Una seria violación a los derechos de los mayores

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“Ninguno de los treinta geriátricos que estudiamos requería el consentimiento informado de las personas mayores para su admisión. Les bastaba solamente la firma de un familiar y demostrar que uno podía pagar. Y aunque en uno de ellos exigían conocer a las personas antes de admitirlas, este encuentro no era para averiguar si ellas estaban de acuerdo con quedarse a vivir ahí sino para determinar si su grado de dependencia podía ser problemático. Además de que constituye una violación a los derechos de las personas mayores, esta situación resulta especialmente preocupante si se tiene en cuenta que muchos adultos no llegan a los geríatricos por sus necesidades de cuidado sino para hacer un lugar en la casa para sus familias”.

Cuando una persona es admitida, quizá tiene problemas para ir al baño, pero aún logra hacerlo con algo de ayuda. Pero luego se les obliga a usar pañales y pierden esa capacidad”.

Trabajé como enfermera en varios geriátricos y la forma en la que tratan a los residentes es espantosa... Era habitual darles pastillas para dejarlos tranquilos”.

 

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