Perpetua para el hombre que asesinó a su ex novia adolescente en Romero
Edición Impresa | 27 de Diciembre de 2019 | 02:11

Lucía Guadalupe Ríos Müller tenía 16 años el 16 de septiembre de 2016. Ese día fue el último de su vida, justo después de que le repitió a su ex novio, de quien se había separado una semana antes, que no quería volver con él. Él, Gustavo Ramón Arzamendia Torales, entonces de 28 años, le dio dos tiros por la espalda y escapó en un Chevrolet Corsa de tres puertas y color gris en el que había llegado a la casa de la chica, en Melchor Romero.
Ayer, tres años y tres meses después, este hombre que tiene ya 32 años recibió la máxima pena por el femicidio de Lucía, quien cursaba el 3º D en el Liceo Víctor Mercante y planeaba ser policía para pelear contra la inseguridad.
“Que quede claro que Arzamendía mató a Lucía por ser mujer”, había dicho la fiscal de juicio Leila Aguilar al reclamar en su alegato que lo condenaran a prisión perpetua y describir ante el tribunal una serie de episodios de violencia física y psicológica que sufrió la víctima y otra ex pareja del acusado.
El Tribunal Oral Criminal I de La Plata coincidió con su planteo y con el de una de las abogadas que representó a la familia de la víctima, Sofía Caravelos.
Por unanimidad, los jueces Ramiro Fernández Lorenzo, Hernán Decastelli y Cecilia Sanucci condenaron a Arzamendia a la máxima pena por el delito de “homicidio triplemente calificado por el uso de armas, por la relación de pareja y por ser cometido por un hombre contra una mujer mediando violencia de género (femicidio)”.
Para Caravelos, Arzamendia tenía una “idea de pertenencia” sobre la estudiante, a quien le exigía que abandonara la escuela y se dedicara a las tareas de la casa.
Finalmente, la defensa del acusado sostuvo que no existían denuncias por violencia de género de parte de la adolescente, por lo que pidió que se lo condenara por homicidio simple.
Luego de la sentencia, la abogada de la familia de Lucía dijo estar “conforme” con el fallo del tribunal “porque la justicia estuvo a la altura de las circunstancias para catalogar esta muerte en el marco de un femicidio”.
“Esta no es una muerte más, es una muerte en un contexto de violencia de género y si bien la sensación que queda nunca es agradable porque una condena no resuelve esa violencia estructural, estamos conforme en que la justicia llame a las cosas por su nombre”, graficó.
El hecho ocurrió en la mañana del 16 de septiembre de 2016, cuando Lucía estaba en la vereda de su casa de 158 y 34 esperando a que saliera su madre para ir juntas a comprar el pan. Por lo que contaron los testigos -entre ellos la madre de la chica, Claudelina Ríos (32)-, en ese momento apareció Arzamendia en el Corsa gris.
Lucía había sido pareja del hombre y habían convivido un año, pero tras separarse volvió a la casa familiar, adonde él fue a buscarla aquel día con intenciones de convencerla de retomar la relación.
De acuerdo a lo que se determinó en el debate oral, la adolescente aceptó hablar con su ex, pero le repitió que no quería volver con él, tras lo cual se despidió. Cuando se dio vuelta recibió dos disparos por la espalda, a la altura de la cintura, mientras que el ahora condenado escapó. La adolescente fue asistida por familiares y vecinos. Un móvil del Comando de Patrullas la llevó al hospital de Romero, donde ingresó ya sin vida.
Arzamendia fue detenido dos semanas después en una estación de servicio de La Matanza, con un DNI con otro nombre. Es que su documentación había secuestrada en uno de los allanamientos que se hicieron mientras lo buscaban.
Lucía asistía al colegio Liceo Victor Mercante y sus compañeras marcharon ayer hasta las puertas de los tribunales para acompañar a su familia. La adolescente asesinada quería ser policía “para pelear contra la inseguridad”, según contaron sus allegados. Con Arzamendia comenzó a salir unos dos años antes, después de que su familia se instaló en ese sector de Romero.
Es que el acusado vivía a la vuelta, en 35 entre 158 y 159. La madre de la víctima aclaró que su hija había dejado a su pareja una semana antes “y él no se lo bancó”.
“Hubo muchas peleas entre ellos, casi siempre por los celos de él. Mi hija se cansaba, estaban distanciados dos o tres días y luego se reconciliaban” pero “esta vez iba a ser definitivo”, comentó. Recordó además que “en uno de sus distanciamientos él le dijo que si no volvían iba a matarla y amenazó con hacer lo mismo con mi hijo de 11 años”.
“Estamos conformes de que la Justicia llame a las cosas por su nombre; no fue una muerte más”
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