Raúl Francisco Vaccaro
Edición Impresa | 21 de Enero de 2019 | 03:09

Emprendedor en cada ámbito que recorrió, querido en instituciones y asociaciones en las que participó, admirado por su espíritu generoso, Raúl Francisco Vaccaro dejó su impronta en diferentes sectores de la Ciudad, donde hubo numerosas muestras de pesar por su fallecimiento.
Había nacido el 11 de noviembre 1938, en La Plata. Hijo de Roberto Vaccaro y María Luisa Cabrera, se crió y desarrolló junto a sus dos hermanos en un hogar donde sobresalieron los buenos valores y la ayuda al prójimo.
Los estudios primarios los realizó en la escuela Anexa y la secundaria, donde se graduó de bachiller, en el Colegio Nacional, ambos dependientes de la Universidad Nacional de La Plata.
Con esas herramientas y los valores que recibió en el hogar salió a dar batalla en la vida laboral. Primero estuvo en Obras Sanitarias de la provincia de Buenos Aires y luego trasladó su capacidad de trabajo a la actividad privada. Fue gerente en el diario La Gaceta de nuestra ciudad, y luego ocupó el mismo cargo en la Federación Bioquímica de la provincia de Buenos Aires. Más tarde, se transformó en representante comercial en La Plata del diario La Nación.
Tuvo una intensa vida social. Socio del Jockey Club de la provincia de Buenos Aires, desarrolló las actividades deportivas de natación y waterpolo, y en La Plata Rugby Club fue jugador y directivo. También se desempeñó como árbitro de la Unión Argentina de Rugby. El deporte también lo tuvo como protagonista en el club pelota paleta de La Plata.
Una anécdota lo pinta de cuerpo entero al “Gordo”, como lo apodaban cariñosamente: en pleno partido de rugby, se desconcentró un instante al ver que una chica corría riesgo de electrocutarse. Corrió hacia la niña y con un tackle le salvó la vida. Esa acción lo hizo acreedor de un destacado premio y reconocimiento.
También recibió un diploma de honor de la Liga Patriótica Argentina.
Se casó con María Elena Epele en 1964, con quien tuvo tres hijos Juan Francisco (médico), María Julia (empresaria) y Nicolás (médico). La familia se amplió con la llegada de ocho nietos, a quienes les dio todo su amor y dedicación.
Formó un entrañable grupo de amigos en el bar Costa Azul, donde siempre lo destacaban por su espíritu generoso y solidario.
Una de sus pasiones fue el turismo. Le encantaba viajar y disfrutar de cada lugar donde descansaba y a su vez buscaba cada detalle para ampliar su vasto bagaje cultural.
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