Ricardito: los peritos hablan de psicopatía en la pareja
Edición Impresa | 3 de Octubre de 2018 | 02:07

En el reinicio, esta semana, del juicio por el aberrante crimen de “Ricardito”, que tiene como acusados a su madre y su padrastro, el Tribunal Oral Criminal Nº 3 recibió una serie de informes entre los que se destacó el de los peritos psiquiatras, quienes expusieron un diagnóstico sombrío sobre la salud mental de Gisela Alejandra Alí y su pareja, José Antonio Mendoza Pacheco.
Los profesionales plantearon perfiles de psicopatía en la pareja que tenía al cuidado al chico que tenía 7 años -cuando fue víctima de un aberrante crimen el 3 de noviembre de 2015- y a su hermano de 11. De las entrevistas con Alí sacaron como conclusión que la mujer se plantó ante la requisitoria con la finalidad de mejorar su posición ante el Tribunal, pero no mostró interés por lo que había sucedido con Ricardito ni con la situación actual de su otro hijo.
Entre los testimonios destacados de la segunda semana de audiencias está el de Mendoza Pacheco, el peruano que había llegado al país poco tiempo antes de ese aberrante asesinato y había iniciado una relación con Alí, luego de que la mujer se separara del padre de los niños, un hombre afectado por una enfermedad crónica.
Mendoza Pacheco habló ante el tribunal que preside el juez Andrés Vitali sobre su niñez en Perú. Contó que fue criado por una abuela y una tía, que se vinculó con las drogas en la adolescencia y reconoció que ingresó al país con antecedentes penales, que luego se ampliaron aquí a partir de investigaciones por narcomenudeo. En otro tramo, se desentendió del crimen de Ricardito y responsabilizó a la madre. No obstante, reconoció que le pegaba a ambos chicos de su pareja.
“Se cayó dos veces en la calle”
Entre los testigos del vecindario donde residía la víctima, en Villa Elvira, se presentó ante el tribunal el propietario de una remisería situada en la misma cuadra (92 entre 12 y 13). El hombre expuso un relato con datos de interés para el Tribunal, según puso saberse. Según señaló, en la jornada en la que se declaró la muerte del niño, alrededor de las 7 de la mañana lo vio con vida, junto a Alí y su hermano, caminando en dirección a una parada de colectivos. Mientras barría la vereda, el remisero vio a Ricardito caer dos veces con gestos de dolor. Así, la madre dio media vuelta y los tres volvieron a la casa.
A media mañana, la mujer pidió un remís y se subió con Ricardito en brazos. Pidió que los llevaran al Hospital de Niños. Los médicos de ese centro de salud declararon el viernes pasado que el chico estaba muerto cuando llegó con la madre. Calcularon que llevaba tres horas sin vida cuando ingresó a la guardia. Presentaba más de 20 lesiones y signos de abuso.
En aquellos días, la madre inculpó al padrastro y se declaró víctima de violencia de género.
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