¿Será 2017 el año del despegue del campo?
Edición Impresa | 5 de Marzo de 2017 | 07:41

Hay coincidencias en que el sector agropecuario es uno de los motores de la economía argentina.
Según un trabajo de la consultora Management & Fit su aporte directo al PBI es relativamente bajo, de apenas 6%.
Tampoco se trata de un sector mano de obra intensivo: sólo el 5% del empleo registrado trabaja en esta actividad (aunque el empleo informal es común, tampoco aumentaría el porcentaje a niveles significativos).
Sin embargo, el aporte del campo excede estos números, ya que su eslabonamiento hacia delante en la cadena de valor y a los costados con otros sectores es muy relevante.
Un pequeño (y no exhaustivo) listado del efecto del campo sobre la economía puede verse en las ventas de maquinaria agrícola o de pick ups, que encabezan el rating de los modelos más vendidos en el país.
La actividad también genera un flujo de fondos importante que dinamiza la actividad comercial del interior del país y hasta también ha sido uno de los factores de expansión del transporte, la construcción y la actividad inmobiliaria de la última década.
REFORMAS
Las reformas implementadas tras el cambio de gobierno (baja de retenciones, eliminación de restricciones a la exportación, devaluación) dieron un marcado impulso a la actividad sectorial.
La actividad también genera un flujo de fondos importante que dinamiza la actividad comercial del interior del país y hasta también ha sido uno de los factores de expansión del transporte, la construcción y la actividad inmobiliaria de la última década.
Por caso, el volumen de producción de los principales cultivos locales (soja, trigo, maíz y girasol) de la campaña agrícola 2015/16 fue récord y las exportaciones aumentaron un 2% (en un contexto de caída de precios).
También se trata de la principal fuente de divisas, cuestión clave para una economía que choca contra la restricción externa de forma recurrente.
Poco menos de 7 de cada 10 dólares de las exportaciones provienen del agro y sus productos derivados. Asimismo, la ventaja competitiva que tiene nuestro país en lo que hace a la producción agropecuaria se traduce en muy bajas importaciones de este tipo de bienes (6% del total de importaciones de 2016 fueron productos primarios o sus manufacturas).
Por lo tanto, la balanza comercial agropecuaria es superavitaria (35.343 millones de dólares el año pasado), lo que permite compensar el fuerte y persistente déficit en manufacturas (30.495 millones de dólares) y el relativamente reciente rojo en la balanza energética (2.760 millones de dólares).
EXPECTATIVAS
La campaña agrícola 2016/17 traería ciertos cambios respecto a las anteriores. Las proyecciones de área sembrada del Ministerio de Agroindustria para los principales cultivos indican un incremento en las hectáreas dedicadas a trigo, maíz y girasol (5,3, 7,2 y 1,6 millones de hectáreas, respectivamente), en detrimento del campo destinado a la soja (29,8 millones de hectáreas), que, de todas formas, seguirá siendo el cultivo estrella.
Esto refleja un cambio en los incentivos ofrecidos a los productores.
La soja aún paga retenciones mientras que los demás cultivos no.
En el caso del trigo, también se eliminaron las restricciones a su exportación.
La dinámica de los precios también afectó la intención de siembra.
Las proyecciones del FMI para el 2017 muestran un mejor desempeño para el trigo y el maíz en relación a la soja.
Aunque persiste cierta incertidumbre ligada al clima, la producción agrícola sería importante.
Las proyecciones de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires para la cosecha de soja, maíz, trigo y girasol totalizan cerca de 110 millones de toneladas, cifra similar a la que puede inferirse de las estimaciones del Ministerio de Agroindustria (asumiendo rindes similares al promedio del último lustro).
Si bien este volumen estaría 2% debajo del registrado el año anterior, cabe recordar que la campaña 2015/16 fue récord (casi 113 millones de toneladas).
El sector agropecuario comienza el 2017 con el pie derecho. El buen volumen de producción ayudará a la recuperación económica
Estas proyecciones asumen una baja en la cosecha de soja y maíz, compensadas por aumentos en trigo y girasol.
Lógicamente, las estimaciones son contingentes a la evolución del clima, que en algunas zonas del país ocasionó excesos hídricos y en otras provocó temperaturas más altas a lo anticipado, y cuyo efecto final aún no puede determinarse con certeza.
El sector agropecuario comienza el 2017 con el pie derecho. El buen volumen de producción ayudará a la recuperación económica, traccionando sobre el transporte, la industria y los servicios (actividad comercial), sintiéndose primero en el interior del país y luego en los grandes centros urbanos.
Con un ojo en las legislativas, el Gobierno precisa que la reactivación económica tome impulso cuanto antes.
La clave estará en el crecimiento del segundo trimestre, ya que el mercado laboral (lo que verdaderamente le importa al votante) se mueve con un rezago de varios meses.
Si el Gobierno pretende que la economía “traccione” las urnas, el nivel de actividad tendrá que mostrar buena dinámica.
Casualmente (o no), el empuje del agro es más intenso en el período electoral clave.
Si las perspectivas comentadas se concretan, serían muy buenas noticias para el Gobierno.
Mientras tanto, los principales cultivos se vieron favorecidos con las lluvias de la última semana, que permitieron renovar las reservas hídricas y mantener los 91,8 millones de toneladas de soja y maíz estimados, según el Panorama Agrícola Semanal de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.
En sus Estimaciones Agrícolas dadas a conocer en la semana, la entidad señaló que “nuevas precipitaciones sobre gran parte del área agrícola nacional aliviaron el estado crítico de lotes de soja y maíz que se encontraban en condiciones de humedad regular”.
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