Conrado Carrer
Edición Impresa | 26 de Julio de 2019 | 04:26

Profesional que supo diversificar sus conocimiento en más de una actividad, apasionado profesor de escuelas técnicas, y dueño de una enorme racionalidad, falleció, a los 81 años, el ingeniero Conrado Carrer.
Había nacido el 11 de noviembre de 1937 en el pequeño pueblo de Lovadina, provincia de Treviso, Italia. Hijo único, emigró junto a sus padres y se radicó en La Plata a los 12 años. Completó la educación primaria en la Escuela 8 y luego cursó el secundario en el colegio Albert Thomas.
Imbuido de un ambiente que tuvo al trabajo como faro, no bien concluyó los estudios recibiéndose de técnico mecánico ingresó como oficial tornero en Indeco, fábrica dedicada a la producción de repuestos de motores. En ese establecimiento tenía ya un puesto su padre y durante cinco años trabajó junto a él en esa firma del camino Belgrano.
Fue un hombre de profundas inquietudes. Por eso, no se contentó con el diploma secundario y quiso ser ingeniero mecánico. Lo logró apoyado por el empuje de sus padres que lo habilitaron a dejar el trabajo para que pudiera dedicarse por entero a los estudios universitarios.
Dentro de su especialidad hizo de todo: se desenvolvió en el sector privado -en empresas metalúrgicas de la Región- hasta 1977; fue inspector en la antigua Obras Sanitarias durante un lustro; y finalmente, en 1982 se incorporó al Poder Judicial como perito de accidentes. En ese ámbito desarrolló una carrera de 25 años.
En cambio, sí mantuvo sin interrupciones esa vocación suya de enseñar y dictó clases durante 37 años en distintas escuelas técnicas platenses. Su don especial para formar jóvenes combinado con su buen carácter y un trato amable y cordial le valió el aprecio de muy numerosas generaciones de alumnos.
Aunque ya por su larga y prolífica existencia había adoptado a este país como propio estaba orgulloso, asimismo, de la parte de su identidad vinculada a la región donde pasó su infancia. Volvió en varias oportunidades a su pueblo natal y acá, en La Plata, promovió las tradiciones italianas desde el Círculo Trevisano, del cual fue presidente en dos mandatos consecutivos.
Casado con Angela Forte, inculcó en sus hijos Carlos, Daniel, Claudio, Laura y Pablo, la cultura del trabajo, la importancia de los valores morales y el amor a los deportes. Tuvo siete nietos.
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