Secuestran a un albañil durante 15 horas y usan su camioneta para comprar droga

Un hombre de 48 años fue secuestrado por tres delincuentes que lo abordaron en Los Hornos. Le pegaron, lo ataron con sogas de pies y manos y lo dejaron encerrado en el baúl de su camioneta. Fueron 15 horas de calvario que terminaron en un descampado, en donde la víctima tuvo que pedir auxilio por sus propios medios. En el tiempo que duró el cautiverio, se presume que los ladrones usaron ese vehículo para comprar drogas y salir a robar.

La esquina de 56 y 149 fue el marco para el comienzo de la pesadilla. Eran alrededor de las 23 del viernes y Rutilio Alfonso Carrera volvía en su Ford EcoSport de la casa de un amigo. Le faltaban pocas cuadras para regresar a su casa, cuando en ese lugar tres asaltantes lo obligaron a frenar. Le apuntaron con armas y se aprovecharon de que llevaba la ventanilla baja.

“Me taparon la cabeza con algo, que creo que era una campera, para que no los viera. Supuestamente, uno me conocía del barrio”, explicó Alfonso.

Los ladrones aparentemente creyeron que ese hombre tenía 20 mil pesos encima. “Te vendieron”, le repetían una y otra vez. Pero la víctima, que es albañil y vive en una modesta casa de la zona, tenía en los bolsillos solamente 700.

Así se convencieron de que no era esa la persona a la que pretendían saquear. Sin embargo, no por eso dieron por terminado el asalto, que se tornó todavía más violento.

Entre los 20 y los 30 años, los delincuentes llevaron al conductor hasta el baúl. En esa maniobra le dieron golpes y culatazos con las armas, para después atarlo de pies y manos con sogas gruesas.

Los tres ladrones se repartieron en el auto. El que se sentó al volante vio que el tanque de combustible estaba lleno y que nadie los había descubierto. Tuvieron vía libre para hacer lo que quisieran, porque esa camioneta no había sido reportada como robada ante el 911.

¿Qué hicieron ellos las siguientes 15 horas? Nadie lo sabe con certeza. Aprisionado en la parte de atrás de su vehículo, el albañil no podía ver dónde lo llevaban. Sólo escuchó en parte las charlas de los ladrones.

“Mirá qué cañas de pescar hermosas que tienen aquellos”, se dijeron en un momento. Para Alfonso, fue señal de que podrían estar en Punta Lara. En otros pasajes de la noche escuchó que supuestamente estaban en Ensenada y Abasto. Con un telón negro en los ojos, cada palabra se convertía un indicio imprescindible.

“Además se bajaban a comprar droga o también a robar. Sentía que frenaban, que se iban un rato y a la media hora volvían”, le contó el hombre a este medio. Claro que no pudo ver nada de eso, pero su sospecha es la misma que comparte la Policía por estas horas.

mas castigo y un desmayo

Corrían las horas y Alfonso empezaba a pasarla cada vez peor. Tenía las manos moradas y los brazos entumecidos por llevarlos detrás de la espalda. La única consideración de los delincuentes fue volver a atarlo, pero por delante.

“Les decía que si querían se llevaran la camioneta o lo que quisieran. Pedía que me dejaran irme pero no”, aseguró. “No queremos el auto. Dejanos hacer la nuestra. Si te portás mal te matamos”, fue la respuesta.

El ladrón que lo vigilaba siguió torturándolo. Con una ganzúa -o algo similar- le hizo cortes superficiales en un muslo. También le pegó más culatazos en la cabeza y lo apoyó el arma en la boca.

Como le faltaba el aire y casi no podía respirar, Alfonso terminó desmayado. Cuando recuperó la consciencia todavía estaba ahí, encerrado en su propio auto y entregado a lo que decidieran los asaltantes.

Al final, cuando ya habían pasado 15 horas de aquel abordaje en Los Hornos, los delincuentes abandonaron a su víctima (ver aparte). Le robaron su plata, algunas herramientas de trabajo y hasta la rueda de auxilio.

“Ahora vas a esperar 10 minutos a que nos vayamos”, fue la última orden que le espetaron los ladrones antes de escaparse, con rumbo y movilidad desconocidos. Todavía no se sabe quiénes son ni dónde están.