“Son más exiliados los que se quedaron allá…”

Cinco escritores de Venezuela radicados en Buenos Aires. El gigantesco drama de los emigrados del país caribeño. Cómo resolver el desafío de un lenguaje nuevo. La nostalgia

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Por MARCELO ORTALE

marhila2003@yahoo.com.ar

La entrevista se desarrolla en el pequeño departamento-librería de Adriana Morán Sarmiento, en la calle Uriarte de Palermo. Junto a ella están cuatro escritores también venezolanos, dudando si son emigrados, exiliados o simplemente radicados en la Argentina. En mayor o menor medida se los oye a todos como aporteñados.

El gigantesco drama de las columnas de migrantes venezolanos que huyen de la crisis y del hambre le hace fondo al encuentro. Adriana ofrece café o té. Fotógrafo y cronista le piden por la posibilidad de un mate. Ella explica que cuenta con el recipiente, yerba y bombilla. Pero como no tiene pava, la ceremonia matera se concreta con un jarro.

Es dificultoso empezar, es decir, intentar abarcar la esencialidad, el drama de estos intelectuales sacudidos por un sismo tan desgarrador. Ellos no quieren aparecer como víctimas, ni siquiera como protagonistas. Hay matices, divergencias entre ellos. En lo que coinciden es que de Venezuela se fueron casi tres millones de personas en los últimos años.

Ese número revela que es como si, en pocos años, hubiera desaparecido de aquel país la población sumada de tres grandes ciudades de la Argentina: Rosario, La Plata y Mar del Plata. Nunca se vivió un éxodo de semejante magnitud en América. En nuestro país son cerca de 60 mil los venezolanos llegados al territorio.

Frente a estas realidades, las consideraciones “ideológicas” pasan a un segundo plano, interesan poco, importan mucho menos que lo que están viviendo tantas personas de carne y hueso. “¿Cómo vamos a considerarnos exiliados…? Son más exiliados los que se quedaron allá…”, dijo Eleonora Requena, una de los escritores.

Ellos también están, como poetas, cuentistas y novelistas ya asentados y premiados en Venezuela y en la Argentina, luchando con una lengua que tiene giros nuevos, aprendiendo a respirar en un país que, dicen, los recibió muy bien, aún cuando buena parte de la intelectualidad argentina “cuando hablamos de Venezuela y decimos algo que no les gusta, nos bajan la cortina y no quieren escuchar nada…Es un poco como que nadie quiere saber lo que pasa en Venezuela. Hay un medio porteño que jamás publicó una noticia sobre las protestas en nuestro país…¿Cómo puede ser?”.

MAUMY GONZÁLEZ

Los cuatro presentes que acompañan a la librera doméstica Morán Sarmiento son Maumy González, secretaria de difusión de la revista literaria argentina “La Balandra –casi un libro de cien páginas con dos años de fructífera vida en nuestro país-, ingeniera en su país, especializada en tuberías, entendida en el muy venezolano tema del petróleo.

“Yo vine por amor, por amor a un argentino que es mi pareja. No me siento exiliada”

 

“Yo me vine por amor, por amor a un argentino que es mi pareja. No me siento una exiliada. Me vine de Maracay en 2005, antes de que las condiciones de Venezuela fueran dramáticas”. Cuestiona el manejo de la política económica del chavismo. “Convirtieron a Venezuela en un país monoproductor de petróleo. Desmontaron y desmoronaron lo que había en los demás sectores, que habían creado a la gran clase media que hubo en mi país. Una clase media creciente y feliz. Tuvimos años de bonanza. Pero después, además, politizaron y deterioraron por completo a la industria petrolera…Así estamos”.

Escribió dos libros de cuentos: “Todas las mañanas un muerto” (2014) e “Imagina la felicidad” (2017).

ELEONORA REQUENA

La otra es la poeta Eleonora Requena. Era profesora de letras en Caracas: “no quería irme, pero todo se volvió imposible. Me vine hace un año con mi familia. Tengo dos hijos, de 22 y 26 años. No quieren volverse. Con mi pareja decidimos venir…Era necesario irse”, dice y, como los demás, es prudente a la hora de definir. Ellos eligen las palabras. Allá quedan familiares.

Requena escribió una antología de poesía venezolana, obtuvo el Premio de la V Bienal Latinoamericana de Poesía José Rafael Pocaterra y el Premio Italia 2007 para la Poesía en el certamen “Mediterráneo y Caribe”, auspiciado por el Instituto Italiano de Cultura de Venezuela y el Centro de Poesía Contemporánea de la Universidad de Bolonia.

