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Vivir Bien |UNA TENDENCIA QUE CRECE ENTRE LAS PLATENSES

Viaje de mujeres

Tienen entre 35 y 60 años, trabajan, cuidan a sus hijos y varias están en pareja. Sin embargo, se hacen tiempo para organizarse con amigas o desconocidas y emprender todo tipo de aventuras muy lejos de casa

Viaje de mujeres

Luciana Caminos, Ileana Arduino, Yael Letoile y Paula Bistagnino de aventura en California

MARISOL AMBROSETTI / Fotos SEBASTIÁN CASALI Y ENTREVISTADAS
Por MARISOL AMBROSETTI / Fotos SEBASTIÁN CASALI Y ENTREVISTADAS

3 de Febrero de 2019 | 08:09
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Con solo googlear “mujeres que viajan” aparecen cientos de opciones: artículos, páginas web, cuentas en redes sociales y apps que ofrecen todo tipo de destinos y un denominador común: que el grupo sea cien por ciento femenino.

Las usuarias no son sólo las chicas de 15, que despiden su infancia con el golpe efectista de Disney, sino mujeres adultas, de entre 30 y 60 años, que decidieron organizarse para salir de viaje. Todas trabajan, tienen hijos y muchas están en pareja. “No sé qué pasa, pero pareciera que las mujeres estamos más activas para todo, incluso para juntarnos y salir a explorar el mundo”, dice Teresa Aramburú (55), platense y profesora de danzas, que ya organizó dos viajes grupales al África. Si bien su convocatoria fue abierta, también podían sumarse hombres, “terminamos yendo 22 mujeres en 2016 y 10 en 2017”. El contacto con la naturaleza fue la marca saliente de esas aventuras en Kenia.

“Más de una vez me preguntaron ‘¿Y tu marido: te deja viajar con amigas?’, me parece increíble que alguien pueda pensar que mi marido me deja o no me deja”, se sorprende Mariela Bolzán (46), madre de dos adolescentes, casada desde hace 22 años. Ella y siete de sus amigas son parte de otro grupo de mujeres platenses que ya viajaron a Nueva York juntas dos veces: cuando cumplieron 40 y el año pasado. El contacto con gente de todo el mundo en una de las ciudades más cosmopolitas del planeta y el shopping, muy en especial el shopping, marcaron estas travesías dignas de “Sex and the City”.

Otras cinco mujeres, cuatro periodistas y una abogada, de entre 35 y 40 años, también decidieron recorrer juntas USA, pero entrando por el Oeste californiano, tras los pasos de los escritores de la generación beat. La literatura, la música y las autopistas camino a San Francisco fueron el signo distintivo de este viaje.

LA ORGANIZACIÓN. Si ponerse de acuerdo para cenar en grupo suele ser difícil, coordinar un viaje fuera del país pareciera un desafío imposible. Hay que definir una fecha en la que todas puedan, sacar pasajes, elegir hoteles, alquilar casa o departamento, chequear vacunas y pasaporte, seleccionar excursiones y dejar todo en orden acá para disfrutar allá. Sin embargo, cuando el espíritu viajero se apodera de ellas, no hay contratiempo que las detenga.

Y al parecer, la tecnología es la principal aliada de las “chicas” viajeras. En su página de Facebook, Teresa, la profesora de danzas, fue la que propuso Kenia como destino ¿Por qué? “Pensá que ahí empieza todo, el mono se pone de pie en ese lugar”, dice y explica que allí es donde se encontraron rastros del homo erectus. Por eso, para ella, ése es un viaje al origen de la humanidad: “En Kenia sentís el poder de levantarte y andar, y te puedo asegurar que nadie vuelve igual a como se fue”.

Gracias a sus viajes previos y sus contactos con africanos, organizó el itinerario, los hospedajes, las travesías en combi, los recorridos internos y hasta la contratación de guías que hablan en español.

