“Altered Carbon”: el futuro de la ciencia ficción televisiva mira hacia el pasado

Criticada al principio por parecerse a “Blade Runner” y “Ghost in the Shell”, la serie va ganando fuerza y una base de fans sólida

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Algunos dicen que es la era dorada de la ciencia ficción. Otros muchos no coinciden. Lo cierto es que en este momento de interesantes proyectos del género y una sorprendente masividad de los mismos, Netflix se ha convertido en uno de los principales actores, con producciones como la fallida “Mute”, de Duncan Jones (el hijo de Bowie, director de la brillante “Moon”), la compra de “Aniquilación” (película de Alex Garland, director de “Ex Machina”) para su distribución internacional, y la serie “Altered Carbon”, que sigue a un ex soldado encargado de investigar un asesinato en un futuro distópico en el que la conciencia puede ser digitalizada e instalada en nuevos cuerpos,.

Aunque la serie fue recibida con tibieza, debido a que repite algunos de los tópicos del género imitando una supuesta “profundidad filosófica” de las obras de Philip K. Dick y copiando la estética de “Blade Runner”, lentamente el ambicioso proyecto ha erigido una comunidad de entusiastas seguidores dispuestos a convertirla en una creación de culto y empujar a una segunda temporada.

Seguramente no es la recepción que esperaba Netflix del programa, el primer gran estreno del año del líder mundial de contenidos audiovisuales por streaming en el que se invirtió entre 6 y 7 millones de dólares por cada uno de los 10 episodios de la primera temporada, pero la pantalla del gigante on demand permite superar las primeras impresiones y cosechar, a lo largo del tiempo, una sólida base de fans que empujan a sus familiares a descubrir el programa que desestimaron tras las primeras críticas.

LA PREMISA

Basada en la exitosa novela ciberpunk homónima del escritor norteamericano Richard K. Morgan, “Altered Carbon” propone un policial negro ambientado 300 años en el futuro, en un universo que retoma estéticas y tópicos de clásicos de la ciencia ficción del cine, la TV, la literatura de Edgar Allan Poe o Philip K. Dick y hasta el manga japonés, como la interacción entre hombre y tecnología, la posibilidad de la inmortalidad, la alteración de la realidad o la individualidad esclavizada por las grandes corporaciones.

La megalópolis gris, llena de rascacielos amontonados con departamentos diminutos y un submundo callejero marginal, todo adornado por letreros holográficos, homenajea de forma confesa el aspecto visual de “Blade Runner” (1982), en tanto que se adivina una inspiración -quizás en un grado excesivo que pone en riesgo la originalidad- del manga adaptado al animé “Ghost in the Shell”.

“Carbono alterado”, como se llamó la novela de 2002 en los países de habla hispana, se centra en la historia de Takeshi Kovacs, el único soldado sobreviviente de un grupo de guerreros interestelares de élite derrotados siglos atrás durante el levantamiento contra el orden instituido.

Más de dos siglos después, la conciencia de Kovacs, inalterada en una suerte de chip que sobrevivió a su muerte física y encerrada todo ese tiempo en una “prisión digital” por sus crímenes contra el poder, es reinstalada en un nuevo cuerpo gracias a la gruesa billetera de Laurens Bancroft (James Purefoy), un hombre sumamente adinerado y longevo que quiere usar sus habilidades.

MISTERIO

Tras despertar a una nueva realidad física en medio de un fluido-líquido amniótico con tubos y cables por doquier al mejor estilo de Neo en “Matrix” (1999), a Kovacs le dan a elegir entre continuar su condena virtual o servir al millonario benefactor.

En el envase del musculoso Joel Kinnaman -conocido por “The Killing” y “House of Cards” y con un reciente papel por otro hombre cuya mente sobrevive a la muerte de su cuerpo, en la reciente versión de “Robocop”- Kovacs deberá descubrir al asesino del anterior cuerpo de Bancroft. Las pistas son escasas, porque el último “back up” periódico de su memoria fue previo al crimen.

La inmortalidad es posible, pero sólo para quienes cuenten con la fortuna para adquirir un cuerpo atrás de otro; ese es quizás uno de los aspectos que si bien no es original -se pudo ver recientemente en “Elysium” (2013) del sudafricano Neil Blonkamp, por ejemplo- dotan de mayor atractivo moral a la serie.

A partir de esa premisa, la serie propone dos tramas: la policial detectivesca ya mencionada y otra más épica-religiosa a través de flashbacks y ensoñaciones del pasado sobre los orígenes de Kovacs y el destino heroico con el que nació.

La serie fue recibida con tibieza por repetir algunos de los tópicos del género

 

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