Historia de amor y compasión entre una madre desesperada y un hijo extraviado

Edición Impresa

Alejandro castañeda

afcastab@gmail.com

Regresa a mí, de Peter Hedges.- Melodrama edificante que a veces acierta y a veces recurre a pincelazos demasiado convencionales. Aborda un tema áspero, grave y extendido: el drama de un hijo que cayó en la droga. Todo es my conocido, pero si bien no hay hallazgos, tampoco en golpes bajos ni crueldades exageradas. Como melodrama, cruza por terrenos muy transitados. Y como policial, no aporta nada nuevo a la hora de retratar ese submundo donde la desesperación, la culpa y el sometimiento juegan con sus criaturas. Julia Roberts es Holly, una de esas madres que no quiere ver lo que sucede ante sus ojos. El amor a ese hijo adicto le corrige la mirada y las ideas. Su hijo es Ben, que está en un centro de rehabilitación y que decide volver a a la casa en la Nochebuena. Ben dice que se siente mejor, que el padrino le dio permiso, que hace 77 días que no consume. Pero pocos le creen. Ni él. Y será a partir de ese sorpresivo arribo que cada personaje tomará posición. Ben es un inquietante regalo navideño que obligará al resto de la familia (una hermana, dos hermanastras, la pareja de su mamá) a mostrar su amor, sus dudas, sus miedos, sus prejuicios. Es un muchacho extraviado y hundido en un universo donde los sentimientos familiares han sido desplazados por la mentira. ¿Se puede salir de la droga? ¿El amor puede hacer algo en este campo? ¿Y la compasión? Lo vemos a Ben, con sus ganas de ser otro, pero también sus caídas y su imposibilidad de poder elegir. Dejó restos de tragedia y muchas cuentas pendientes. Enfrenta una lucha desigual contra un enemigo que a cada instante lo pone contra la pared. Pero él no es el protagonista. El film sobre todo aporta el retrato de una madre sufrida y corajuda, negadora y esperanzada, que incluso pone en juego su vida hogareña para no dejar a Ben en medio de esa neblina que le tapa todo. Una historia de amor con un buen trabajo de la Roberts y un final, abierto y doloroso, que se limita captar ese cachito de presente que le queda a un pobre chico que se gastó el pasado y siente que no le queda futuro. (***BUENA)

 

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