La ciencia también es diversión
Edición Impresa | 15 de Abril de 2018 | 09:27

Con una invitación a activar los mismos parámetros creativos que pone en juego la buena literatura, el físico chileno Andrés Gomberoff propone en su libro Física y berenjenas olvidar el tortuoso legado escolar que ha dejado la física o la matemática para, como una vuelta de página a la historia escolar, experimentar la satisfacción por el descubrimiento científico a través de relatos que vinculan lo doméstico con la multiplicación de las bacterias o los algoritmos de Google.
Desconcertante para quien curiosea desprevenido los anaqueles de novedades literarias, el título prefigura el desparpajo que campea en el puñado de crónicas que lo integran, una irreverencia que funciona para calibrar la filtración de la ciencia en la vida cotidiana y la incorporación de una agenda que permite partir de cuestiones tan antojadizas como un divorcio o un show de Los Beatles para introducir nociones de estadística, antimateria o universos paralelos.
Para el propio Gomberoff, “la ciencia se aleja de la vida cotidiana porque, precisamente, se trata de una observación muy refinada de nuestro entorno, que de la mano de instrumentos, razonamiento e imaginación nos saca de lo cotidiano. Nos lleva a un viaje fuera del dominio de nuestros sentidos, desde las minúsculas escalas de lo subatómico hasta los ramilletes de galaxias que componen nuestro vecindario cósmico. Pero no es necesario ser científico para disfrutar de los paisajes que la ciencia nos devela, de igual modo como no hay que ser músico para disfrutar una sinfonía. El rigor científico es esencial para practicar la ciencia y para utilizarla. Pero hay un conjunto general de ideas que están en el fondo de toda teoría que son accesibles a quien las quiera escuchar”.
La alusión a la berenjena viene a cuento de equiparar el rechazo inicial que genera el fruto violáceo con el que despierta la ciencia. “Se trata de una reacción que nosotros hemos generado por la forma en que enseñamos ciencia y la comunicamos. Algo que podríamos llamar ‘el efecto berenjena’: a la mayoría no le gusta, pero no podemos culpar a la berenjena. Es claro que solo puede deberse a la ignorancia que existe de cómo cocinarla. O a la falta de costumbre, por la carencia a la que hemos sido sometidos en nuestra infancia”, explica Gomberoff.
Este doctor en Física por la Universidad de Chile que ganó en 2011 el Concurso de Divulgación Científica del Centro Nacional de Física de Partículas, Astropartículas y Nuclear de España da cuenta en “Física y berenjenas” (Debate) de su habilidad como divulgador científico y cronista desafiante de las fronteras entre disciplinas, capaz de vincular en un mismo texto al cineasta Woody Allen con la gravedad y los agujeros negros, entre tantas otras libertades creativas que distinguen el libro.
Autor: Andrés Gomberoff
Editorial: Debate
Páginas: 236
Precio: $329
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