El Banco de Alimentos y una tarea para imitar

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Un informe publicado en este diario volvió a enaltecer la actividad solidaria que despliega en la Región el Banco Alimentario de La Plata, que asiste con alimentos y otros aportes a unas 180 instituciones –entre comedores, merenderos y copas de leche- en lo que resulta ser una ayuda imprescindible para unos 18 mil chicos de nuestra zona cuyas familias padecen carencias de toda índole.

El Banco platense, tal como lo describen sus fundamentos, convoca a vecinos, entidades y empresas para que desplieguen acciones desinteresadas y solidarias, que le permitan continuar con la misión de disminuir el hambre, la desnutrición y las malas prácticas alimentarias en la región, mediante el recupero de alimentos para ser distribuidos a organizaciones comunitarias barriales que prestan asistencia a sectores necesitados, desarrollando acciones conjuntas con la sociedad, basadas en valores y capacidades.

Corresponde aquí poner de relieve que un tercio del total de alimentos que se produce en el mundo se descarta o desperdicia y que, en nuestro país, esa cifra baja al 12,5 por ciento, aunque igualmente se trata de un porcentaje elevado ya que equivale a un volumen cercano a las 16 millones de toneladas anuales. Se trata, entonces, de un dato que no puede menos que causar una profunda preocupación.

Tal como se informó en este diario, los especialistas advierten que el descarte y desperdicio de alimentos se puede observar a lo largo de toda la cadena de producción y consumo. Asimismo, consideran que, de uno u otro modo, toda la población es también responsable de la cantidad de alimentos que se tira, desde el productor hasta los consumidores. Especialistas en alimentación calculan que todas las noches hay 830 millones de personas en el planeta que se van a dormir con hambre.

En cuanto a quiénes son los más perjudicados, según los datos de la FAO, uno de cada cuatro niños en el mundo padecen de retraso en el crecimiento como consecuencia de la falta de alimentos, en tanto que en los países en vías de desarrollo la proporción puede elevarse a uno de cada tres.

En muchas oportunidades se ha lamentado el desaprovechamiento de alimentos en buen estado, considerándose muchas veces a esas pérdidas –causadas por distintos motivos- como carentes de todo tipo de justificación social, frente a las necesidades que enfrentan muchas personas de toda edad sin recursos.

El informe de la FAO reseñado aquí constituye otro toque de alerta y obliga a las autoridades y a la sociedad toda a buscar fórmulas para impedir todo tipo de dispendio, que será siempre profundamente injusto frente a tantas necesidades básicas no satisfechas.

En esta columna siempre se han puesto de relieve todas aquellas acciones de índole solidaria, que apunten a cubrir las carencias más críticas de las franjas de población más indefensas.

De allí que merezcan decidido apoyo aquellas iniciativas, ya sean privadas o públicas, que se desplieguen, sea tanto para evitar la inconcebible pérdida de millones de toneladas de alimentos, como para aprovechar en plenitud los recursos existentes que pueden allegar soluciones y paliativos inmediatos a las graves emergencias que enfrentan en forma cotidiana los más desposeídos.

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