Accidentes y demoras en las reparaciones del servicio de agua
Edición Impresa | 9 de Abril de 2018 | 03:33

El reiterado problema de las pérdidas de agua que se registran en las cañerías de las redes domiciliarias y el hecho de que, tal como ocurre habitualmente, muchos vecinos queden sin suministro durante dos jornadas -tal como ocurrió en estos últimos días en la zona del Camino Centenario y 517- no sólo volvió a presentarse, sino que lo hizo acompañándose de otras circunstancias negativas que caracterizan a este tipo de accidentes.
Tal como se detalló en la nota publicada, se formó una suerte de pequeño arroyo paralelo al Centenario mientras que las viviendas de los frentistas se quedaron sin agua. Pudo saberse entonces, que el viernes último, operarios de una empresa que instalaba redes de conexión a Internet habían roto en forma accidental un caño de la red de Absa, produciéndose así una caudalosa filtración.
Los trastornos se extendieron hasta la tarde del sábado pasado, cuando personal de Absa finalmente pudo reparar el caño averiado, aunque para entonces el inconveniente ya había arruinado buena parte del fin de semana a los usuarios de la zona, que tuvieron que atravesar muchas horas sin una gota de agua en sus canillas. Cabría añadir que muchos frentistas se vieron obligados a construir pequeños “diques” frente a sus viviendas, para impedir el ingreso del agua que corría por la vereda.
En primer lugar, una vez más una empresa de servicios rompe las instalaciones de otra y perjudica la normal prestación de un servicio. Se trata de un problema recurrente en nuestra ciudad, originado acaso en que los que realizan eventuales trabajos de esa naturaleza carecen de los planos indicadores sobre el tendido de las distintas redes. Se improvisa, se trabaja a ciegas y el resultado lo pagan los distintos vecindarios.
La segunda cuestión conflictiva se presenta por las extensas demoras con que se ejecutan las correspondientes reparaciones. Las distintas empresas llamadas a realizarlas no responden a las demandas vecinales, no ofrecen precisiones de ninguna naturaleza y no se presentan de inmediato a solucionar el problema. Desde luego que, en servicios como los de provisión de agua o de electricidad, no debiera hacer falta enumerar todo lo que está en juego cuando se cortan esos suministros.
Es preciso, entonces, volver a instar a las empresas responsables y a los entes de contralor la máxima eficiencia y celeridad en la resolución de temas que tanta inquietud y angustia causan en la población. Se sabe, además, que la solución no pasa por remedios de emergencia, ni parches ni paliativos, sino a través de planes de acción racionales y programas de inversiones que eliminen lo obsoleto, garantizándose el óptimo funcionamiento de los servicios esenciales.
Cuando lo que ocurre no responde a cuestiones estructurales, sino a contingencias como la ocurrida ahora en Centenario y 517, lo que corresponde es que existan en las distintas empresas de servicios estructuras operativas eficaces que garanticen la solución más perentoria, sin que los vecinos se vean obligados a soportar durante muchas horas, o a veces días, privaciones tan graves como injustas.
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