“Fue la semana más increíble de mi vida”

El jinete radicado en City Bell consiguió un histórico e impensado diploma olímpico, y, feliz, destacó el proceso que le permitió cerrar la brecha con la elite “centímetro a centímetro”

RIO DE JANEIRO, BRASIL
ESPECIAL

Por PEDRO GARAY
ENTREVISTA

Matías Albarracín camina de un lado a otro en la zona mixta: los periodistas esperan pacientes porque su turno de competir ya ha terminado, pero el jinete platense espera ansioso conocer en qué posición terminará.

“Meter un diploma sería algo increíble”, dice mientras se ubica todavía sexto, tras una ronda B de saltos impecable, con apenas un punto de penalización por superar el tiempo permitido del circuito (68 segundos que recorrió junto con Cannavaro en 71) y sin derribar vallas: la misma actuación que había realizado por la mañana, en la ronda A del Estadio Olímpico Ecuestre ubicado en la barriada de Deodoro, donde ya había pasado a la historia al superar el corte y meterse en la ronda por medallas. Ambas salidas del jinete y su caballo Cannavaro, perfectas, fueron notablemente superadoras de lo realizado en las primeras rondas clasificatorias por el nacido en Curitiba y habitante de City Bell en su debut olímpico.

“Son todos cracks”, se lamenta al repasar por enésima vez la lista de quienes restan por competir, mientras calcula cuantos tienen que tirar un obstáculo para que “el sueño impensado” del diploma se materialice. Cae una valla y Matías se da vuelta, conteniendo por etiqueta la celebración interna: con sólo un jinete de los cuatro que restan que realice una falta, tendrá su premio.

Entonces, Albarracín camina. Ansioso, se saca la gorra, se retoca el corbatín blanco, se quita la gorra, no quiere mirar, quiere mirar... “A Bost lo amo”, dice sobre el jinete francés, “pero tiene que tirar”. Y Roger-Yves Bost tira, asegurando el diploma para Matías Albarracín. No puede celebrar, la competencia requiere silencio, pero su sonrisa grita felicidad.

Pero caballo que alcanza ganar quiere: rápidamente Albarracín, que se queda dando vueltas por “cábala”, recalcula y quiere que alguien más de los “cracks” que siguen (terminarán definiendo el oro olímpico en desempate) se equivoque, quiere terminar “lo más arriba posible”. Pero nadie falla, “acá están los mejores jinetes del mundo”, dice un Albarracín que pasa de la euforia a la resignación: es “apenas” diploma olímpico, un premio impensado para un equipo que, reconoce el platense, llegó a Río “como el equipo más débil”.

Con el octavo puesto final, sin embargo, a medida que charla con periodistas y allegados, la sensación de alegría vuelve a su rostro: lentamente, Albarracín “cae” de su milagro. “Fue la semana más increíble de mi vida, la más linda de mi carrera”, afirma, y cuenta que en la previa “no lo imaginaba, para nada: estar entre los ocho era un sueño casi imposible”.

“Nos íbamos engañando con carteles que pusimos en el cuartito de concentración, que se puede, que hay que tener fe, que sin entusiasmo no se logra nada, para tratar de levantarnos la moral”, revela el jinete sobre cómo el equipo vivía esta clasificación olímpica, que los enfrentó con una elite a la que pocas veces le ven las caras.

Y que, día a día, fueron testigos del crecimiento de Albarracín, hasta sus dos jornadas casi perfectas de ayer. “Fui superándome día a día: el primer partido siempre es el más difícil, cuando ya llegás a la final sabés con qué te vas a encontrar. Y el caballo me fue demostrando que se iba agrandando, nos fuimos agrandando juntos”, dice, afirma que “ponerme nervioso no hubiera servido de nada, yo sabía que ellos iban a hacer cero faltas”, y lanza: “Si hubiera dos o tres rondas más, podría empezar a sacar ventaja”.

El proceso previo, dice el platense, fue clave para conseguir cerrar la brecha y llegar a los Juegos Olímpicos con expectativas (aunque el diploma, claro, sería superador de todo lo imaginable): “Con el Enard tuve un poco más de rodaje, fuimos a Toronto sin que nos faltara nada y estuvimos al primer nivel. Además contamos con la ayuda particular de José Larocca, tuvimos los mejores veterinarios, los mejores herreros. Son cosas que hacen la diferencia: te van acercando un centímetro y otro, y en este nivel todo es milimétrico. Nosotros fuimos acercando centímetro a centímetro de a poco hasta llegar a este nivel”, analiza.

