“Adiós entusiasmo”: la claustrofobia familiar abre el 2018 en la Sala Lugones
Edición Impresa | 16 de Marzo de 2018 | 02:36

La sala Leopoldo Lugones del Teatro General San Martín de Buenos Aires (Corrientes 1530), la casa de los cinéfilos porteños, abrió su temporada ayer con el estreno de la película argentina “Adiós entusiasmo”, ópera prima del director colombiano radicado en Argentina Vladimir Durán, que pasó el Festival Internacional de Cine de Berlín, que pasó por el último Festifreak y ganó el premio al mejor largometraje en la categoría vanguardia y género de la última edición del Bafici.
La cinta podrá verse todos los días a las 21.30 hasta el 28 de marzo y relata la historia de un claustrofóbico hogar donde Margarita, la matriarca de una familia compuesta por tres jóvenes mujeres y un varoncito de 10 años, está encerrada en su cuarto. Los motivos son desconocidos para el espectador: la audiencia se interna en el universo íntimo de esa familia imaginando primero razones para ese orden misterioso y religioso, ese encierro autoimpuesto, para lentamente sumergirse y asfixiarse en la toma de conciencia de que las leyes tácitas que rigen esa casa del barrio porteño de Monserrat no difieren demasiado de las leyes que rigen cualquier orden familiar.
“La película cuenta doce horas de una familia. Con los actores buscamos hacerlo desde un sistema de investigación en rodaje; permitirnos desvíos y cierta porosidad en las relaciones entre personas de un mismo universo”, explicó Durán a EL DIA sobre la forma que tomó el rodaje de “Adiós entusiasmo”. “Porque pienso en la familia como esa cosa cerrada en donde se despliegan como raíces bajo tierra unas leyes propias y no dichas de intercambio emocional. Quise explorar la particularidad de un universo familiar y su lógica desfasada”, agregó el director, a quien le “interesa la familia como ese lugar en el que se establecen leyes subterráneas de intercambio emocional”.
Leyes que como afirma Axel, el joven protagonista, al inicio del filme respecto a la materia oscura “es algo que está, pero que no se ve”: “Leyes que no se nombran”, explicó Durán, “pero se van esparciendo como raíces que atraviesan cualquier limite íntimo. Esto fue lo que me propuse explorar apoyándome en lo actoral, en una dinámica de investigación en rodaje. Quería que esas leyes fueran solo una intuición lúdica y nos excedieran tanto a mi como a los actores, como le exceden a cualquier miembro de una familia”.
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