La moda de “intervenir” a las estatuas
Edición Impresa | 26 de Abril de 2018 | 02:03

El martes fueron los pañuelos verdes que identifican al colectivo de quienes están a favor de la legalización del aborto. Ayer unos ridículos adminículos que les tapaban los oídos.
¿El escenario? Siempre el mismo, las ya tantas veces vandalizadas estatuas de Plaza Moreno que, a partir de la inauguración el pasado viernes del monumento que recuerda al ex presidente Raúl Alfonsín, parecen haberse transformado en las víctimas de cuanta campaña anda dando vueltas entre calles, avenidas y diagonales de la ciudad.
¿Hay necesidad de recurrir a las pobres y sufridas estatuas para “realzar” una campaña de supuesto interés colectivo?
¿Se supone que eran “simpáticas” las orejeras con las que amanecieron ayer?
En principio, al peatón desprevenido que pasó ayer por Plaza Moreno a la hora de la “instalación artística” no le quedó claro si lo que se colocó a las estatuas fueron protectores auditivos, o auriculares. De haber sido estos últimos, el mensaje transmitido fue decididamente incorrecto ya que, si la consigna era manifestarse en contra de los ruidos que producen afecciones de hipoacusia, flaco favor le hicieron a la campaña utilizando, precisamente, elementos que, entre otras cosas, causan sordera.
Pero, además, y volviendo a los pañuelos verdes del martes; ¿Juan Domingo Perón hubiese estado a favor, o en contra de la legalización del aborto? ¿Y su esposa María Eva Duarte? ¿Y Alfonsín?
Uno -tal vez erróneamente- supone que una sociedad hipercomunicada, adulta y que tuvo la suerte de acceder a una formación cultural por arriba de la media, debería ser el motor de ideas y proyectos que motoricen al resto del colectivo ciudadano.
Pero a su vez, deberían ser también los primeros en aplicar el respeto a los espacios públicos y a las figuras de nuestro pasado común a las que se les rinde homenaje en esos sitios.
Bienvenidas, entonces, las campañas a favor o en contra de la legalización del aborto, o de la lucha contra el cáncer, el abuso infantil o la hipoacusia. Pero dejen en paz a las estatuas, por favor.
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