RICARDO MONTIEL

Ricardo Montiel es arquitecto y escritor, nacido en Maracaibo. Vino a la Argentina hace once años. No le tocó la gran crisis y se resiste a “unificar” una impresión sobre el problema venezolano, “ya que todo depende de cada relato”.

Es autor del libro de poemas “Ciudad blanca sobre fondo blanco” (Ediciones del Movimiento, 2015) y “Agonía de los días terrestres (Rangún, 2018). En este libro escribió: “Digamos que te mudas de país. Cruzas el aire/ continental, y vas de cama en cama/ como fugitivos que nunca/ deshacen el bolso ni cambian/ de ropa…”.

Colabora con muchos medios impresos y digitales de la Argentina, Costa Rica, España, México, Colombia y Venezuela. Es coeditor de la revista digital “Merece una reserva.”.

GABRIEL PAYARES

Gabriel Payares nació en Inglaterra en 1982, pero es venezolano y escritor, además de licenciado en Letras y magister en literatura latinoamericana. Escribió el libro de cuentos “Cuando bajaron las aguas” (Monte Avila Editores, 2008) y “Hotel” (Punto Cero, 2012). Recibió numerosos galardones como nacionales como cuentista y fue galardonado en el XIII Premio Iberoamericano de Cuentos Julio Cortázar, La Habana. Vive en Buenos Aires y su último libro es “Lo irreparable” (Punto Cero, 2016).

Su prosa es sustantiva, certera. El primer cuento de su último libro empieza así: “La noche es densa, apenas distingo tu cara en los matorrales. Tendrás el ceño fruncido, los ojos cerrados, así, fuerte. Cuidándolos en este hervidero de moscas, de zancudos, de escarabajos que vuelan rasantes, lamiéndote el sudor del cuello…”.

Habla de la migración desde un punto de vista literario: “El que se va, deja de escribir un tiempo. No sabe a quién le podría hablar…no conoce la intensidad de cada palabra en el lugar nuevo. Dónde me ubico, es la pregunta. Y así mi lenguaje se va llenando de silencio…”

EL PANORAMA

¿Qué significa para ellos decir Chávez o Maduro? Muy poco. Tan poco como decir “oposición” que, según aseguran, “ya casi no existe”. Hablan, sí, de una tierra arrasada, como si estuviera bajo un tsunami: “para comprar un kilo de harina en un Supermercado, hay que poner el índice en un pulsor digital”.

La medicina “es la gran tragedia”. Hay que ir al hospital llevando su propio colchón, sus agujas para inyecciones. “Para una operación de mediana o alta complejidad, tenés que tener hijos o amigos en el extranjero…que te manden dólares”. Hay circuitos alternativos para ingresar divisas desde el exterior. “Si no tenés dólares, olvidate de cualquier cirugía…”. Muchas líneas de micros dejaron de circular. Se ven cada vez menos autos en las calles.

La degradación, dicen, fue integral: “va desde lo político a lo social y a lo cultural”. Hablan también, como secuela de ello, de todo tipo de degradaciones familiares. “Los primeros que se fueron lograron vender su casa, su auto y pagarse así el pasaje. Ahora nadie puede vender ese tipo de bienes…Así que eso explica que haya migrantes a pie”.

“El sistema logró romper todo y también está desquiciado el estado de Derecho”

 

“En todos los temas, por más complejos desde un punto de vista científico que sean, tenés que discutir con funcionarios chavistas, que no entienden nada de ese tema. Esto viene pasando en la cultura, en la literatura. Las editoriales independientes se cayeron casi todas. Tienen que editar libros alineados. “Para comunicarse con Venezuela no hay otra manera que hacerlo desde un celular”.

“La oposición está quebrada. El sistema logró romper todo. Nosotros pensamos que la gente del sistema se maneja a los brochazos…no hilan fino…y entonces también está desquiciado el estado de Derecho. Pero mire usted, en materia económica, paradójicamente lo que ocurre en Venezuela es que, como prima el sálvese quien pueda, lo que está empezando a aparecer es un sistema cruelmente capitalista. El único que tiene dólares, ése la pasa bien…”

Recuerdan la gran bonanza económica de Venezuela, “que se extendió, inclusive, hasta los primeros años de Chávez…era cuando los argentinos venían a trabajar a nuestro país…Y ahora es al revés, somos los venezolanos los que estamos en estampida”.

Acá están en trance agónico. Son profesionales, escritores, músicos, mozos, cocineros, empleados de comercio, muchos con estudios avanzados o terminados. Pelean desde el vacío de sus bolsillos y carteras. Deben enfrentar también la sensación de miedo o de soledad. En ese destierro, los escritores venezolanos radicados aquí están luchando para salir de la proscripción del silencio.

 

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