La teoría de la resistencia fracasó ¿funcionará el puro diálogo?

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Por FERNANDO CORADAZZI
fcoradazzi@eldia.com

“Lo único en lo que coinciden todos los sociólogos e historiadores es que el peronismo sólo se explica bajo una forma de liderazgo fuerte y carismático. Luego cabe todo o casi todo”, dijo el historiador Luis Alberto Romero.

El problema es que hoy los herederos de Perón no tienen ese líder carismático.

Tras la derrota de Cristina Kirchner en la provincia de Buenos Aires, el principal partido de la oposición, se transformó en una federación de dirigentes -fundamentalmente del interior- y asociaciones como los sindicatos y otras organizaciones sociales.

¿Qué es el peronismo? Vuelve a preguntarse Romero. “Visto en perspectiva, afirmó, es un movimiento de consistencia fluida, entre líquida y gaseosa, con una unidad íntima que es más fácil sentir que definir. Fue manejado por sucesivas franquicias -Perón, Menem, Kirchner-, que en cada ocasión interpretaron el humor de su tiempo y le imprimieron una forma singular. Allí reside el secreto de su perdurabilidad”.

“Pero la franquicia peronista hoy está libre, a la espera de quien conquiste su conducción. Para un aspirante, la condición primera es poder conducir a todos a la victoria”, insiste el historiador porteño.

Las condiciones actuales de ese liderazgo exigen otras premisas: tener capacidad negociadora, descartar actitudes de “boicot” permanente y, fundamentalmente, que rechace de manera tajante aquella frase de “roban pero hacen”.

La sociedad hoy desprecia esa expresión.

El desafío, lo describió bien el analista político Martín Rodríguez: “El peronismo carece de un liderazgo sensible al equilibrio de su más llana contradicción: está compuesto por peronistas que gobiernan (provincias, municipios), por sindicatos y por otros que parlamentan. Sin mayoría social, no hay modo de subordinar la estrategia a la pura resistencia o al puro diálogo”.

 

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