¿Llegará la primavera?

Edición Impresa

Mail: afcastab@gmail.com

La primavera, en teoría, es la estación de los brotes verdes y el renacer. El invierno, por lo que se ve, tiene ganas de seguir un poco más. Las mediciones lo alientan y las tormentas lo prolongan. Hay un frío general que desmiente cualquier calendario. La temperatura va a subir, porque todo sube. Es un consuelo inexorable que está más allá de cualquier presagio. Y las golondrinas vienen llegando como si nada. Baquianas en esto de escapar hacia zonas mejores, siguen aleteando, indiferentes a todos los vendavales de arriba y abajo, sobrevolando un continente donde sobran cazadores y trampas. Septiembre es un mes de augurios, agosto todavía se hace sentir en anuncios que te dejan helado y las golondrinas como la inflación siguen avanzando. Llegan desde muy lejos. Su milenaria hoja de ruta las convoca a reencontrarse con el sol. Es una cita puntual y esperanzada. Los meteorólogos oficiales anuncian trimestres aliviadores y los ministros relojean carpetas y cuadernos. Estas aves migratorias regresan, mientras algunos fantasean con irse lejos a buscar un calorcito reparador. El termómetro de la actualidad inquieta. Y algunos nostálgicos desean que cualquier brote se haga epidemia para que ellos puedan volver a vacunarnos. Las guardias hospitalarias desbordan de gente que ve en cada síntoma un peligro. La bronca es una batería muy contagiosa. Entra por nariz, garganta y bolsillo. La temperatura cotiza en alta. La cosa trepó más allá de los 40 y las ambulancias no alcanzan. La inflación, el dólar y las tasas vienen superando todas las marcas. Las golondrinas avistan un territorio afligido y con poco vuelo. Un mapa con precios cuidados y hogares descuidados. Cruzan por provincias con gobernadores preocupados sólo por las cuentas y los votos. Y vienen de Estados Unidos para traernos otro respaldo. Desde arriba divisan muchos pozos. Y gente que sigue cavando. Son los que buscan dólares robados y esperanzas enterradas. ¿Alguien se los llevó? Como los brotes verdes no aparecen, las excavadoras sondean por una zona donde hasta hace poco llegaban embolsados y puntuales. Mal o bien, la primavera con su mensaje alentador prepara su trimestre florido para dejar atrás un invierno largo, caro y doloroso. ¿La tormenta será pasajera o se habrá encariñado con nosotros? Cinco millones de aves reafirman el rumbo elegido. No son las únicas caprichosas. Viajan desde las orillas de Hollywood, donde todo es fantasía, para arribar a una zona donde la realidad se hace sentir demasiado. Son pájaros que le enseñan al hombre no sólo la inigualable sensación de libertad, sino aquello de que al sol cada uno debe buscarlo donde sea, aunque se le vaya la vida en el revoloteo. Su travesía es un mensaje que enseña a dispararle al frío. Su marcha es un piquete puntual y celeste que busca abrigo y tierras amigas. Y nos dicen que, a lo que daña y angustia, hay que saber dejarlo atrás, porque la salida siempre estará adelante.

Las excavadoras buscan dólares robados y esperanzas enterradas

La cosa trepó más allá de los 40. La inflación, el dólar y las tasas vienen superando todas las marcas.

 

Cada uno busca su primavera como puede. Como Sir Benjamín Slade, un millonario inglés, de 72 años, que se quiere casar y salió a elegir señora. Le ofrece, herencia millonaria, sueldo de ministro y tarjeta de crédito libre. Como desea un hijo, pide una señorita que lo tiente, que sea linda, fértil, de sensibilidad latente y sexo predispuesto. Asegura subsidios inagotables y nada de retenciones, pero impone condiciones: tener entre 30 y 40 años y no medir más de 1,65 metros. Que sepa manejar armas y pilotear helicóptero, requerimientos que por estos lados tienen sesgadas lecturas. Lo del helicóptero es porque sabe que el amor siempre está listo para aterrizar o para marcharse antes de tiempo. Y lo de saber empuñar pistolas ¿será defensa propia o profecía? Le llegaron miles de ofertas. Es que el déficit te hace muy enamoradizo, como lo sabe Dujovne y la doña del FMI. Muchas señoritas ya empezaron a soñar con Sir Benjamín y el déficit cero.

Nos gastamos un año esperando el buen tiempo. El verano se nos fue entre Chapadmalal y promesas. El otoño inauguró una caída de hojas que todavía no paró. Le quedan pocos días al invierno. Pero no sé, uno siente que falta mucho para que llegue la primavera.

 

(*) Periodista y crítico de cine

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE