El hilo que lleva a un ovillo explosivo
Edición Impresa | 26 de Agosto de 2018 | 03:50

El alto funcionario judicial daba cuenta del primer café de la mañana y hojeaba los diarios cuando sonó el teléfono. Reconoció, del otro lado de la línea, la voz de un prelado de la Iglesia que, tras los saludos de rigor, dio a conocer el motivo de la llamada. “Quiero pedirle por el doctor César Melazo; a ver que se puede hacer por él...”, dijo.
Por esos días, el ahora detenido y ex juez, había presentado su renuncia, único camino que le quedaba para evitar el jury de enjuiciamiento al que lo iban a someter. Dicen que la gobernadora María Eugenia Vidal evaluaba rechazar la dimisión para, así, llevar al cuestionado magistrado al estrado.
El funcionario judicial no tuvo que pensar mucho la respuesta que debía darle al obispo. “Monseñor -le dijo- tome usted el Código Penal y al azar, elija cualquiera de los delitos que allí figuran. Yo, entonces, le diré cuántas veces la persona por la que usted pide, ha cometido ese delito”.
La caída en prisión del ex juez César Melazo, en realidad, se esperaba desde el mismo momento en que la fiscal Betina Lacki avanzó sobre la llamada “Banda del comisario” ordenando un sinfín de allanamientos y la detención, sólo hasta el momento, de once personas. Y todo parece indicar que lo que se sabe es apenas el principio de una causa que amenaza con salpicar no sólo a ciertos miembros del Poder Judicial, sino también de la política.
El allanamiento a la casa de un ex fiscal, Tomás Moran, y el aviso dado al actual integrante de la sala V de la Casación Penal, Martín Ordoqui de que lo están investigando, pueden representar, según se evalúa en ámbitos judiciales, apenas el primer tirón de un ovillo que podría tener explosivas derivaciones.
En principio habría que apuntar debidamente la gravedad del hecho de que un juez en actividad de la Casación Penal -el más alto tribunal de ese fuero- esté siendo investigado en la presunción -de mínima- de estar involucrado en tráfico de influencias para favorecer a una banda integrada por policías, delincuentes, barras bravas y operadores judiciales que, al menos durante ocho años (8 años) habría tenido piedra libre para delinquir en la ciudad Capital de la Provincia de Buenos Aires. En el medio, hay robos, entraderas, homicidios, vendettas mafiosas, mejicaneadas de drogas, y toda una variedad de gravísimos delitos que, llamativamente, la Justicia casi nunca pudo condenar.
Fuentes seguras insisten en que el escándalo será mayúsculo y que puede sacudir los cimientos del edificio de 13, 47 y 48. Aunque la preocupación también se palpa en chacras, casas de fin de semana de la zona Norte y countries de la Región.
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