Como organizadora de un viaje grupal a un lugar “tan diferente que puede plantear situaciones de desconcierto, desde el principio, estuvo claro que frente a un problema la que decide soy yo, no podemos ponernos a debatir entre 20”, explica Teresa mientras ceba mate en la galería de su estudio “Hakuna Matata” de City Bell.

“No somos nada vuelteras, la única condición es que el plan no coincida con el cumpleaños de nuestros hijos”

 

Para los grupos de mujeres que eligieron Nueva York y California como destino compartido, las alertas de agencias on-line, los mails y los grupos de Whats App fueron verdaderos aliados que permitieron a todas poner algo para la organización.

Mariana Soiza (46), abogada y madre de tres hijos, es una de las platenses que con sus amigas de toda la vida ya viajó dos veces a Nueva York, la última, en octubre pasado. “No somos nada vuelteras, la única condición es que el plan no coincida con el cumpleaños de nuestros hijos. Después, tiramos al grupo las propuestas que vamos viendo en la web y rápidamente nos ponemos de acuerdo”. Coinciden en que es Paula Saucedo (45) -la única del grupo que vive en Mar del Plata con sus tres hijos y su marido-, el gran motor de esos viajes. “Ella está siempre a la pesca de las últimas ofertas de vuelos y destinos” y los comparte por WhatsApp para tentar a sus amigas.

La opción “oeste americano” empezó a barajarse en una conversación entre dos de las cinco mujeres que finalmente viajaron: “Estábamos en un cumple hablando con Ileana (Arduino) sobre si era mejor ir a Portugal o recorrer California en auto”, recuerda Luciana Caminos (43), periodista y mamá de un nene de 6 años. En eso, un amigo las escuchó y tiró una frase decisiva: “A Europa podés ir a los 80, pero a Los Ángeles y San Francisco tienen que ir ahora”.

No todas se conocían. Un par eran muy amigas y fueron atrayendo a otras. “Yo solo conocía a Yael (Letoile), a las demás no las había visto nunca”, cuenta Melisa Váldez (45) y sigue: “Solo tuvimos un encuentro en un bar antes de viajar, el resto lo fuimos construyendo en el camino, podría decir que nuestra amistad nació en la ruta”. Para sacar el pasaje pusieron un día y una hora de conexión a internet y cada una, desde donde estaba, hizo click en comprar y obtuvo su ticket a Los Ángeles. Durante el viaje surgió un nombre para el tándem: “Las Panteras”, que se convirtió en verbo y no dejaron de “panterearla”.

ABRIR LOS SENTIDOS. “Yo sentía que estaba en el arca de Noé o adentro de un documental, nunca había visto esos animales tan cerca”, cuenta Bea Ramacciotti (51), diseñadora gráfica y parte de la “tribu” de viajeras a Kenia. A los parques nacionales los recorrían en combis, de modo que en una suerte de zoológico invertido, las que estaban “enjauladas” eran ellas, y desde ese lugar podían espiar a los leones, jirafas, hipopótamos, monos y cebras en su ambiente natural.

Como viajaron en julio tuvieron un espectáculo especial, propio de esa época del año: la famosa estampida de los ñus, esos mamíferos grandes como un caballo con cuernos como de ciervo. Son cientos de miles los que cruzan en manada el río Mara en busca de hierbas verdes. Pero en ese cruce, centenares mueren en las fauces de los cocodrilos. “Ver eso a metros de donde estábamos fue impactante y emocionante, pero no trágico, porque ahí no hay ni bien ni mal, es pura naturaleza”, comenta Gladys Roldán (55) profesora de Chi Kung. Para Teresa, África te despierta: “Después del viaje nada es igual, muchas toman decisiones profundas y postergadas durante años, como dejar un trabajo, separarse de una pareja que ya no da más o poner pilas en nuevos proyectos”.

La convivencia tiene sus bemoles, todas lo reconocen, “pero si te quedás enganchada con que el baño está un poco sucio, con que no te tocó la habitación perfecta o pavadas por el estilo, perdés el foco del viaje, que es conocer otro lugar, otras personas y encontrarte con vos misma fuera de lo cotidiano”, dice Camila Correa (37), una de las 22 chicas que hicieron la primera travesía a Kenia.

