“Me agarró del brazo y me amenazó con un cuchillo”

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En ese barrio de Olmos, donde el condenado por abuso vivió siempre, todos lo conocían y lo tenían identificado. Aunque tal vez no lo conocían de cara y eso le jugó a favor para mimetizarse entre el resto de la gente antes de lanzarse a atacar a cuatro mujeres de la zona, con el antecedente de haber salido de la cárcel hace solamente dos semanas.

La modesta casa de 183 entre 36 y 37 fue el punto de encuentro de decenas de vecinos que fueron a expresar su bronca por estas violaciones que, por uno u otro motivo, quedaron truncas. La policía tuvo que intervenir para llevarse detenido al sospechoso.

Uno de los abusos lo padeció Gloria (22). El lunes, después de haber llevado a su nena al jardín, caminaba de vuelta a su casa. Pasó a 100 metros de la casa del acusado, de 27 años.

“A la ida lo vi, pero no me hizo nada, porque andaba bastante gente. A la vuelta pasé sola. Saltó enfrente de mí, me agarró del brazo y me amenazó con un cuchillo. Creí que me estaba por robar y le tiré el celular, que era lo único que tenía”, contó la joven.

Sin embargo, los planes del hombre eran otros. Según contó la víctima, él la condujo hasta el costado del camino de tierra, intentó sacarle la ropa y amagó con lastimarla en el cuello.

Gloria empezó a gritar. Aunque nadie la escuchó, esa actitud amedrentó al delincuente que, por un segundo, se asomó a la calle para ver si había testigos.

Cuando la chica intentó soltarse, el agresor volvió a sujetarla y la lastimó con el cuchillo en las dos piernas. Después de apuñalarla volvió a arremeter en su intento de violación, pero ella terminó ganando en el forcejeo.

“Me solté y salí corriendo. No vi si me persiguió, porque en ningún momento me di vuelta”, reconoció la joven, durante una entrevista con EL DIA.

Al día siguiente se produjo otro de los intentos de ataque del mismo delincuente, en un horario similar y en circunstancias parecidas.

Quien lo sufrió fue una joven de 19 años, también vecina del barrio, que iba por 185 entre 42 y 43.

Mientras caminaba sola, vio que en la mano de enfrente, dentro de un obrador, un sujeto silbaba y “le decía cosas” ofensivas, según contó un familiar de ella.

A la chica le bastó un golpe de vista para comprobar que él se estaba masturbando, y que laincitaba de palabra para que se acercara hasta ahí.

Ella también huyó despavorida y se refugió, para después contarle a sus allegados lo que le pasó.

un linchamiento que no fue

Esos dos casos, sumados a otros dos en la misma zona, hicieron estallar los ánimos y generaron una manifestación espontánea en la puerta de su casa.

El objetivo de muchos era lincharlo o tomar alguna represalia. “Lo tuvieron escondido en la casa hasta que vino la policía y se lo llevó”, relató una de las 30 personas que se agolparon ahí.

Anoche era fuerte el rumor de que al presunto abusador lo habían liberado. Sin demasiadas certezas al respecto, el sentimiento de mucha gente seguía siendo el mismo que los llevó a protestar contra él. La posibilidad de una pueblada era tangible y cercana.

 

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