Alta para los chicos de Tailandia, que contaron cómo fue su odisea

Antes de volver a casa dieron detalles sobre los dramáticos días en la caverna. Calificaron su salida como “un milagro”

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Los doce chicos y el entrenador que permanecieron más de dos semanas atrapados en una cueva de Tailandia contaron ayer su “odisea” tras recibir el alta médica, en la primera y única rueda de prensa que, según señalaron, tenían pensado conceder.

Los trece jóvenes vestían la camiseta del equipo de fútbol al que pertenecen, los “Jabalíes Salvajes”, y todos sonreían y presentaban un buen aspecto físico durante la rueda de prensa en Chiang Rai, la capital de la provincia homónima situada en el norte del país.

A algunos de los chicos, de edades comprendidas entre los 11 y 17 años, se les veía más sueltos ante las cámaras que a otros, aunque el que más veces tomó la palabra para responder a las preguntas que formulaba un presentador -y que se eligieron entre el centenar que presentaron los medios- fue el entrenador, Ekapol Chantawong.

El fue quien contó cómo quedaron atrapados en la cueva Tham Luang el sábado 23 de junio pasado sin alimentos, y cómo no dejaron de buscar una salida durante los nueve días que pasaron perdidos.

Entraron en la cueva tras un entrenamiento para celebrar el cumpleaños de uno de ellos, Peerapat Sompiangjai, que cumplía 17, pero una tormenta imprevista anegó partes de la caverna y les cortó la salida.

Cavaron en busca de un escape para encontrar lugares seguros donde dormir, según contó uno de los “jabalíes”, y añadió que avanzaron “tres o cuatro metros”.

Ekapol indicó que solo tuvieron durante los nueve días que pasaron desaparecidos el agua que bebían, que se filtraba por las paredes de la cueva.

Uno de los chicos relató que no notaron el hambre los primeros días, pero pasadas dos jornadas empezaron a sentirse cansados y débiles.

No obstante, cada día, animados por el entrenador, hacían algo para buscar una salida y no perder los ánimos.

“UN MILAGRO”

El 2 de julio, los buzos británicos John Volanthen y Rick Stanton los encontraron a cuatro kilómetros en el interior de la cueva.

Otro de los jóvenes futbolistas describió ese momento, después de nueve días sin alimentos y a oscuras, como “milagroso”.

“De pronto oímos gente hablando”, dijo Adul Sam-On, de 14 años, respondiendo en inglés a las preguntas de los periodistas en la multitudinaria rueda de prensa.

Sam-On se refería al momento en que los buzos británicos los encontraron, cuando ya llevaban nueve días atrapados en la inmensa cueva. “Mi cerebro no funcionaba muy bien tras tantos días sin comer”, explicó el niño, aludiendo a que fue un “milagro” que los encontraran.

La búsqueda había concluido y comenzaba el rescate: los británicos intentaron levantarles la moral y les dejaron luces antes de partir para dar la buena noticia al resto de un operativo que llegó a contar con más de mil personas, entre ellas expertos de Australia, Estados Unidos, China, Dinamarca, Finlandia, Israel y Japón, entre otros países.

El doctor Phak Lonhanchun, del Ejército tailandés y que estuvo con ellos en el interior de la cueva, contó en la rueda de prensa que como todos los chicos presentaban las mismas condiciones físicas y no había ninguno grave, dejaron que ellos mismos decidiesen quiénes saldrían primero.

El entrenador Ekapol reveló que decidieron que los primeros en salir fuesen aquellos que vivían más lejos.

La extracción se dividió en tres jornadas: el día 8 sacaron a cuatro, el día 9 rescataron a otros cuatro y el día 10 se llevaron al resto, sedando a los chicos, y transportándolos en camilla en los tramos inundados, hasta la boca de salida.

Los médicos que los cuidaron tras el rescate indicaron que ya han recuperado la suficiente fuerza mental y física para regresar a sus casas.

El Gobierno recomendó al grupo que vuelva a su vida normal y que evite convertirse en el centro de los medios de comunicación.

Los chicos adelantaron que lo primero que harán será ordenarse monjes budistas unas semanas para, de acuerdo con la tradición budista, ganar méritos en favor de Saman Kunan, el veterano buzo tailandés que falleció durante las operaciones de rescate. Finalmente, los niños se arrodillaron ante un retrato del rey de Tailandia, Rama X.

 

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