La magia del joven Pelé y el despilfarro de Garrincha

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Cuando se menciona a Brasil campeón de 1958, siempre suelen emerger las figuras de Pelé y Garrincha como principales estandartes.

Desde el talento nato y el apetito voraz por el gol de uno y las apiladas de un hábil, atrevido, pícaro, de andar desparejo, despreocupadamente gambeteador, como el otro, el equipo de Feola se construyó como una amenaza concreta para cuanto rival se pusiera en frente. Tal es así que, en aquella obtención, la primera en su historia, Brasil gritó en 16 oportunidades (seis de Pelé, su mejor marca en citas ecuménicas) y sólo recibió cuatro goles.

Una vez finalizado el mundial de Suecia 1958, y ya con el título obtenido por Brasil, Edson Arantes do Nascimento sería reconocido como el mejor jugador juvenil de aquel torneo. Pelé acompañó sus seis conversiones con cuatro asistencias, en apenas cuatro encuentros disputados.

 

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