Un grito de ayuda silencioso o cómo los padres (a veces) arruinan la vida de sus hijos

Es lo que nos deja en claro esta contundente serie inglesa de ocho capítulos de veinte minutos. Un sacudón de emociones y de realidad

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Se mira en un rato, dura un poco más que una película. Condensada en ocho capítulos de veinte minutos, la historia de “The end of the f***ing world” es una nueva muestra de la brillante factura inglesa televisa, un minimalismo narrativo y fílmico que te hace mirar con desprecio las producciones alborotadas que llegan del país del norte comandado por “El Hombre”.

Lo que parecía encaminarse como una frívola historia más de adolescentes perturbados con problemas en la high school, se convierte de repente en un turbio drama que, como un mechón de pelos atascado en la escoba, irá creciendo a lo largo de los capítulos, hasta convertirse en una madeja de mugre que sólo se despegará de las cerdas con una decisión tajante: meter la mano y arrancar.

Despojados de emociones positivas están los personajes protagonistas: James, psicópata en ciernes, experto en taxidermia y con el deseo de asesinar a “algo mayor”, y Alyssa, una rebelde hambrienta de aventuras y con rechazo a cualquier tipo de autoridad, comparten un viaje fatídico por las nostálgicas rutas inglesas, en la que todo parece pasar en tonos sepia.

Adolescentes acorazados, criados al voleo, con padres que no son malos pero que no se esforzaron demasiado en comprender de qué se trata la paternidad y por dónde va; que los dejaron convertirse en personajes, en medio de carencias y duelos, hasta dejar de reconocerse, actuando por inercia e intuición, enfrentando con las pocas herramientas a su alcance las diferentes situaciones con las que se fueron cruzando.

Chicos que se esconden para llorar y que piden a gritos silenciosos ayuda para poder reaccionar.

La muerte, el abandono, los abusos, la desidia, la ignorancia, el dolor, la mentira, la incomprensión y las mil y una formas de amar son los hilos que tejen la trama de esta comedia negra que, como un sacudón de realidad, nos hace reflexionar en las consecuencias negativas que para un hijo puede tener una mala guía en los primeros años.

Basada en la novela gráfica “The End of the Fucking World” de Charles S. Forsman, la serie se estrenó en Inglaterra en octubre del año pasado por la señal Channel 4, y desde entonces recibió las mejores críticas. Así llegó a Netflix, en enero pasado, con una propuesta que sedujo a adolescentes, jóvenes y adultos por igual.

Varias sorpresas

Con brillantes actuaciones de la dupla protagónica, los jóvenes Alex Lawther (Alan Turing en la película “The Imitation Game”) y Jessica Barden, la serie descomprime con altas dosis de humor negro e incorrecto, un recurso que hace digerible la oscuridad de su relato, repleto de situaciones tragicómicas.

Dentro del elenco, se destaca la actuación de la actriz británica que le dio vida a Yara Greyjoy en “Game of Thrones”, Gemma Whelan, en la piel de Eunice Noon, una agente de policía que, al conocer a los padres de estas criaturas, se da cuenta de que los adolescentes, una versión moderna de los recordados Bonnie and Clyde, parecen más víctimas que victimarios.

La música merece un párrafo aparte. Además de temas de Fleetwood Mac, Mazzy Star, Shuggie Otis o Françoise Hardy, la banda sonora lleva una firma de peso: Graham Coxon, cantautor conocido popularmente por ser el guitarrista de la banda de britpop Blur.

Para Agendar
“The end of the f***ing wordl”, comedia negra inglesa en ocho capítulos, se puede ver en Netflix, con las actuaciones de los jóvenes Alex Lawther y Jessica Barden, la participación de Gemma Whelan -Yara Greyjoy de “Game of Thrones”- y la banda sonora del guitarrista de Blur

 

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