Control y prudencia frente a los riesgos de las playas en la Costa
Edición Impresa | 28 de Diciembre de 2019 | 01:44

Tal como ocurre al comienzo de cada temporada veraniega, corresponde renovar los reclamos de prudencia dirigidos a los turistas que colmarán las playas de la Costa Atlántica y, también, las más cercanas del Río de la Plata y convocar a las distintas autoridades responsables a intensificar las campañas de prevención que son necesarias para poner en alerta a los visitantes de los distintos balnearios, muchos de los cuales desconocen -otros, en cambio, parecen subestimar- los peligros que implican las aguas del mar y del río.
La exhortación abarca también a quienes acuden a los muchos espejos de agua –lagunas, lagos y, en el caso de nuestra región, las numerosas cavas que actúan también como peligrosos lugares de supuesta recreación- que, en la mayoría de los casos, ni siquiera disponen de los recursos humanos y materiales para custodiar, que existen en los balnearios tradicionales.
Cabe recordar –confiándose en que eso mismo no vuelva a suceder ahora- que en los mismos comienzos de las temporadas veraniegas anteriores se registraron experiencias muy graves, con casos de personas ahogadas o rescatadas heroicamente por los bañeros, pues se habían internado más allá de las rompientes en las playas atlánticas.
En el caso de Punta Lara se vino registrando en los últimos tiempos un promedio de tres salvatajes por día, enfatizándose desde el cuerpo oficial de guardavidas ensenadense en que el mayor riesgo no residía tanto en las aguas del Río, sino en las anfractuosidades de una costa ganada en varios sectores por el suelo pedregoso, las depresiones y los vestigios de antiguos espigones.
Bien se conoce en las playas que, en su mayor parte, los salvatajes suelen ser demostrativos de la escasa prudencia con que actúan muchas personas. El hecho de que además transcurran días de vacaciones colabora para que algunas de ellas, equivocadamente, adopten menos recaudos en lo que se refiere a su seguridad. Además, la mayoría de los visitantes desconoce los peligros propios de nuestras riberas y, en consecuencia, se encuentran más expuestos a sufrir accidentes. Pero, en el caso del río, aún los que conocen el tema, inclusive gente del lugar -pescadores, bañistas, aficionados a la navegación- suelen ser víctimas sea de su propia confianza, de la imprudencia o de algunas características peculiares de la zona ribereña.
En su mayor parte, estos episodios suelen ser demostrativos de la escasa prudencia con que actúan muchas personas. El hecho de que además transcurran días de vacaciones colabora para que algunas de ellas, equivocadamente, adopten menos recaudos en lo que se refiere a su seguridad. Además, la mayoría de los visitantes desconoce los peligros propios de nuestras riberas y, en consecuencia, se encuentran más expuestos a sufrir accidentes. Pero, en el caso del río, aún los que conocen el tema, inclusive gente del lugar -pescadores, bañistas, aficionados a la navegación- suelen ser víctimas sea de su propia confianza, de la imprudencia o de algunas características peculiares de la zona ribereña.
Como se ha señalado, todo lo que se haga para acrecer los márgenes de seguridad en el que se desenvuelvan los turistas actuará en forma positiva. De allí que las campañas de prevención debieran acentuarse en estas jornadas, aún cuando lo ideal sería que la población dispusiera siempre de un alto nivel de conocimientos acerca de los riesgos que debe enfrentar en sus días de vacaciones.
No es tanto lo que hace falta: informar a la población debidamente, hacer cumplir las normas y tener siempre presente, en particular los que llegan por primera vez al mar o al río, que las aguas no disculpan al imprudente. De todos modos, debería quedar siempre en claro que los riesgos de las playas son mucho menores que la temeridad que exhiben algunos turistas.
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