De los gustos clásicos a los más exóticos, sabores para probar repartidos por el mundo

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Algunos memoriosos aún tendrán presente la heladora Antártida, ese electrodoméstico que permitía tener una fábrica de helados en casa y que consideraba como un pecado capital abrir el congelador mientras sus paletas batían los ingredientes para transformarlos en una crema que no siempre quedaba tan firme como lo esperado.

Es que el helado siempre fue un postre que despertó la gula de grandes y chicos.

Ya sea con sus tradicionales gustos de limón, frutilla y chocolate, hasta las variaciones más exóticas. Por caso en algunas heladerías de Argentina hasta se consigue la variedad “misionera” con gusto a yerba mate.

Pero si se habla de gustos “distintos” se puede mencionar el helado de aguacate con menta y crema agria, creado en una heladería de Nueva Orleáns o el helado de pera y queso azul que se consigue en Oregon.

Quienes no temen al desafío podrán probar en México el helado de rábano picante o en Francia, el de foie gras, una especie de paté de hígado helado y en cucurucho.

 

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