Educación vial, la fórmula para evitar la anarquía en las calles

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Hace ya muchos años que los accidentes de tránsito en la Región vienen arrojando guarismos tan alarmantes como dolorosos, tanto por la cantidad de víctimas causadas, entre personas muertas y heridas, como por el hecho de que se mantuvieron presentes las características estructurales y las actitudes personales que confluyen para mantener vigentes los altos grados de riesgo que imperan en los caminos y calles de nuestra zona.

Es en ese crítico contexto que adquieren relevancia las charlas de educación vial en las escuelas que, bajo el denominado programa integral de educación vial, lleva adelante la Comuna platense en distintas instituciones escolares de nuestra ciudad. En este sentido, una nota publicada en este diario reseñó los cursos dictados por personal municipal ante alumnos de distintos niveles de la Escuela N° 64 Manuel Belgrano y del Colegio Nuestra Señora de Lourdes.

Según se explicó, estas jornadas tienen como objetivo instruir a los más pequeños sobre las conductas viales apropiadas. También hacen hincapié en la concientización sobre el alcohol a la hora de conducir y los efectos adversos que provoca en el organismo. Para dicha tarea, el personal municipal brindó una demostración del test de alcoholemia mediante alcoholímetros homologados, utilizados en operativos de rutina, poniendo en valor la importancia de los procedimientos de control a favor de la prevención vial.

A grandes rasgos correspondería valorar lo que no dejan de señalar distintos especialistas, en el sentido de que buena parte de la vida de cualquier persona transcurre en la vía pública -ya sea como peatón, ciclista, motociclista o como automovilista- y que, sin embargo, a lo largo de toda la formación escolar que comprende a los tres niveles educativos, no se les imparte a los futuros ciudadanos ningún principio acerca de la mejor forma de comportarse en las veredas y calles.

En cuanto al tránsito, está claro –y así se lo ha señalado en forma insistente desde esta columna- que es imperativo alcanzar una mayor educación vial, tanto en nuestra región como en el resto del país. Las crónicas periodísticas no dejan de poner en evidencia la gran cantidad de accidentes registrados tanto en el casco urbano y en la periferia. Que, como se ha dicho, han perdido ya la condición intrínseca de los accidentes, es decir de sucesos imprevistos, para convertirse en corolarios lógicos del estado de casi completa anarquía que reina en las calles.

A su vez, si bien resultan necesarios, de poco han servido algunos operativos, como los controles de alcoholemia y en general de otro tipo de fiscalización, más encaminados al labrado de actas y cobro de infracciones que a educar a los conductores. No se advierte, tampoco, que las sanciones se traduzcan en correcciones evidentes por parte de la mayoría de los conductores, que siguen infringiendo las leyes del tránsito ni que muchas de las campañas preventivas y de control se caractericen por su continuidad.

Pero es cierto que el mayor déficit sea la falta de una profunda educación a los peatones, ciclistas, motociclistas y automovilistas, que son todos, a la vez, potenciales gestores y también potenciales víctimas de la generalizada falta de respeto a las normas y a los principios de convivencia social. Son muchos y complejos los factores que inciden en la inseguridad en el tránsito, pero esta sólo podrá disminuir ostensiblemente cuando cada habitante tome conciencia de la responsabilidad que le cabe al circular por la vía pública.

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