Advierten que una inadecuada calefacción puede desencadenar cuadros respiratorios

Broncoespasmos, asma y EPOC responderían en ocasiones a una excesiva temperatura y otros errores comunes al calefaccionar

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Nicolás Maldonado

nmaldonado@eldia.com

Aunque es sabido que la exposición a la bajas temperaturas aumenta la incidencia de infecciones respiratorias, muchas personas ignoran que una calefacción inadecuada también puede resultar perjudicial para la salud, en especial cuando se tienen patologías preexistentes o cierta vulnerabilidad. Frente a este riesgo generalmente desatendido la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria acaba de difundir un informe con algunas de los cuidados que conviene tener al calefaccionar.

“En principio lo ideal es que la temperatura no suba de 23° y que la humedad ambiente se sitúe entre el 50 y el 70%. Más allá de que la calefacción excesiva aumenta el contraste de temperatura entre interior y exterior, lo que puede disminuir la capacidad de respuesta defensiva del organismo, cuanto mayor sea la temperatura, más se resecará el ambiente”, explica el doctor Gustavo Douglas, coordinador de la Sección Neumonología Clínica y Medicina Crítica de la Asociación.

Ocurre que “la sequedad del ambiente reseca las mucosas internas de las vías aéreas, que es donde se encuentran las cilias (esas “escobillas” encargadas de “barrer” los virus o bacterias con los que podemos entrar en contacto) disminuyendo sus actividad. De esta forma se generan las condiciones ideales que predisponen a infecciones respiratorias”, explica el neumonólogo.

“Una sequedad excesiva del ambiente y tener la temperatura muy alta puede desencadenar problemas respiratorios en pacientes con tendencia a sufrir episodios de broncoespasmo (por ejemplo en sujetos asmáticos) y cuadros de irritación bronquial”, advierte también el doctor Andrés Echazarreta, quien para evitar ese riesgo recomienda mantener la temperatura ambiente a no más de 24 grados e hidratarse bien.

En el caso de los sistemas de calefacción a combustión, “hay que asegurarse además que tengan siempre una salida de gases al exterior; y, cuando no las tienen, hay que ventilar el ambiente con cierta regularidad -señala el neumonólogo. Y es que “además del riesgo de que las estufas funcionen mal, produciendo gases tóxicos como el monóxido de carbono, hoy mucha gente usa salamandras y hogares que pueden generar cuadros irritativos y lesiones en las vías áreas cuando la exposición al humo de leña se prolonga por falta de ventilación”.

No menos importante, advierte Echazarreta, es ocuparse de mantener en buen estado los equipos de aire acondicionado frío-calor. “De la misma forma que se hace en verano hay que asegurase de que sus filtros estén limpios porque en caso contrario terminan dispersando polvo y polen que pueden ser nocivos para las personas con sensibilidad”

MALA COMBUSTIÓN

“La combustión inadecuada del material empleado para la producción de calor, o un sistema de ventilación insuficiente, puede provocar la acumulación de gases nocivos en cantidades peligrosas. El monóxido de carbono, por ejemplo, se produce por una combustión incompleta del material utilizado como combustible. Se trata de un gas imperceptible, por ser incoloro, inodoro y no irritar las mucosas, que ocupa el lugar del oxígeno en la sangre impidiendo su llegada a los diferentes órganos y tejidos. Es así que si bien en menor grado puede provocar dolor de cabeza, mareos y náuseas, también puede dar lugar a un paro cardiorrespiratorio fatal”, señalan desde la Asociación.

“Cuando las cocinas, hornos de gas y estufas de parafina no funcionan correctamente, también pueden liberar dióxido de nitrógeno, un gas que tampoco se huele ni se ve, pero que resulta irritante para las mucosas y puede causar dificultad respiratoria, sobre todo en pacientes asmáticos o con EPOC”, advierten desde la entidad profesional.

Con todo, no se trata de los únicos residuos de una mala calefacción que pueden afectar la salud, explican. “Existen otros productos derivados de una mala combustión, sobre todo de estufas o chimeneas de carbón y leña, que son partículas de un tamaño tan diminuto que pueden depositarse en lugares profundos del árbol bronquial, pudiendo favorecer la aparición de enfermedades respiratorias crónicas y hasta tumores”.

 

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