Casa Arana: un símbolo de la época fundacional con el Patio de los Leones

Una llamativa joya arquitectónica realizada con estilo musulmán y que fue incorporando con el correr de los años distintas atracciones que hoy la hacen particularmente rica para aquellos que deseen conocerla

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FICHA
Proyectista:Angel Pérez Nuñez
Dirección: calle 49 entre 2 y 3 número 370
Fecha de Proyecto: 1883
Fecha de construcción: 1883
Modificación: 1889, techado del patio central colocando una lucarna.

La Casa Arana, en 49 entre 2 y 3, es sin lugar a dudas uno de los símbolos más emblemáticos de la arquitectura histórica platense.

Su historia se remonta al año 1883, cuando en consonancia con la fundación de la Ciudad, se iniciaba la construcción de una particular vivienda, en propiedad del doctor Diego Pantaleón Arana. Dardo Rocha, sobrino y yerno al mismo tiempo de Don Diego, en un viaje a Europa que duró dos años (1887-1889), inspirado por su visita a la Alhambra en Granada, decidió obsequiarle una réplica a escala del Patio de los Leones, que con todas sus semejanzas y diferencias igualmente ricas y significativas, posicionan a la vivienda como un bien patrimonial revestido de un valor singular y excepcional desde el punto de vista documental, estético-arquitectónico y simbólico.

Diego Pantaleón Arana, mandó a construir la Casa en 1883, siguiendo los parámetros arquitectónicos de la época: era una casona común, con un pequeño zaguán que conducía a un hall que daba paso a las dos salas con vista a la calle (uno era el escritorio y el otro un recibidor). Detrás de otra puerta, un patio central, y a su alrededor se distribuía el resto de las habitaciones: a los costados los dormitorios, comedor, cocina y baño principal; y al fondo, las dependencias de servicio, comunicada con el patio posterior a través de un pasillo.

EVOCACIÓN A GRANADA

Según los relatos de los bisnietos de Don Diego Pantaleón Arana, Diego y Sara Arana y Maderna, su familia era de origen vasco pero, en el proceso de la reconquista de España, se desplazaron al sur, radicándose en Andalucía.

Así, permanentemente, su bisabuelo evocaba a Granada y deseaba conocerla antes de morir.

Conociéndose este deseo, y ante la imposibilidad de concretar el viaje que junto a su yerno y su hija (esposa y prima de Dardo Rocha), lo llevarían por Europa en 1887, debido a su delicado estado de salud, Dardo Rocha le regaló en su regreso dos obsequios: un juego completo de porcelana de Limoges, comprada en la Exposición Universal de París de 1889, y los moldes de ornamentación inspirados en los de la Alhambra de Granada, con los que construiría, en la casona de calle 49, el Patio Nazarí.

En julio de 1888, Dardo Rocha se encuentra en Granada, recorriendo las grandes obras de la arquitectura hispano-musulmana y talleres de escultura, grabado, ebanistería, talla y restauración de muebles antiguos. De su visita a la Alhambra, existe actualmente en el Museo y Archivo Dardo Rocha, un copioso registro fotográfico obtenido por él mismo.

Lo cierto es que allí se concretaron las primeras acciones que llevaron a la construcción de la réplica del Patio de Los Leones en la casa de Diego Pantaleón Arana. Además del importante registro fotográfico de la Alhambra, Dardo Rocha trajo consigo los elementos necesarios para la reproducción del patio nazarí: siete cajas con moldes de yeso que permitieron desarrollar, entre 1889 y 1891, una obra insospechada, signada por una peculiaridad estilística en una época en que los valores del progreso de la generación de 1880, se veían ejemplificados en la arquitectura a través de la penetración de los modelos europeos; en un momento en que la arquitectura vernácula, es decir, el hispanizado antecedente colonial, entendido como signo de atraso, decadencia y barbarie, debía ser erradicado , y sustituido por el trasplante y la aplicación de numerosos survivals y revivals europeos.

CURIOSIDADES

Según los recuerdos en vida del Doctor Alberto Belisario Arana, hijo de Don Diego Jacinto, y nieto de Don Diego Pantaleón, la casona de 49, además del Patio Nazarí, tiene en su historia varias curiosidades.

Tras la muerte de Diego Pantaleón, Diego Jacinto se mudó a la casa y decidió armar un pequeño jardín lateral. Incorporó especies como la estirlicia, la aquebia, el dindapsus pertusus, bananos, alpina nuctum, caña de ámbar y de bambú, una magnolia, un jazmín del Paraguay y un espinillo.

En relación a las personalidades que desfilaron por la vivienda, y según los registros que Alberto Belisario Arana dejó en vida, se pueden mencionar a Alejandro Korn, Manuel del Carril (secretario del Senado), Pachano (intendente de La Plata), Luis Monteverde (gobernador de la provincia de Buenos Aires), el coronel Larcamón, el señor Gaspar (cónsul de España) y Amílcar Mercader, entre otros.

Otro dato llamativo, tiene que ver con una empleada de la casa que logró convertirse en un gran referente de la “época dorada del tango”, Mercedes Simone, conocida como la “Dama del tango”.

Junto al valor documental debe reconocerse en un monumento su condición de objeto arquitectónico. El valor de una obra arquitectónica radica en la eficacia con que responde a la función que la justifica (la función utilitaria y la función simbólica), en la belleza formal y espacial.

VALOR ESTÉTICO Y OBRAS DE ARTE

En esa misma sintonía, el valor estético de la Casa Arana se encuentra asociado a sus cualidades formales. Es decir, la obra actúa en nuestra experiencia apelando a la sensibilidad: “determinados objetos son apreciados por la atracción que despiertan a los sentidos, por el placer que proporcionan por razón de la forma y por otras cualidades sensibles” (Josep Ballart, 1997: 66).

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