Bajo presupuesto, efectividad y personas reales: las claves del nuevo cine de terror
Edición Impresa | 4 de Septiembre de 2017 | 04:37

Su nombre resuena menos que el de Clint Eastwood, Steven Spielberg o Christopher Nolan, pero su cine no solo rinde tan bien como el de ellos en la taquilla, sino que ha transformado el panorama de un género entero en poco más de una década: James Wan, el cineasta malayo de 40 años conocido como el nuevo “rey del terror”, inició la transformación del género con “El juego del miedo”, que realizada con un presupuesto de 1.2 millones de dólares recaudó en las boleterías 105 millones de dólares, iniciando con semejante éxito una franquicia de ocho películas y abriendo la puerta a la creación de similares franquicias bajo presupuesto y alta eficacia para el susto.
La última de las creaciones de Wan, “Annabelle”, tiene su precuela, “Annabelle: Creación” (a su vez, una precuela de “El conjuro”, otra saga iniciada por el cineasta), en los cines locales, y era hasta ayer la cinta más vista del fin de semana con 280 mil boletos cortados, 240 mil más que la segunda en la lista, “El fútbol o yo”: el terror de Wan rinde. ¿Cómo hace el malayo para construir éxito tras éxito?
Gente real
Además de “El juego del miedo”, Wan creó las sagas “Insidious” y, la más exitosa de todas, “El conjuro”, que lleva ya dos spin offs, “Annabelle” (la segunda en cines) y “The Crooked Man”, programada para 2018.
“Tengo un entendimiento innato de aquello que aterroriza a la gente en una película, pero en parte se debe a que miro las cosas a través de una perspectiva muy común y cotidiana”, explica el cineasta su éxito, y avisa que suele subvertir elementos con los que “todos nos identificamos”.
“Si el espectador se ve reflejado con lo que ve en la pantalla, eso hace que los sustos y el terror sean más potentes. Yo mismo me uso como barómetro. Me gusta pensar que si me asusta a mí, es probable que a la gente también”, indica el cineasta malayo.
“La idea de que tu hogar, tu santuario, ese espacio personal, ha sido invadido por algo que no comprendes, crea un terror en el que todos nos podemos identificar”, afirma el cineasta James Wan
De hecho, gran parte del éxito de “El conjuro” fue su pareja protagonista. El reto de Wan consistió en mantener el foco de interés sobre la pareja de investigadores y evitar así que la posesión satánica les robara todo el protagonismo.
Por ello, en el largometraje hace acto de presencia una tétrica monja que persigue a Ed Warren y que se cuela en las visiones de Lorraine: “La gente ve la película porque adora a Patrick Wilson y Vera Farmiga, y no podemos olvidar que ellos son la razón por la que existe esta producción”.
“La idea de que tu hogar, tu santuario, ese espacio personal, ha sido invadido por algo que no comprendes, crea un terror en el que todos nos podemos identificar”, agrega quien a pesar de dirigir “Rápido y furioso 7” repite su mantra: “Los personajes y la historia importan, no todo es espectáculo e imágenes potentes”.
PRESUPUESTO
De hecho, a pesar del éxito de sus sagas Wan ha mantenido en sus producciones los bajos presupuestos: la séptima entrega de “El juego del miedo” fue realizada por 11 millones de dólares, monedas si se tiene en cuenta el presupuesto que utilizan los tanques de Hollywood, superiores a menudo a los 100 millones de dólares; “El conjuro 2”, la más cara de sus obras, costó 40 millones de dólares, un riesgo calculado ya que la pareja de actores llevó 330 millones de dólares a la taquilla; “Annabelle”, desprendimiento del universo de “El conjuro”, apenas costó 6 millones. Y recaudó 256.
La fórmula es clara: bajo presupuesto, bajo riesgo. Y gran ganancia, porque el terror de Wan ya le ha tomado el pulso al público (de por sí ya adepto al cine del género, siempre taquillero porque es un “programón” para las noches adolescentes): la audiencia nose agota de su particular estilo de terror, uno que no precisa de efectos especiales carísimos o estrellas internacionales, sino de creatividad, efectividad y personajes con los que el público se identifique.
Manipulacion
Conseguir esa perfecta mezcla de elementos en la pantalla para controlar por completo las pulsaciones e incluso la respiración del espectador, le ha deparado a Wan ser calificado por muchos críticos como “un gran manipulador”, algo que se toma como un gran elogio.
“Me honra. Recuerdo haber leído hace mucho un libro sobre Steven Spielberg y hablaban de él como un gran manipulador de emociones. Él es uno de mis ídolos. Aspiro a ser cómo él”, confiesa, y dice que, al final, confía en su propio instinto para saber cuándo una secuencia da realmente pavor. Y ha demostrado que su instinto sabe.
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