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No se trata solamente de adquirir preparación física sino de tomar “conciencia corporal” de que pueden defenderse, dicen
ULISES RODRIGUEZ
historiasplatenses@gmail.com
Eran casi las 5 de la mañana del 1° de año en la avenida 25 del barrio La Loma. En pleno baile en la calle, tras la quema del muñeco, un hombre de unos 40 años que se tambaleaba con una botella de sidra en la mano quiso abrazar a Roxana sin su consentimiento. Se le puso al costado, pasó su brazo por la espalda hasta que la agarró del hombro. Ella, rápida de reflejos, usó sus manos para enganchar el brazo que cruzaba por su espalda y levemente tiró hacia abajo. El torso del hombre se dobló y cayó al asfalto junto con la botella que se hizo añicos como su orgullo.
“Fue la primera vez que puse en práctica lo que había aprendido durante 3 meses de clases en los talleres de Autodefensa Feminista. Tuve miedo, claro, pero esta vez no corrí ni me paralizé y pude desactivar una situación de violencia para sentirme a salvo”, cuenta recordando una de las tantas veces que se sintió en peligro.
En La Plata se dictan talleres de Autodefensa Feminista en Centros Culturales, en las plazas, en el hospital San Roque de Gonnet y en distintos barrios donde la violencia machista se vive a diario y ante la falta de políticas del Estado, las mujeres -que van desde los 12 a los 80 años- entrenan y se organizan para aprender a defenderse. La mayoría se entera de los talleres por las redes sociales o a través del boca a boca.
Antonella Colabraro (23), militante de la colectiva feminista “Mala Junta”, es una de las “profes” de autodefensa feminista más conocida en la ciudad. Empezó a entrenar hace más de 3 años haciendo kick boxing, MMA (Artes Marciales Mixtas) y después jiu jitsu.
“Mi inquietud fue básicamente porque quería aprender a defenderme de ciertos tipos de violencia que sufría cuando era chica, y un día me animé a ir a una academia y empecé a entrenar. Fue la primera vez que me enganché de verdad con un deporte y más allá de lo deportivo, empecé a ganar confianza como para reaccionar si alguien volvía a ejercer violencia física contra mí”, cuenta a Historias Platenses.
A medida que aprendía artes marciales Antonella sintió la necesidad de formarse para instruir a sus compañeras de militancia, a las chicas de los barrios y a gente que no tiene acceso a este tipo de herramientas. En ese camino fue que aprendió de qué trata la autodefensa feminista: algo más que dar una piña ante una situación de violencia.
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La autodefensa feminista nació a partir de una demanda de mujeres y del colectivo LGTBIQ que busca organizarse frente a los distintos tipos de violencias. “Vivimos dentro de un sistema patriarcal y heteronormativo donde el hombre parece tener el poder de violentarnos cuando quiere y como quiere. Hay que poner un freno a eso, no solo pidiendo por políticas públicas sino organizándonos y compartiendo conocimientos, herramientas que nos generen confianza para poder actuar y zafar de estas situaciones”, explica Anto mientras prepara su bolso para dar clases a sus alumnas del barrio de Arana.
Las chicas también lo llaman empoderamiento: generar conciencia corporal de que se pueden defender. “Es posible por más que toda la vida nos limitaron o nos hicieron creer que no podíamos. Es muy común escuchar ‘eso es deporte de hombres’. ¿Quién dice que tiene que ser así? ¿Con qué derecho nos dicen qué podemos y qué no podemos hacer? Creo que el surgimiento va un poco por ese lado, como solemos decir: frente a la violencia machista, autodefensa feminista”, dice “la profe” Anto.
Camila López Pacheco también practica artes marciales y da talleres de autodefensa feminista en la casita “El Rincón” (440 entre 140 y 141) del barrio homónino de la localidad de Villa Elisa. En la casita -donde se dictan clases de dibujo, apoyo escolar, teatro y a la que una enfermera asiste cada 15 días a llevar medicamentos- las situaciones de violencia contra las mujeres se viven a diario y desde edades tempranas.
“Desde los 9 años las chicas empiezan a vivir en carne propia la violencia machista. La mayoría de mis alumnas tienen entre 12 y 15 años. Además de aprender técnicas para defenderse reciben educación sexual y los cambios se notan entre aquellas chicas que asisten a las clases”, cuenta Camila con orgullo.
Juliana Esquivel (23) milita en la Campaña Nacional por el Derecho al aborto legal seguro y gratuito, es estudiante de Sociología y asistió a talleres en espacios públicos con sus compañeras de la organización “Fuego Rebelde” porque “entendió que necesitaba de esa herramienta para caminar más segura por la calle. “Recomiendo el entrenamiento de técnicas porque es una instancia de encuentro donde lo que considerábamos individual (como el miedo, la incomodidad, pero también las estrategias y las respuestas) son colectivas; y socializándolas podemos sentirnos acompañadas y empoderadas”, dice.
Ana Minini Venega (25) es de San Bernardo, vino a La Plata a estudiar Comunicación Social y milita en la colectiva Mala Junta. Fue alumna de Antonella Colabraro y cree que es necesaria la autodefensa feminista “porque muchas veces en contextos de violencia se dan situaciones que hacen que pierdas cierta autonomía física del cuerpo”. Además ella dice que encontró en los talleres “un espacio de contención”.
Camila Salimbeni (27) es misionera, estudiante de Sociología y militante de la agrupación Surcos. “Piensan que las mujeres no tenemos fuerza y no nos enseñan a pelear. Con estos talleres nos damos cuenta de que somos capaces”, dice la joven que participa en el barrio de Abasto en espacios de contención con mujeres víctimas de la violencia machista.
Los talleres de autodefensa feminista vienen a confirmar que la forma de habitar el mundo de las mujeres se modifica a diario. Especialmente en su relación con los hombres. Tal vez los cambios no se vean inmediatamente a nivel general pero, no hay dudas, que el momento es ahora.
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Anto Colabraro con el Movimiento de Mujeres Trabajadoras de la Tierra, en el barrio de Arana, dictando clases de autodefensa feminista
Talleres de autodefensa feminista en plazas de la ciudad organizado por la agrupación Lupas
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