Le sobró experiencia para ganar otra vez el clásico
Edición Impresa | 14 de Mayo de 2017 | 05:11

Por MARTIN CABRERA
Estudiantes tiene un no sé qué para ganar los clásicos. En algunos mostró mucho fútbol, en otros coraje, alguna vez suerte y a veces algo que es difícil de explicar, como ayer, que no tuvo una tarde llena de luces pero igual le ganó -y bien- a Gimnasia por 1-0 para estirar su paternidad.
Como primera medida lo ganó porque comenzó el partido con mayor ambición que su rival, que recién se animó con el 0-1. Aunque sin sobrarle nada, fue más agresivo y buscó desnivelar por las bandas, siempre con sus centrales cerca de la mitad de la cancha.
También lo ganó porque acertó la jugada más clara que tuvo y luego supo aguantarlo. Salvo en el arranque del primer tiempo y en el final con el remate de Lorenzo Faravelli, Gimnasia prácticamente no llegó con claridad hasta el arco de Mariano Andújar.
Pero básicamente lo ganó porque tuvo en el mismo equipo y al mismo tiempo a jugadores especialistas en este tipo de partidos, como Rodrigo Braña, Mariano Andújar, Leandro Desábato, Israel Damonte y Jonatan Schunke. Desde ayer se mete en ese pabellón de “héroes” el uruguayo Matías Aguirregaray.
Lo del Chapu fue para el aplauso. Ya lo había dejado claro el año pasado en el último clásico y ayer lo ratificó. Con 38 años es un jugador para ganar este tipo de partidos: corrió, tuvo la pelota, distribuyó, gritó, cortó el juego cuando era necesario... Hizo todo bien. Las estadísticas no mienten: jugó 12 clásicos y ganó 9.
Apenas un escalón por debajo habría que poner a Israel Damonte, que luego de pasar un mes fuera de las canchas regresó al equipo para marcar el gol del triunfo, el primero personal en la historia de los clásicos. Marcó y supo ocupar los espacios justos. Siempre apareció dónde tenía que estar. Se fue de Quilmes con otro triunfo y la frente en alto de no haber perdido nunca frente a Gimnasia en más de 10 jugados.
También aportaron lo suyo, en menor medida, dos veteranos de guerra, Jonatan Schunke y Leandro Desábato. No llegaban con los mejores antecedentes e incluso algunas actuaciones recientes por debajo de sus posibilidades. Pero ayer se hicieron impasables, con algunas limitaciones y errores, claro, pero importantes para el equipo. Lo del Chavo es récord: 18 clásicos jugados, con 10 triunfos, 7 empates y una sola derrota. No hay otro jugador de Estudiantes que lo pueda superar.
Mariano Andújar, otro que no llegaba de la mejor manera al partido y con muchos interrogantes en relación a su nivel, ayer fue clave al sacarle un remate de gol al pibe Ramírez, un tiro libre a Brian Alemán y el último remate de Faravelli. Otro jugador con ADN en clásicos: 10 jugados, con 7 triunfos y tres empates.
Por último, a la hora de los créditos de la película, hubo dos jugadores que ayer se consagraron. Uno, Matías Aguirregaray, uruguayo con marca y audacia, que estiró su buen momento con una actuación para el aplauso. El otro, muy pero muy castigado por los hinchas, Sebastián Dubarbier, que ayer jugó su mejor partido con la camiseta de Estudiantes. Justo en el clásico.
Hace dos semanas, en Medellín, este mismo grupo recibía un golpe que parecía ser letal. El futuro asomaba muy oscuro en la antesala de partidos tan importantes como Boca y el clásico. Evidentemente, con tanta experiencia dentro del campo nunca hay que darlo por muerto hasta que realmente lo esté. Todavía respira y le queda hilo en el carretel.
OBJETIVO LIBERTADORES
El futuro de Estudiantes es la Copa Libertadores. Por un lado por el partido que jugará el próximo jueves contra Barcelona, donde buscará un triunfo que alimente su lejano sueño de clasificar a octavos.
Pero básicamente el triunfo de ayer lo volvió a instalar en esa lucha por meterse dentro de los primeros 5 equipos. Es verdad que ganaron Banfield y San Lorenzo, pero ahora le queda un camino relativamente más liviano y sus chances son más que hace una semana atrás.
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