Qué dejaron los Globos de Oro: la corrección política, las injusticias y los grandes ganadores de la gala
Edición Impresa | 9 de Enero de 2018 | 04:19

La temporada de alfombra roja es divertidísima, pero en el fondo, claro, todo premio carece de sentido. ¿Cómo se vota quién actuó mejor, cómo se define cuál fue la mejor película? Un grupo arbitrario de cinéfilos vota y crea un halo de prestigio y objetividad alrededor de un galardón, pero en realidad toda votación se parece a una charla de bar entre amigos amantes del séptimo arte.
Y eso, sin considerar el lobby que opera detrás de escena para que los críticos vean las películas y elijan unas por sobre otras; y sin tener en cuenta la ceguera del cortoplacismo y lo presos que estamos todos de las tendencias, explicación de por qué tantas obras maestras fueron ninguneadas por los premios.
La politización de los premios de Hollywood se ha vuelto notable en los últimos años, con premios inexplicables a películas como “12 años de esclavitud” o, en menor medida, “Luz de luna”, o la adoración por “Big Little Lies” desde los Emmy en adelante. Y fue la gran protagonista del domingo, en unos Globos de Oro marcados por la denuncia contra el voraz machismo de la industria tanto en la alfombra roja como a la hora de los premios.
Esta politización tiene dos caras. Por un lado, todo premio es político, ningún premio es “puro”, como muchos pretenden: la inclinación de los votantes por temáticas que resuenan hoy en la agenda y en la sensibilidad social simplemente vuelve explícita esa politización, desprovista de esa falsa superioridad tan común en el crítico de arte, parado por encima de los acontecimientos y pensando siempre en términos meramente estéticos. Premiar convicciones para que ciertos debates tomen visibilidad, después de todo, podría dar algo de sentido a estas galas... Pero, por el otro lado, la invasión de la corrección política ha distorsionado la lógica de los premios, al imponer tendencias sobre calidad. “Este año en todas las premiaciones van a ganar películas y series ‘apropiadas’, sean buenas o no”, disparó el crítico Diego Lerer. De todos modos, dicha lógica, como ya fue señalado, no tiene demasiado sentido y, por lo tanto, todo premio asoma caprichoso, debatible.
Por ejemplo, el galardón para Saoirse Ronan como mejor actriz cómica pareció exagerado: a caballo del “hype” que tiene la película con puntaje más alto de la historia en el agregador de críticas Rotten Tomatoes, la protagonista de la cinta de Greta Gerwig fue premiada por componer al alter ego de la directora, una chica querible y una actuación magnética, pero que cae en alguna exageración. En la misma terna estaba Emma Stone, por su trabajo como Billie Jean King en “La Batalla de los Sexos”, donde brilla desde la sutileza. Es la mejor actriz de su generación.
Otra delicada y valiente actuación, la de Timothee Chalamet, tampoco ganó el Globo de Oro. Cayó en una categoría imposible de ganar para un anónimo de 22 años, compartiendo terna con Daniel Day-Lewis en su última película como actor (“El hilo fantasma”, que estrena el 15 de marzo), Gary Oldman camino al Óscar postergado por encarnar a un prócer (Churchill en “La hora más oscura”; llega el 15 de febrero) y Tom Hanks; pero el trabajo del chico de “Llámame por tu nombre” (22 de febrero) es increíble: pone el cuerpo de la manera más literal y profunda (y no las prótesis para parecer igual a una figura histórica, típico cebo de Óscar) detrás del terremoto emocional y hormonal en una jugadísima coming of age explorada desde lo físico, con un guión silencioso y perfecto. La película del italiano Luca Guadagnino, sutil y preciosa, tampoco recibió amor de los votantes en otros rubros. Como ocurre cada año con las producciones realizadas por fuera de la industria, siempre queda la duda de si fueron muchos los votantes que llegaron a verla...
La misma duda tienen los productores de “Una mujer fantástica”, la cinta chilena, y también los animadores de todo el mundo. El triunfo de “Coco” en la categoría animada es la confirmación de que Disney-Pixar gana en piloto automático. Desde “Rango” (2011) que una película que no sea del estudio no gana un Premio de la Academia, mientras que en los Globos de Oro alguno de los dos estudios ganó durante las últimas tres ediciones.
“Coco”, aclamada críticamente, es ciertamente una proeza técnica, pero también una muestra más de la “disney-ización” de Pixar: temática y narrativamente bastante conservadora, es un intento algo desvergonzado de capitalizar el creciente público latino, brilla en los detalles de la puesta de México y la Tierra de los Muertos, emociona sobre el final, pero aburre un poco en el gag fácil, y es un poco condescendiente con los latinos (es lo que ocurre cuando una película sobre una cultura es escrita desde otra cultura).
¿Había mejores que “Coco” este año? “Las aventuras de Capitán Calzoncillos”, ni siquiera nominada, era una opción más interesante, menos automática. Otras joyas del género este año (“Lu no Uta”, la ganadora en el festival de animación Annecy, orienta el estilo freak de Masaaki Yuasa hacia los temas de Ghibli para ganar tracción en el público internacional) no eran elegibles por no haberse estrenado en EE UU, otra muestra de la arbitrariedad de estos premios aparentemente universales.
Pero si el premio para “Coco” era “cantado”, no lo era tanto el botín que se llevó “Tres anuncios por un crimen”: la gran candidata era la fábula oscura de Guillermo Del Toro, “La forma del agua”, una canción de amor al cine clásico de monstruos con un mensaje pro-freak en tiempos de Trump que asomaba como la mezcla ideal de cine y mensaje en la temporada de premios.
Pero la cinta de Martin McDonagh dio el batacazo con una historia que toca algunos de los mismos temas urgentes (discriminación, odio, violencia y perdón en EE UU), pero mucho más ambigua: una topadora emocional empujada por Sam Rockwell (mejor actor de reparto), Frances McDormand (mejor actriz dramática), Woody Harrelson y un guión potente pero matizado por un negrísimo humor. Una de las mejores películas de la temporada (aunque la crítica está dividida: recuerda al cine de los Coen que tan mal se lleva con los especialistas en Argentina) se estrena en Argentina el 18 de enero.
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