Maduro, un hombre aferrado al poder a cualquier precio
Edición Impresa | 10 de Enero de 2019 | 02:16

Muchos apostaban a que caería. Pero Nicolás Maduro (56), protagonista de la peor crisis de Venezuela en su historia moderna, demostró estar dispuesto a todo para perpetuarse, aun a costa de ser tildado de dictador.
Corpulento ex chofer de micro, comenzará hoy un segundo período de seis años desconocido por la oposición, EE UU, la Unión Europea y varios países latinoamericanos.
Promete que ahora sí habrá prosperidad, pese a que durante su gobierno, iniciado en 2013, el tamaño de la economía de la otrora rica nación petrolera se redujo a la mitad.
Ex sindicalista, Maduro recibió el peso de reemplazar a un Hugo Chávez (1999-2013) que se mostraba “insustituible” y, en principio, mostró baja autoestima, afirma el politólogo venezolano Luis Salamanca. “Ese Maduro ya no existe. Chávez es un recuerdo lejano”, sostiene.
Bajo su presidencia, Venezuela vivió protestas con unos 200 muertos, sanciones internacionales y una radicalización de la “revolución bolivariana”. Su rechazo llega a 80%, según la encuestadora Delphos.
Constantemente denuncia planes golpistas y se dice víctima de una “guerra económica” de EE UU y la oposición, a los que culpa de la falta de alimentos y la inflación, proyectada por el FMI en 10.000.000% para 2019.
Maduro ganó la presidencia por muy poco, en abril de 2013, frente a Henrique Capriles. Dos años después sufrió un duro revés cuando la oposición arrasó en las parlamentarias, lo que marcó un quiebre. “Ni con votos ni con balas volverán a Miraflores (palacio presidencial); no nos ganarán más nunca una elección”, advierte desde entonces. Con influencia en todos los poderes del Estado, logró que la justicia anulara al Parlamento al declararlo en desacato, bloqueara un referendo revocatorio y encarcelara o inhabilitara a adversarios. Desde agosto de 2017 gobierna con una Asamblea Constituyente de poder absoluto que sustituyó en la práctica al Legislativo, adelantó las presidenciales para el 20 de mayo pasado y cambió las reglas electorales. (AFP)
“Los proyectos políticos de Argentina, Brasil y Colombia son neoliberales e inviables”
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