La ineficiencia de Absa preocupa a los platenses

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No existen dudas –y así se lo ha señalado reiteradamente en esta columna- acerca de que muchos de los problemas relacionados al funcionamiento del servicio de agua domiciliaria en nuestra ciudad responden a la falta de inversiones registrada a lo largo de muchos años, en una situación que se vino traduciendo en la recurrente baja presión del suministro, en las numerosas pérdidas que se presentan en las redes y en la reiteración de los cortes en la distribución.

Sin embargo, en los últimos tiempos, se advierte la incidencia de un nuevo factor negativo, consistente en las largas demoras con que se concretan las reparaciones. Se ha incrementado el precio del servicio pero a mayor ritmo crecen las falencias, aún en invierno. Con la proximidad de la época de las más altas temperaturas es de esperar que se ponga mayor diligencia en los arreglos.

Hasta hace un tiempo la mayor cantidad de quejas que los sufridos habitantes de la Ciudad hacían llegar al diario se referían a la red de distribución eléctrica. Actualmente ese lugar lo ocupa el abastecimiento de agua. Es cierto que son necesarias grandes inversiones, después de décadas de abandono. Pero en el mientras tanto debería realizarse un mayor esfuerzo para superar las dificultades diarias.

En muchas ocasiones, tal como las crónicas de este diario lo vinieron reflejando, los vecinos dijeron haberse comunicado con la empresa Aguas Bonaerenses, para recibir como respuesta que las distintas situaciones denunciadas iban a resolverse en el curso de varios días, sin obtenerse, además, otras precisiones. Desde luego que no hace falta describir las penurias que implica para la vida de los habitantes la falta de agua. Y las demoras en solucionar el problema que reflejan una ineficacia llamativa.

Lo cierto es que, sea por un motivo o por otro, hace ya muchos años que el servicio de agua domiciliaria en La Plata exhibe graves fallas, originándose así un suministro más que irregular –especialmente en la temporada veraniega-, con situaciones ciertamente dramáticas, aunque durante todo el año los problemas se repiten. Y que a pesar de los cambios de administración, no se solucionan.

Tal como lo han hecho ver los especialistas en el tema, esas causas no están –o no debieran estar en modo alguno- relacionadas con problemas en captación y potabilización del agua, sino con la creciente insuficiencia que muestran las redes de distribución. Tampoco es válido atribuir las deficiencias solamente a las interrupciones en la prestación del servicio eléctrico, una alternativa que siempre fue desechada expresamente desde la empresa distribuidora de la energía eléctrica de la Región.

No puede tampoco dejar de mencionarse el hecho de que, en muchas oportunidades, la empresa Absa encara trabajos de reparación de las redes, algo que la obliga previamente a romper las veredas, sin que tampoco –después de haberse concluido con la reparación técnica- se hubiese hecho cargo de dejar las veredas en las buenas condiciones en las que se encontraba antes de haber operado en el lugar.

Un servicio público esencial, como es el del agua, se debe caracterizar por su confiabilidad y eficacia, de modo que los cortes del suministro debieran verse reducidos a su mínima expresión. Sin embargo, a medida que pasan los años, la prestación se ve cada vez más degradada.

La empresa está obligada a brindar un servicio pleno y sin interrupciones, acorde también a los costos que le insume a los usuarios el pago por esa prestación.

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