Siguen sin respuesta los reclamos para que la Ciudad cuente con bicisendas

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La última movilización de ciclistas que se nuclearon en torno al palacio municipal platense en reclamo del tendido de bicisendas en los principales corredores de entrada y salida de la Ciudad, seguida por una posterior “pedaleada” por distintas calles que se desarrolló con éxito, pese al mal tiempo, con una importante concurrencia de ciclistas, no vino sino a dar una vuelta más de tuerca a un proceso iniciado hace ya largos años, tendiente a que se pongan en vigencia medidas que faciliten el uso de bicicletas por las muchas ventajas que supone su utilización como medio de transporte urbano.

Los manifestantes insistieron en la necesidad de contarse con bicisendas, porque beneficiarían a miles de la habitantes de la región que, en la actualidad, se privan de utilizar sus bicicletas, para ir al trabajo, a sus lugares de estudio o simplemente a recrearse, por los peligros que supone compartir las calles con los automotores.

Ciertamente, hace ya décadas que se reclama instrumentar un diagrama callejero que incentive el empleo de bicicletas en la Ciudad. No obstante, el avance hacia ese objetivo sigue siendo lento, aún cuando ya se encuentran en pleno curso programas muy avanzados como los instrumentados en la Ciudad de Buenos Aires con la demarcación de las bicisendas en el centro y en los barrios porteños, así como en Mendoza, Rosario y Córdoba que han sistematizado programas que incentivan el uso de bicicletas.

Lamentablemente, no ocurre lo mismo en nuestra ciudad. En una nota publicada meses atrás en nuestro diario, se definió con razón a La Plata como a una ciudad hostil con la bicicleta, ante la absoluta falta de bicisendas, de estructura vial apropiada y de mínimas medidas de seguridad y protección que garanticen a los ciclistas una presencia segura en las calles.

La presencia de pavimentos ondulados, con baches y grietas; la subsistencia de muchas calles con empedrado en las que circular con bicicleta se convierte en una aventura riesgosa; las muchas vías tranviarias en desuso que persisten y que crean peligrosos desniveles, así como la falta de carriles exclusivos y de lugares para estacionarla, son parte de las numerosas dificultades existentes y demostrativas de la carencia de una cultura vial acorde a las tendencia mundial que reconoce a la bicicleta como un medio apto de circulación en las grandes ciudades.

Por otra parte, el explosivo crecimiento del parque automotor y también el de motos demanda variantes creativas para evitar el colapso del tránsito. Y en ese sentido, tanto el refuerzo y el mejoramiento del transporte público como la estimulación de medios alternativos -como podrían ser consideradas las bicicletas- son contribuciones importantes a la descongestión del tránsito vehicular.

El tema planteado es conocido y fueron ya varias las administraciones municipales que prometieron plasmar medidas de fomento del uso de la bicicleta en la Ciudad. Sin embargo, los anuncios quedaron en el plano declamativo y lo cierto es que es muy poco aún lo que se ha avanzado en la búsqueda de soluciones realistas para un problema que sin dudas es muy complejo. Es de esperar, entonces, que la Ciudad enfoque en forma integral la mejor forma de racionalizar el uso de la vía pública y el fomento de los sistemas de transporte más convenientes.

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