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ALEJANDRO CASTAÑEDA
Por ALEJANDRO CASTAÑEDA
El matrimonio viene en picada. Lo acechan los costos, la rutina, el cansancio, el desamor y las tentaciones cercanas. Antes, al menos, parecía ser el paso obligado para conseguir hijos y formalidad. Pero hoy, entre formatos varios y probetas milagrosas, el casorio debió romper su vieja sociedad con la cigüeña para dar lugar a poli rubros matrimoniales que han agotado su clásico diseño.
Por eso la Sologamia empieza a ganar terreno. Se llama así a la decisión de casarse con uno mismo: un movimiento que ya llegó a nuestro país y que sólo es fiel al espejo de la masturbación. Comenzó en Estados Unidos y Gran Bretaña y no para de extenderse. La ceremonia incluye anillos, votos, testigos. No es legal, pero a esta altura qué es legal. Ya hubo un caso aquí cerca: Sasha Cagen, de 40 años, una norteamericana que vive en Buenos Aires, esta semana se autocasó en el Jardín Japonés. Entre amigas y flores se propuso casamiento, aceptó, tuvo dos testigos y hasta leyó sus propios votos. Que incluye fidelidad no deseada.
La pionera de estas solitarias casamenteras fue Yasmin Eleby: acudió solita y resignada al altar en una fastuosa ceremonia celebrada en el Museo Afromamericano de Houston, en la primavera del 2014. Cuando le preguntaron, Yasmin dijo que se lleva muy bien con ella, que no es poco cosa en estos días. La “recién casada” se fue de luna de miel a Dubai. Y contó que se había prometido que, si al cumplir 40 años no había encontrado aún el amor de su vida, se casaría consigo misma. Como no apareció, decidió apostar a lo seguro e indisoluble.
Y hace tres meses se casó Laura Mesi en Italia, una tana de flamantes 40 años (parece ser la edad donde desaparecen las esperanzas) que venía a los tumbos tras una relación fallida que se prolongó durante 12 años. Según el diario Il Corriere della Sera, decidió casarse consigo misma y convertirse así en la “única esposa soltera de Italia”.
Pero están los que se han propuesto tener un hijo sin acudir al amor. Esto fue lo que hizo el conductor radial Diego Díaz. La invitó a una compañera de trabajo y pusieron manos -y algo más- a la obra. Prefirió una mujer para la cuna más que una señora para la cama. La elegida es presentable (tampoco el sacrificio) y la pareja se asegura descendencia, hogares a distancia y crianza repartida. Cuando se vive en parejas, sin ataduras ni celos, se achican muchas las discusiones. Y la separación programada deja de ser una amenaza para ese hijo del compañerismo, porque los papis ya llegaron con el divorcio puesto, algo que quizá le ahorre algún disturbio.
Pero también el matrimonio puede ser una manera romántica y piadosa de permitir que al final de la vida el amor conviva con la agonía. En lo que va del año, el Registro Civil de la ciudad de Buenos Aires ya realizó once “casamientos in extremis”, uniones conyugales de urgencia que se solicitan cuando uno de los integrantes de la pareja tiene riesgo de muerte inminente. Las despojadas bodas, entre amigos y enfermeros, se viven como un último gesto de ternura y reconocimiento. “Puede tener que ver con las ganas de cumplir un deseo o con la intención de dejar las cosas en orden, pero de alguna manera, es una reivindicación del matrimonio como vínculo de amor y de entrega”, dijo Mariano Cordeiro, director general del Registro Civil porteño. Es que detrás de ese anillo tardío, asoman la pensión, la herencia y los ahorros, un combo alentador que le acerca compensación y alivio a la triste viudez
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En tiempos de campañas políticas estos nuevos ensambles son inspiradores. Los candidatos de octubre también flirtean, prometen, dudan y engañan. El reclamo de los radicales a un PRO que ha perdido votos y señorío parece copiar el ruego de tantos cónyuges ninguneados que, más allá de puntuales reclamos, sólo quieren seguir juntos, como sea. Y del otro lado están los ademanes altivos y engañosos de una novia muy ahorrativa y mandona que, como nunca aceptó tener que marcharse, siempre sueña con seguir volviendo. No hay dudas. Lo de Cristina es sologamia: se ama sólo a ella misma. Y lo Macri y los radicales es casamiento in extremis.
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