rumori y otras formaciones “de culto”, Javier Beresiarte es desde hace treinta años un actor más o menos sigiloso pero siempre ubicuo de citas artísticas en garages, casas tomadas, bares con onda y arquitecturas modernas dispersas en el área metropolitana. Diseñador gráfico, ávido consumidor de músicas, bajista y cantante poco convencional, hace un par de años tomó la decisión de que, en sus propias palabras, “se movieran las cosas”.
Repleto de estribillos, “Trueno Naranja” es el resultado de esa búsqueda y ese arrojo. Bautizado como el legendario Fast-Chevrolet nacido Ford que Pairetti llevó a la victoria en 1968, el álbum acelera a lo largo de poco más de media hora acumulando puntos como para largar en la grilla de los mejores del año.
Editado por la escudería Ultrapop, también puede escucharse como un breve tratado sobre producción, un manual acerca de la germinación de canciones frondosas a partir de esquejes mínimos. En la genética de Beresiarte, sus colaboradores, su banda, hay mucho rock; incontables discos escuchados, oficio a montones. El bajista Diego Morales, el baterista Roberto Morgada, el guitarrista Nicolás Colli, el arreglador y multi-instrumentista Alfredo Calvelo, conformaron un dream-team sin estridencias al servicio de una suerte de new wave más estadounidense que británica, con aires del momento en que el punk inglés insinuaba su paso al siguiente nivel, festivales de San Remo, arrabales y embarcaciones perdidas en el Río de la Plata.
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