Terror en un barrio de Villa Elvira por una batalla campal entre dos bandas
Edición Impresa | 27 de Noviembre de 2017 | 02:35

Las piedras llovían sobre los techos como granizo. La gente rompía los contrapisos para generar cascotes y tener más con qué agredir al grupo opuesto. El enfrentamiento entre dos bandos de un mismo barrio generó destrozos en casas y autos de quienes viven en el lugar, totalmente ajenos a la pelea.
A las 4 de la madrugada de ayer empezaron los primeros choques. Pero era sólo el puntapié inicial, porque el tumulto se extendió por aproximadamente una hora y media.
El escenario fue la cuadra de 94 entre 12 y 13, no por nada en especial, sino porque ahí coincidieron (¿o acordaron?) en cruzarse dos grupos de jóvenes, 15 o 20 por cada uno, enemistados por motivos que nadie supo explicarle a este medio.
El choque tuvo matices de realismo mágico. “Usaban los autos de escudos para protegerse de los cascotazos y botellazos”, graficó María, vecina del lugar, como si le hubiera tocado asistir a un enfrentamiento bélico.
Ella admitió haber escuchado uno o dos tiros, que no lastimaron a nadie: o fueron al aire o el tirador no tuvo puntería.
Cuando se agotaron las piedras o pedazos de escombro que había a la vera de esa calle de tierra, los jóvenes partía en pedazos el contrapiso de una vereda, para aprovisionarse de más.
“Las piedras nos llovían en el techo de nuestra casa, parecía granizo”, comparó una mujer que, aterrada, siguió desde adentro todo lo que pasaba afuera. Todos se quedaron atrincherados y sin ninguna chance de conciliar el sueño otra vez.
Sumada a otros vecinos, ella se comunicó con el 911 varias veces. “Nos cansamos de llamar. Primero pasaron por la esquina y se fueron sin entrar. Después no vinieron más, hasta las 8 de la mañana. En el 911 me cortaban el teléfono, o si no nos preguntaban cosas como si había heridos o la patente del auto que tenían”, protestó María, durante una entrevista con EL DIA. Una fuente señaló que un patrullero fue castigado a piedrazos.
Los bandos enfrentados, uno de las inmediaciones del lugar y otro más cercano a la zona de 14 y 90, se dispersaron cuando estaba por aclarar.
Cuando la calma llegó, la gente del barrio fue confirmando los destrozos. Cuatro autos sufrieron algún tipo de rotura por los cascotazos, y por lo menos una casa presentó daños en su fachada.
La propuesta que la Policía tuvo para darles a los damnificados fue que saquen fotos a lo que quedó roto, para tener la evidencia, hacer la denuncia y esperar a que algún familiar de los responsables se haga cargo de los costos. Ni el más optimista podía creer en esa posibilidad, por lo que lo más probable es que nadie pague por los platos rotos.
El contexto de este episodio tiene que ver con el alto grado de confrontación que se suscita cada fin de semana en la ciudad y en las localidades de la periferia. El consumo de alcohol y drogas va de la mano con los comportamientos exacerbados y la explosión de los resquemores y diferencias comunes entre un barrio y otro.
En el medio sigue estando la gente que nada tuvo que ver con este incidente ni con otros. “Queremos prevención”, pidió la mujer a la que le rompieron los vidrios de su puerta. “Al final, la terminamos pagando los que trabajamos”, cerró.
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