Y él, revela, también llegó a estos Juegos madurado. Albarracín había ganado la plaza para Londres 2012 en el Panamericano de 2011, y sin embargo una lesión de su yegua impidió que compita. “Me tuve que bajar y, sinceramente, sentí un alivio, no sé si estaba preparado. La yegua era joven, y yo había hecho un Panamericano bueno, por eso había clasificado, pero me faltaba un poco más en mi ego para hacer una Olimpíada como la que hice”, cuenta el hijo del multiolímpico y Premio Konex Justo Albarracín, y afirma que “ahora tengo una madurez importante”.

“Son cuatro años de mayor edad, de más concursos, y también de encontrarme con un caballo que me brindaba más seguridad. Y llegamos con un equipo: cuando vos tenés un equipo atrás, tu espalda se ensancha mucho más”, ofrece como un resumen de las claves de la que vuelve a definir como “la mejor actuación de mi carrera, sin dudas. Va a ser difícil reemplazarla, pero voy a seguir luchando porque hice lo mejor que pude, pero no lo mejor que puedo. Quiero estar con un equipo mejor posicionado y que esto sea un empujón anímico para tener más compañeros en finales”.

El futuro, sin embargo, seguirá siendo pura lucha para Albarracín, a pesar del hito de este octavo puesto en la elite: el mundo sigue quedando lejos para Argentina, que, afirma el jinete, tuvo la chance de probar el circuito un puñado de veces antes de competir en los Juegos, “y ellos lo hacen cada semana: nosotros tiramos una valla y tenemos que esperar cuatro años, ellos hasta el fin de semana que viene”.

Es un deporte, dice además, donde “con el dinero se puede hacer una diferencia que en otros deportes no. Si vos no tenés un buen drive, con dinero no vas a ser un top ten. En cambio, en equitación, con dinero y dinero y dinero, podés meterte en el top 15”. Argentina, afirma, recién está pudiendo costear los altos costos de manutención “que hacen una gran diferencia”, y utiliza caballos que todavía están por debajo de los estratosféricos valores de los animales que saltan para la elite.

Por eso, a pesar de la gran actuación de Albarracín, no hay garantías de que consiga regresar nivel olímpico, según él mismo aclara al resaltar el valor de este ciclo olímpico para el equipo de saltos argentino: “Clasificar en sí ya no es nada fácil: y nosotros logramos clasificar un equipo, tener un finalista individual... Es un proceso que se está haciendo bien y hay que continuarlo”, pide Albarracín, para “demostrar que Argentina puede trabajar y que está en un proceso de recambio en todos los deportes. Por eso estoy luchando”.

“Argentina ha trabajado un poco mejor a partir del nacimiento del Enard. Pero cuando se leen las estadísticas, hay que tener en cuenta que estamos contra los mejores del mundo en todas las disciplinas. No hay que pensar que otros deportes no lucharon lo suficiente por el oro: luchan, pero los otros países también. Es un nivel muy parejo, y Argentina, si trastabilla un poco, queda afuera”, opina sobre este ciclo olímpico del deporte argentino este fanático del tenis que tras terminar una de las primeras competencias del torneo tomó un micro desde Deodoro hasta Barra do Tijuca para ver a Juan Martín Del Potro.

“PONER A ARGENTINA EN UN LUGAR DE RESPETO”

Y al respecto, reafirma que el objetivo de todo el equipo siempre fue “poner a Argentina en un lugar de respeto para el mundo ecuestre, y que el resto de los argentinos confíen en que se puede. Y que aquellos que no creían, agachen la cabeza y que trabajen más duro”.

El octavo puesto de Albarracín ya es historia: es el mejor resultado en saltos individuales desde 1966, el cuarto mejor de la historia en la especialidad y uno de los mejores resultados de la equitación argentina a nivel olímpica. “Ojalá sirva”, pide, “para acercar gente al deporte: la equitación tal vez no es muy permisiva, pero siempre se puede. Yo pude lograr un diploma con menos herramientas que todos. Y si no, que sea el fútbol, el rugby, el tenis: el deporte te aleja de muchas cosas malas. A mi me formó como persona”.

City Bell
Estadio Olímpico Ecuestre
JJ OO
José Larocca
Juan Martín Del Potro
Matias Albarracín
PEDRO GARAY
Premio Konex Justo Albarracín
RIO DE JANEIRO
RogerYves Bost

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE