Festifreak: “La omisión”, cine contra las certezas y la comodidad
| 13 de Octubre de 2018 | 11:02

“La omisión” desconcierta por diseño: la ópera prima de Sebastián Schjaer, que se presenta hoy a las 18.45 en el Cinema Paradiso, en el marco de la Competencia Argentina del 14° Festifreak, construye un relato inhóspito para el espectador, con una historia elusiva, un personaje antipático y un entorno hostil, que se mueve no a través de una estructura narrativa clásica sino por los vaivenes de su protagonista, Paula, quien viaja con su pareja a Tierra del Fuego, se mueve entre varios trabajos intentando sobrevivir, sostiene un affaire y, entre tanta actividad, termina dejando siempre a su hija al cuidado de otros.
La idea de este personaje, cuenta Schjaer en diálogo con EL DIA, “surgió hace cinco años, a raíz de una foto que encontré en internet: una imagen que me quedó grabada en la memoria. Se veía una ruta del sur argentino, completamente desolada y cubierta de nieve. En la banquina había un auto estacionado, y frente a ese auto, una chica que cruzaba con la capucha puesta. Muy de a poco, esa foto se fue convirtiendo en el germen de la película: concentra los dos elementos más importantes de la película, el espacio del Sur y el personaje Paula”.
“Para mi”, sigue el cineasta que debuta con “La omisión” en el largometraje, aunque ya traía una premiada trayectoria en los cortos, “siempre fueron dos misterios que había que develar: el universo del Sur comenzó a develarse tras mi primer viaje a Ushuaia, donde viaje por insistencia de mi productora, Melanie Schapiro, que veía en esa ciudad ese universo. En cuento llegué, se materializó esa idea abstracto en un espacio concreto y muy potente, y se convirtió en un segundo protagonista”.
“La hostilidad del medio”, que atravesó el equipo de rodaje durante el mes que pasaron en la ciudad más austral del mundo, “está impregnada en la película”.
Pero si Ushuaia se revelaría paulatinamente en su carácter inhóspito, Paula, en cambio, no se terminaría de develar nunca, para ella misma o para el espectador, ambos siguiendo al inquieto personaje a través de ese bonito pero gélido espacio, moviéndose a veces por razones que el espectador todavía no comprende, y a veces por razones que ella misma podría no comprender.
En ese sentido, la cinta se propone “llegar al corazón de un personaje sustrayendo información”: la omisión del título incluye “varias omisiones, narrativas, estéticas, conceptuales, que se van superponiendo a lo largo del relato” hasta el cierre del filme, donde “todas esas partes dispersas encajan y el rompecabezas (de la película y su protagonista) finalmente se forma”.
“La foto de esta chica misteriosa que cruzaba la ruta con la capucha puesta, a la que no se le veía el rostro, fue el puntapié para imaginar el universo de un personaje que está en un momento de transición en su vida, pero sobre todo fue el modo de acercarnos al personaje no desde las certezas, desde la afirmación psicológica, sino desde la duda y la curiosidad: poco a poco fuimos tirando de un hilo y el universo de Paula se iba revelando, de modo confuso pero muy potente. Lo que buscamos hacer es mostrar ese modo que tiene ella de verse a sí misma, un modo un poco errático, e intentar transmitir esa sensación a partir de una idea central que es la que une estos dos elementos, el espacio y el personaje: la idea de la omisión”, dice su director.
Un procedimiento construido a contramano del “gran cine” contemporáneo. “El cine nos acostumbró a una mentira muy dañina: el proponer soluciones psicológicas acerca de todos los problemas y todos los personajes. Hay un cine muy mainstream que establece unas verdades falsas que hacen que el espectador se vaya a casa contento y tranquilo”, opina Schjaer.
“Pero el cine, más que un psicólogo que da consejos y dice verdades, debería más bien ayudar a entender que esas verdades son producto de una construcción mucho más compleja. Por eso, en 'La omisión' hay un rompecabezas que intenta dar cuenta de ese carácter construido”, avisa, y enmarca su obra en la obra de una generación de cineastas argentinos “en la que hay muchas otras películas interrogan en esa dirección en relación a la historia y en relación también a los procedimientos que el cine tiene para construir”.
Edificada de este modo contra todo tipo de certezas, “La omisión” ha sido a menudo catalogada como una experiencia incómoda con algo del cine de los Dardenne. “Esa incomodidad que se menciona en relación a la película está muy asociado al personaje de Paula”, dice al respecto el director. “Es un personaje enigmático y sobre todo frustra ciertas expectativas en relación a lo que uno espera que ese personaje haga. También en relación a una historia que es un rompecabezas que solo al final nos devuelve una imagen completa del universo de ese personaje: atravesarlo es un poco incómodo porque la película refleja un modo de entender las relaciones de uno consigo mismo que es más confuso de lo que uno tiende a pensar. Creo que lo que le sucede a Paula es reflejo de ese estado por el que muchas veces pasamos”.
Pero Paula desafía las expectativas no solo por su confusión interna, sino porque esa confusión proviene de un personaje femenino sobre el cual, como en la vida misma, pesan ciertas esperanzas. Schjaer dice que “nunca pensé la película como un filme que se planteara problemas sobre la mujer, o que yo tuviera algo para decir sobre eso, sino como una cinta que proponía un universo desde lo femenino”. Pero acepta que la película cuestione ciertos roles establecidos por la sociedad para con las mujeres, “también producto de una película hecha con un equipo mayormente integrado por mujeres”.
“El personaje de Paula pone en tela de juicio la posibilidad de presentar su deseo como personas antes que como madres: eso es algo de lo que los hombres estamos eximidos, y tendemos a naturalizar esa diferencia. A nosotros nunca se nos exige una respuesta como padres antes que como hombres, mientras que en las mujeres siempre se pone en primer lugar la maternidad. Ese planteo de la película quizás también sea parte de la incomodidad”, analiza.
Paula asoma en el panorama actual del cine nacional y mundial, donde los personajes femeninos han ganado terreno, aunque a menudo lo han hecho desde lugares ejemplares. Al respecto, dice Schjaer que “hay otro rol de la mujer que está naturalizado como el de la mujer-madre: el de las mujeres en el cine como la representación de la dulzura, de un espíritu más luminoso. Ese lugar, que uno a priori tendería a pensar 'qué bueno', creo que es peligroso, que corre a las mujeres de una posibilidad más compleja de representar emociones y conflictos”.
Por eso, cierra el cineasta, “me interesaba construir un personaje que si bien tiene todos los elementos para que uno se identifique con ella”, una mujer que la lucha sola contra todo, que se las rebusca para trabajar y va para adelante con su hija, “el personaje esquiva esa identificación, esa mirada más condescendiente: es un personaje de choque, que en ningún momento hace nada para agradar al espectador. Y me interesaba ver hasta dónde se puede tensar la cuerda en relación a lo que uno espera de un personaje femenino en una película”.
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