Para mejorar la armonía grupal, las chicas que recorrieron la costa oeste de Estados Unidos hicieron paseos juntas por Chinatown, Lombard Street o Castro, pero también se dieron tiempo para salir por separado. Cuentan que la primera mini-discusión que surgió fue sobre la necesidad o no de alquilar un GPS junto con la camioneta que las llevaría a San Francisco. Por insistencia de una, decidieron que no, que se iban a arreglar sin el aparato. Pero la decisión duró poco. “Dimos una vuelta manzana sin saber para dónde salir y sin tener la menor idea de cómo circular por la maraña de autopistas que es Los Ángeles. Al final, decidimos volver y llevarnos el GPS”, cuenta Paula Bistagnino (41).

“Después del viaje nada es igual, muchas toman decisiones serias postergadas durante años”

 

Pero, más allá de esos pequeños pero encendidos debates, todas coinciden en que pasaron momentos de profunda “felicidad consciente”, un regreso a la libertad total de los primeros viajes de adolescencia. “La noche que terminamos en Vesubio – un histórico bar de San Francisco-, fue perfecta: después de una caminata fuimos a City Lights, una librería emblemática de la ciudad, y estábamos tan eufóricas con lo que encontramos que hablábamos muy fuerte, como si estuviéramos asaltando el lugar. Nos recomendábamos libros a los gritos de una punta a la otra. Un tipo, intrigado, se acercó para preguntar de dónde éramos porque a sus oídos hablábamos español pero gritábamos como italianas”, cuenta Melisa y se ríe con sus compañeras de aventuras.

Visitar una misa góspel puede ser una experiencia disparatada con las platenses que viajaron a Nueva York. Ya acomodadas en sus asientos eran las únicas blancas en un templo repleto de negros. Enseguida les entregaron pañuelos y eso les llamó la atención. El coro tenía una fuerza arrolladora y los fieles lloraban con profunda emoción, pero el servicio, que suele durar más de dos horas, se les hizo eterno: “Habían cerrado las puertas y era una descortesía irnos a la mitad”, cuentan ahora tentadas de risa. Al final, una decidió inmolarse: “Ustedes sáquenme, yo me hago la desmayada”.

Cada día se levantaban antes de las la 8: “No nos íbamos a perder nada; anduvimos sin descanso por el Central Park, el Soho, el Upper East Side, el puente de Brooklyn, la estatua de la Libertad y todos los íconos de esa ciudad que teníamos tan vista en películas y series”, cuenta Gisela Saleski (45), que por su gran capacidad para leer mapas ofició de GPS para sus desorientadas amigas. A su vez, como se dedica a la alta costura, no perdió oportunidad para recorrer las mejores tiendas y comprarse “tooodo” con su grupo shoppinero. “Somos todas iguales: el secreto es ir con una valija enorme casi vacía y otra adentro; y volver con las dos repletas de ropa para los chicos y para nosotras”.

Amigas o desconocidas, interesadas por la naturaleza o los rascacielos, todas comparten las ganas de devorarse el mundo con otras cómplices. Teresa ya planea un nuevo safari fotográfico, “Las Panteras” debaten por WhatsApp su próximo destino y las fans de Nueva York ya empezaron a cranear una escapada a Miami. En definitiva, todas parecen coincidir con aquellos viejos y bellos versos de Litto Nebbia, esos que dicen que viajando se fortalece el corazón, pues andar nuevos caminos te hace olvidar el anterior.

 

 

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Mariela Bolzán, Mariana Soiza y Karina Saleski, tres de las cinco amigas que ya visitaron Nueva York dos veces y ahora quieren ir a Miami

Luciana Caminos, Ileana Arduino, Yael Letoile y Paula Bistagnino de aventura en California

Mariela Bolzán, Karina Fuertes, Mariana Soiza, Paula Saucedo y Karina Saleski de shopping en Nueva York

Parte del grupo de mujeres que visitó Kenia en uno de los viajes que organizó Teresa aramburú

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