La esperanza de vivir en una ciudad limpia

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No sólo es la concesión más cara de todas las que otorga la Municipalidad -representa casi la mitad del presupuesto de la Ciudad- sino que es clave para la vida diaria de los miles de habitantes de estos pagos.

La Plata, hoy, paga una fortuna por un servicio malo, antiguo y que está lejos de los estándares que serían deseables para la ciudad capital del llamado primer Estado argentino.

La quimera de la recolección diferenciada terminó en eso: una quimera. Ya nadie -o casi nadie- se preocupa por la bolsa negra y la bolsa verde. Y lo que es peor, tampoco se ve desde el gobierno municipal alguna seria intención por avanzar en ese sentido.

Puede, el nuevo pliego licitatorio disponer la división en dos zonas de la Ciudad. Puede disponer la utilización de los contenedores, pero si a estos cambios mínimos e indispensables no se los acompaña por la consiguiente y obligatoria campaña de educación y control, todos los esfuerzos serán vanos.

El vecino deberá acostumbrarse a vivir con los contenedores. El Municipio deberá velar para que los horarios de recolección se cumplan a rajatabla -un contenedor desbordado con el calor del verano y en la puerta de una casa no sería bien recepcionado-. Pero por sobre todas las cosas, se le debe asegurar al contribuyente que va estar mejor. Es decir, que va a vivir en una ciudad limpia. Lo que, hoy por hoy, no ocurre.

 

 

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