FICE: "La Botera", creciendo de golpe en la Isla Maciel

Tati tiene 13 años y vive en la Isla Maciel. Incómoda en su piel, como cualquiera en esa edad entre la niñez y la adultez, vive con un padre que no la entiende y va a una escuela donde la persiguen. Y quiere remar, ser botera, aunque se trata de un oficio reservado a los hombres.

Esta es la premisa de “La Botera”, cinta que se presenta, previo a su estreno en salas del 19 de diciembre, esta noche, a las 21, en el Playón de la Vieja Estación de Ensenada, en el marco del 1° Festival Internacional de Cine de Ensenada, gratis. Y que relata cómo es hacerse grande, no comprenderse, enojarse, enamorarse y todo lo demás, en un barrio marginal. 

Un cruce de temáticas que “se fue construyendo”, dice su directora, Sabrina Blanco, en diálogo con EL DIA.

“En el inicio tenía una inquietud previa: explorar el mundo femenino y darle luz a una instancia de la vida que creo está invisibilizada para nosotras", relata.

Y además, "me interesaba contar esto en un contexto marginal porque creo que el feminismo todavía guarda muchas diferencias. No es lo mismo ser mujer en la clase media que serlo en las clases populares". Blanco, que pensaba estas ideas a partir de lo que había visto trabajando en los barrios con niños y preadolescentes, se interesaría luego en Isla Maciel como escenario para su filme, “un barrio invisibilizado en frente de un barrio hiperturístico como La Boca, y muy cargado de estigma. Lo primero que encontrás si googleas es ‘si entrás no salís’”.

Para entonces ya estaba clara una idea: contar una historia dentro del barrio, pero otro tipo de historia respecto del miserabilismo que suele acompañar las producciones realizadas por cineastas que van al barrio. 

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Porque "la realidad de los barrios es otra. Yo quería contar otro tipo de historia a las que los medios de comunicación nos tienen acostumbrados cuando se habla de un barrio popular. Quería alejarme de la violencia y contar otra cara del barrio, que también existe”

“Parece que si no hay violencia, si no hay droga, si no hay armas, no estás hablando de ese barrio. Es que el cine sigue siendo de la clase acomodada y blanca. Entonces hay una mirada previa de esos lugares, muy estigmatizante: me quería correr de esa mirada que va, pone una cámara y plantea una mirada sensacionalista del barrio pobre”, analiza la cineasta, y lanza que “cuando se hace una comedia romántica en un barrio porteño de clase media, nadie habla de armas y droga. Y también están”.

Aparecieron luego los boteros, “un oficio prácticamente obsoleto, y reservado a los hombres. Entonces pensé: ‘qué pasa si una niña, en este contexto y creciendo, quiere ser botera’”, relata el proceso Blanco.

La película comenzó a escribirse en 2014, y Blanco fue trabajando dentro del barrio. Y en un casting conoció a su botera: Nicole Rivadero. La conexión fue instantánea, a pesar de todo.

“Hizo un casting muy malo”, se ríe la directora, “pero yo quería esa chica. La directora del casting me decía que no estaba muy segura de mi elección, porque Nicole no tenía dotes actorales, le daba mucha verguenza la cámara y no respondía muy bien a las consignas que le dábamos. Pero tenía cierta experiencia de vida que se notaba en su forma de ser, que me parecía imposible construir de otra manera. Podes enseñar a actuar, pero las vivencias, la naturaleza del contexto, la determinación frente a una vida de faltas y ausencias, eso que te hace ser quién sos, no se actúa a los 12, 13 años”

De Nicole, dice Blanco, "se notaba que si bien aun era una niña y tenía cosas de niña, también había crecido de golpe. Ese tipo de adultez que llega mas rápido, porque las condiciones estructurales lo aceleran. La crudeza que se vive en ese contexto también forma personalidades”.

La joven e incipiente actriz se acercaba, insistía con participar, le decía a la directora que quería hacer la película: “No sabía por qué, era su obsesión. Como la de la protagonista con el bote”, dice Blanco.

Pero llevarla a esa tímida adolescente a la pantalla implicó un trabajo largo. "Primero hicimos un trabajo vincular, afectivo. Después un trabajo creativo donde también había que sacarse la vergüenza. También hablamos mucho sobre el personaje para que ella se lo vaya apropiando y pueda encontrar puntos en comun con su propia vida”, explica la realizadora.

Precisaban trabajar con la imaginación de Nicole, “porque eso de que todos los chicos tienen imaginación es mentira: tienen si existen condiciones materiales y formales para que eso sucede. Y cuando conocí a Nicole, la policía había matado a su padre hacía tres meses. Ella sentía la vida de forma muy literal y hubo que trabajar para encontrar la la creatividad.”

“Ella fue haciéndose el personaje. Y yo fui adaptando el personaje a ella”, cuenta la realizadora: desde 2014 hasta que culminó la filmación, el proceso total fue de cinco años hasta su estreno en el Festival de Mar del Plata, incluyendo la construcción de la protagonista y la siempre fatídica búsqueda de fondos para filmar.

“En el medio cambio el gobierno y fue tremendo para la película y sobre todo para el barrio, ya que la realidad cambió completamente. Cuando la realidad económica aprieta, toda la vida se ve modificada, la gente no tiene para comer, se abren comedores, aparece la desesperación y la realidad se pone mas dura ahí dentro”, cuenta Blanco. Pero “despacito”, juntaron los fondos, se acercó una productora de Brasil, y Blanco consiguió terminar su película.