Vivas y su relato salvaje

No fue una noche más para todos aquellos que fuimos testigos del empate entre Estudiantes y Boca, partido envuelto entre el helicóptero de los sub 20 y la reacción del técnico albirrojo.

Era el mejor momento de Boca, parecía que se llevaba todo por delante pero tras un ataque local, llegó el ataque de Vivas. Explotó, no midió, se sacó y su interior le ganó a cualquier forma pre establecida. Corrió, reclamó a grito pelado y en carne viva, para después descontrolarse definitivamente cuando lo expulsaron.

La ligó la camisa y también el micrófono, aparecieron los insultos desencajados al aire y la espalda tatuada. Ovación desde la tribuna que se fusionó con muchas caras de asombro. Pocos segundos que seguirán robándose mucho tiempo de análisis.

¿Estuvo bien Vivas? ¿Es justificado lo que hizo? La respuesta es no. Es una figura pública que además lidera un grupo, un equipo y representa a una institución. Eso no lo transforma en un robot pero lo lleva a tener que conservar cierta forma.

¿Es entendible la reacción? Acá entra a jugar el ser humano, el tipo común que más allá de gozar de ciertos privilegios, siente de la misma manera que cualquiera. Lo bueno y lo malo no distinguen y hacen su juego. El hombre le ganó al entrenador y fue así como se olvidó de todo el contexto, de la misma manera que nos pasa a todos cuando nos topamos con algo que nos parece injusto y nos retuerce hasta hacernos estallar. Algunos lo hacen, otros se muerden los labios para mantener las formas o para evitar el conflicto y tragan. Al fin y al cabo todos reaccionamos.

Vivas no vendió humo, no siguió tras el partido atacando a Trucco para quedar bien parado, pidió disculpas sinceras y se fue sin esa mochila bastante pesada, donde no estaba solamente la bronca por la jugada en cuestión. Había más.

Seguramente en un futuro cercano pueda seguir más tranquilo y liviano, sabiendo que el entrenador estuvo muy mal, pero que el ser humano quizás no...

 

 

 

 

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